Capítulo XXXIX: "Tomorrow".

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Pude notar que sus ojos empezaban a cerrarse, así que me levanté para preparar algo para cenar. Llevé una bandeja a la mesita del sofá, despertándose algo sobresaltado cuando se cayó el mando de la televisión de la mesa, al empujarlo con la bandeja.

-Perdón… no quería despertarte así…

-Imagino… -miró la cena-. Tu torpeza será perdonada si la cena está tan buena como parece…

-¿Y si está mala? –Puse cara de cordero degollado-.

-Quizá te torture un poco… no sé… algo se me ocurrirá… -palmeó el sofá para que me sentara a su lado, mientras me miraba con una leve sonrisa-. Me encanta que estés aquí, ¿te lo había dicho?

-No…

-Bueno, pues ya lo sabes. Me encanta tenerte trasteando por aquí, este tiempo extrañaba verte bajando las escaleras, o tirándote en el sofá… no sé. Creo que han sido cientos las veces que he salido a tu balcón esperando verte sentada allí, mirando el horizonte y volviéndote para sonreírme.

-Yo me despertaba cada mañana pensando en ti, arrepintiéndome de haberte dicho todo lo que dije… tenía tentaciones de llamarte pero sabía que irías a por mí si pensabas que te añoraba, así que me abstuve. Pero todo me recordaba a ti, incluso las calles.

-¿Las calles?

-Sí, muchas ciudades a las que fuimos tenían calles con el nombre de Jacob… o cuando me senté en un puente, el día que… -entristecí-. El día que hablé con tu padre, estaba sentada en un puente, viendo el horizonte…

-¿Eso te recordó a mí?

-En cierto modo… estaba allí sentada, notando cómo el sol y el calor me cubrían, me recordaba a las mañanas frías que me acurrucaba a tu lado, a tu calor… no sé. -Él me abrazó fuerte y apoyó su mejilla en mi cabeza-. ¿No vas a decirme si me perdonas o no?

-Claro… -sonrió y probó un bocado de la hamburguesa, poniendo cara rara-. No sé… no está mal… creo que te perdonaré, ya veremos…

Cenamos y pusimos la tele, aunque ninguno de los dos atendía mucho a la programación. Le miraba preocupada, había momentos que parecía él, pero otros como ahora en los que parecía ausente y perdido, y aunque fuera normal dada la situación, me dolía verle así.

Comenzó a bostezar y me miró, haciendo que una sonrisa se dibujara en mi cara. Me incorporé y le animé a levantarse tendiéndole mi mano, por lo que la cogió y se levantó, siguiéndome hasta su cuarto.

-Debes descansar… -le acaricié el rostro mientras se desplomaba en su cama-. Ponte un pijama mejor, no creo que descanses bien con esa ropa…

-Da igual… no me apetece cambiarme ahora…

Parecía demacrado, torcí el gesto y recordé aquella noche en la que yo debía de tener un aspecto parecido. Le tendí las manos y me miró raro, pero las cogió. Le atraje hacia mí, haciendo que se levantara, quedando su rostro más alto que el mío, teniendo que levantar la cara para mirarle a los ojos, tal y como él había hecho entonces.

Cogí su rostro y le sonreí, para luego bajar mis manos a su camisa, desabrochando los botones mientras le miraba atentamente, ahora ligeramente más serios, perdiéndonos en nuestros ojos. Le empujé juguetona, haciendo que cayera sobre la cama y su rostro pasara a mostrar ahora confusión, a lo que yo contesté con un guiño. Desabroché sus zapatos, quitándoselos al igual que los calcetines. Después desabroché su cinturón y sus pantalones, tirando de ellos despacio, mientras nuestras miradas seguían clavadas en los ojos del otro. Dejé el pantalón al pie de la cama, dispuesta a coger un pijama del cajón, pero él aferró mi muñeca, llamando mi atención y negando con la cabeza, atrayéndome hacia él, de modo que caí sobre él. Me abrazó fuerte, acariciando mi pelo y mi espalda.

No sé cuanto tiempo pasó, pero me sentía en casa de nuevo, esa extraña sensación invadía mi cuerpo cada vez que me abrazaba, añadiendo en este caso un tentador deseo. Su mano cogió la mía y las observamos entrelazadas, mientras él las giraba inspeccionándolas con atención.

-Esta casa no es hogar si tú no estás aquí.

Le miré atentamente, mientras él seguía mirando nuestras manos, obviando mi mirada. Entendí la razón por la que la ignoraba cuando él me miró, viendo reflejado en él todo lo que mi mirada descargaba en sus ojos.

-Deberías ir a dormir… no has descansado en todo el día… -en sus ojos había algo extraño, me apartó un poco, acomodándose a unos centímetros de mi cuerpo, pero con su rostro cerca del mío acariciándome la cara con sus cálidos dedos-. Aunque quieras cuidar de mí, no puedo evitar preocuparme por ti… tú también debes dormir.

-No quiero dejarte solo… -una media sonrisa se dibujó en su rostro-. Me quedo.

-No deberías… -torció el gesto-. Un paréntesis vale… dos…

-Esa promesa no tiene sentido ahora… -me miró sorprendido- así que la romperé tantas veces como haga falta, no hay discusión. Tú quieres que duerma, y yo no quiero dejarte solo… es lo que hay.

-Bueno… -su sonrisa ahora era más amplia-. Ve a ponerte el pijama y lo pensaré.

-No tienes nada que pensar, es mi decisión… -me miró sorprendido y divertido, lo que me animó-. No pienso separarme de ti nunca más.

Fui a mi cuarto y cogí un pijama que aún no había estrenado, de esos que a Alice le gustan tanto: unos pantalones color gris claro, cortos, tanto que no llegaban ni a la mitad de mi muslo y una camiseta de tirantes en color blanco inmaculado. El problema fue que no podía llegar a la cremallera del vestido, Darlene me había tenido que ayudar en eso. Acudí a mi siempre salvador Jacob, que me miró divertido al ver que aún no me había cambiado.

-No puedo bajar la cremallera… -una carcajada comenzó, pero cesó antes casi de haber empezado-. Ayúdame, por fa… -su cara se desencajó ligeramente pero me ayudó, bajando la cremallera del todo-. Gracias…

Su rostro se desencajó mucho más cuando decidí que era una tontería ir a mi habitación a cambiarme de nuevo, por lo que me quedé en ropa interior delante de él, que me miraba algo pasmado. No entendía su reacción, no era la primera vez que me veía así… en la playa, aquel primer día de mi “locura transitoria”… no sé porqué se sorprendía, pero le costó trabajo relajarse de nuevo, parecía muy pero que muy tenso. Tanto que incluso me resultó incómodo.

-¿Se puede saber qué te pasa?

-Yo… -suspiró-. Deberíamos dormir…

-¿No vas a hacerme un sitio? –Me miró raro-. Ya te he dicho que aquella promesa que hicimos ya no tiene sentido… además, no pienso dejar solo a mi mejor amigo en una noche así… -alcé una ceja-.

Abrió sus brazos más relajado, invitándome a ese refugio que era ahora mi hogar, en el que me escondí dejándome llevar por el cansancio.

Cuando desperté él estaba aferrado a mí, posando su cabeza en mi pecho, roncando levemente, lo que me hizo sonreír. Acaricié su pelo, recordando el par de veces que se había despertado aterrorizado y lo había tenido que calmar. Suspiré, haciendo que él frotase su rostro inspirando fuertemente, ronroneando después.

-Buenos días…

-Buenos días… -miré su rostro confuso-. ¿Qué tal has dormido, lobito?

-Mejor de lo que habría esperado… No sé qué hubiera hecho si no hubieras estado a mi lado esta noche… no me gusta que te hayas visto obligada a ello… pero egoístamente lo agradezco.

-No estaba obligada a nada… te recuerdo que tuve que pelear contigo para quedarme… -acaricié su rostro y nos miramos intensamente, como la mañana anterior. Un recuerdo se escapó a través de mi piel, haciendo que él torciera el gesto-.

-¿Quieres que vayamos a tu casa a desayunar? –Le miré raro-. Apenas has visto a tu familia desde que te fuiste, sé que quieren que estés allí.

-Está bien… -me abrazó de un modo extraño y me soltó a regañadientes, levantándose y saliendo del cuarto sin apenas mirarme. Suspiré al aire-. Habrá que vestirse…

Me dirigí a mi cuarto mientras oía el grifo de la ducha del baño de Jake, por lo que decidí hacer lo mismo. Preparé la ropa que iba a ponerme ese día, una falda oscura con un jersey negro y unas mallas del mismo color. Me di una ducha rápida, oliendo a esa menta que Billy me había regalado tiempo atrás. Me entraron ganas de llorar y lo hice, lloré debajo del agua que caía mezclándose con mis lágrimas y arrastrándolas a su paso… no había podido hacerlo antes, pero lo necesitaba, necesitaba llorar la pérdida del padre de… ¿Cómo definirlo? No había palabras, no era mi amigo, era mejor que eso, pero no mi hermano, ni mi novio… era mi complemento… mi mitad.

Cuando me estaba vistiendo mi móvil sonó. Acudí rápidamente a leer el mensaje, el número era largo y extraño, sólo podía provenir de un lugar.

Marta e Isabel me acaban de llamar. Al parecer nuestro nuevo hermano acudió a Fernando y le mostró marcas de una pelea con uno de tus lobos. Quiero avisarte de que están planeando atacarles. Por favor, llámame lo antes posible. Erica.’


Mi corazón se detuvo en seco. Comencé a marearme y me recordé a mí misma que debía calmarme, una ligera niebla de histeria se acumuló en mi nuca, dejando paso a una calma relativa, pues mi corazón se había alterado de un modo que pocas veces había sentido. Mi móvil sonaba, pero me sentía paralizada, sabía qué ocurría, Alice lo había visto. Jake apareció en ese mismo instante, con el pelo chorreando y la toalla enroscada a su cintura, su rostro cambió en unas décimas de segundo, llevándome a la cama, donde se sentó a mi lado. Inspiré profundamente y su tacto, su calor, me ayudó a tranquilizarme.

-¿Qué ha pasado?

-Nada grave, he recordado algo… debo hablar con mi familia.

-Está bien, no te muevas… -se levantó y cerró la puerta de su cuarto, en menos de cinco minutos estaba de nuevo a mi lado-. ¿Necesitas algo?

-No, sólo hablar con mi familia…

Salimos de la casa, me aferraba de modo que apenas tenía que hacer esfuerzo para desplazarme. Llegamos al taller y destapó un coche gris, quedándome helada al comprobar aquel modelo. Un Ford Shelby GT 500, un modelo que siempre le había gustado.

-Regalo de los chicos… querían animarme cuando desapareciste…

-Vaya…

No tenía palabras, montamos en el coche y en diez minutos llegamos a casa de mis abuelos. Mi tía Alice estaba esperándome en las escaleras, abrazada por Jasper, en la misma posición que mis padres. Los cuatro se levantaron a la vez, parecían sincronizados. Mi madre corrió a abrazarme, al igual que mi padre.

-Deberíamos hablar de eso más tarde… -mi padre asintió, no quería en cierto modo que Jake supiera que estaba pasando, no ahora…-. Me gustaría contaros mi viaje por Europa, quiero que sepáis todo lo que viví…

-Vamos –mi padre me abrazó llevándome hacia el interior de la casa-, será mejor que toda la familia lo vea…

Les mostré todos mis recuerdos, mis experiencias en Europa, primero con los Vulturis, la escolta constante de Alec, Félix y Demetri, al igual que los constantes ataques de Chelsea para que me quedase.

Después les narré las búsquedas de la familia de Erica, las llamadas a Zafrina, los viajes y mi desesperación, todo lo que recordaba, sensaciones, olores… la añoranza de mi casa, de mi familia, de Jake… la llamada a mi abuelo, a Billy… todo, en definitiva.

-Quizá sería buena idea que llamásemos a los del clan Denali –mi abuelo Carlisle sonreía-. Seguro que Eleazar puede contarnos mucho sobre su corta estancia en el Amazonas…

-Nos recogerán en el aeropuerto de Anchorage –Alice tenía esa mirada mientras hablaba-. Tenemos un avión que sale al amanecer desde Seattle, tenemos que irnos de aquí a las cuatro de la mañana –fijó su mirada en mí-. Te necesitaremos.

-Está bien… -miré a Jake apenada, que parecía serio-.

-¡No! –Alice suavizó el tono-. Debes quedarte, sé que quieres venir, pero me dejas ciega y voy a necesitar todo mi potencial… lo siento.

-¿No hay manera de que vaya? –Miró a mi padre suplicante-. Sabes perfectamente que lo que sea que esté pasando me incluye.

-Esto no, Jake… -le miré apenada-. Esto es algo en lo que no tienes nada que ver… -su rostro se apagó ligeramente, pero sabía que debía ser yo quien lo apartara de esto-. No debes venir.

-Cariño… -mi madre se acercó-. Deberías ir a ver a tu abuelo, Charlie está preocupado por ti…

-Por supuesto…

Me despedí de toda la familia, con una atenta mirada de mi abuela, que parecía sufrir por mí de un modo intenso, lo que me llevó a reparar más tiempo en ella, no quería que sintiera ningún tipo de pena por mi causa. Jake me ayudó a entrar en el coche y me llevó hasta la puerta de casa de mi abuelo.

-Imagino que… querrás estar sola con él.

-Sólo será por un par de horas… si quieres podemos quedar después.

-¿Quieres que venga a buscarte? –Le miré sorprendida-. Bueno, si no quieres puedo hacer otras cosas, no quiero que te sientas…

-Jake… -le corté-. Ven en un par de horas, sólo lo decía por si querías hacer algo sin mí… no sé, quizá querías quedar con los chicos…

-No, está bien… -me acarició el rostro, mirándome profundamente-. Vendré en dos horas a buscarte… ¿vale? –Asentí-. Pásalo bien…

Me bajé del coche y esperé en la puerta a que mi abuelo abriera, mientras él me observaba desde el coche. En el momento en que mi abuelo abrió la puerta él arrancó. Fue un gesto extraño por su parte, pero más extraño fue la manera en que ese hecho me agradó.

Mi abuelo me abrazó y me hizo pasar. Nos sentamos en la cocina mientras me preparaba algo para almorzar.

-Si hubiera sabido que venías, hubiera intentado preparar algo decente…

-Abuelo… -le miré alzando una ceja-. Tú y “preparar algo decente de comer”, no pegan mucho en la misma frase…

-Sí… -los dos nos echaos a reír-. Es cierto… -puso un plato con tostadas en la mesa y sirvió dos vasos de zumo. Se sentó frente a mí y me miró, sonrojándose levemente y mirándome de un modo raro-. Nessie… nena. Me gustaría hablarte de algo, aunque me imagino que tus padres me llevarán ventaja en eso… pero necesito hablar del tema contigo.

-Abuelo… -me fijé en que su sonrojo aumentaba y su gesto era casi de preocupación-. Sabes que puedes hablar conmigo de lo que quieras…

-Verás… -alzó sus ojos de la mesa y me miró intentando analizar mi expresión-. Es por Jacob… -estuve apunto de atragantarme con la tostada, por lo que su gesto cambió ligeramente hacia la diversión-. Sé que siempre habéis estado muy unidos, que siempre ha cuidado de ti y tus padres lo han permitido por una extraña razón. Un día, hace bastantes años, Emily me contó algo sobre la manada…

-Abuelo…

-Déjame acabar, nena –asentí-. Sólo quiero estar seguro de que es lo que realmente quieres, que tendrás cuidado en… ciertos temas…

-¡Abuelo, basta! No necesito ningún tipo de charla sobre nada de eso, creo que tengo información suficiente… -mi abuelo abrió los ojos y se puso rojo, parecía que le fuera a estallar la cabeza-. Quiero decir, que además es mi mejor amigo, no hay nada por lo que preocuparse…

-Nena… he vivido algo parecido antes. Al parecer las mujeres de la familia sois propicias a crear ese efecto en los hombres, pero creo que esto es incluso más fuerte que lo que viví con tu madre. Además, él no es que sea un niño, es todo un hombre, con una casa y todo lo que puede eclipsar a una joven como tú… Me da miedo que por esas cosas, por todo eso y por lo que me dijo Emily, te veas obligada a estar con él, es algo que no puedo quitarme de la cabeza, que no tengas elección.

-Abuelo… tengo elección. Sé perfectamente que puedo tener a cualquiera a mi lado, de hecho… -mi tono se quebró, pero mi abuelo me miró de un modo que me hizo decidirme-. Para ser sincera, cuando mis amigos… bueno, ya sabes… No sufrí sólo por amistad. Amaba a Allison, de un modo que ni siquiera ahora entiendo, pero nos queríamos y éramos felices juntas… -Mi abuelo me sorprendió, hizo un asentimiento como si ya lo supiera-. ¿Lo sabías?

-Podía imaginarlo… hablabas mucho de ella, tu tono de voz cambiaba… pero no me atrevía a preguntar, en cierto modo, no quería saberlo. Pero el día de la fiesta de tu cumpleaños, lo pude ver claramente, no quise comentarte nada porque pude ver la incomodidad que podía suponer algo así, pero lo terminé de entender aquel día en el pabellón del colegio. Lo siento nena…

-Lo sé… -me acarició el rostro y tomó mi mano, por lo que respondí con una sonrisa-. Así que como ves, aunque comenzara a salir con Jake, no sería la primera vez, he tenido elección. Siempre soy yo la que le marca el ritmo… o casi siempre.

-¿El ritmo?

-Bueno, lo que Emily te explicó. Él siempre ha sido todo aquello que he necesitado, pero creo que deberías darle un voto de confianza, pues si fuera por mi parte, estaríamos juntos desde hace tiempo. El problema es que él no quiere, me ve demasiado joven…

-Pero en el funeral de Billy… -nuestras miradas se encontraron y entristecieron-. Pensé que ya estabais juntos, todo el mundo lo comentaba, fue algo así como un escándalo, ya sabes…

-Abuelo, creía que tú no hacías caso a las habladurías…

-Lo sé, pero se te veía tan a gusto a su lado, con su familia…

-Y así es, pero dudo que sea el momento de algo más, creo que ese día él… -mi rostro debió mostrar la tristeza que sentí en ese instante, pues mi abuelo alzó las cejas-. Me besó por la mañana… pero creo que sólo quería sentirse querido, no creo que realmente quisiera hacerlo…

-¿Te besó?

-Sí, lo hizo. –Mi abuelo estaba rojo, pero ahora de furia. Acaricié su brazo-. Entiéndelo, hace tiempo que yo buscaba un gesto como ése, él estaba demacrado… pero no ha vuelto a hacer mención de querer besarme de nuevo.

-No sé porqué motivo me sorprende… -mi abuelo sonrió levemente, parecía recordar algo que no quise saber, yo también podía imaginarlo-. Entonces, ¿estáis juntos?

-No lo sé, abuelo, no lo sé… no hemos hablado del tema, ni creo que sea el momento adecuado para hacerlo…

-Tienes razón…

Sonaron unas llaves en la puerta y me sorprendió ver allí a Sue. Iba cargada con unas bolsas, mi abuelo se levantó veloz a ayudarla, dándole un tierno beso en los labios. Esa imagen me hizo sentir de un modo extraño, la gente a mi alrededor parecía estar feliz con su pareja, todos emparejados y felices… y al parecer, la única pareja que se suponía obvia desde hace años, nosotros, Jake y yo… apenas nos habíamos dado un beso. Aunque seguramente ese beso sea lo mejor que me ha pasado en mi vida, nunca me había sentido igual… incluso la piel se me erizaba al recordar sus labios junto a los míos…

-¡Nessie! –un abrazo de Sue me devolvió a aquella cocina amarilla de mi abuelo-. ¿Qué tal está Jake? Seth me ha dicho que le ha llamado para que acudieran al taller, al parecer va a abrir incluso hoy…

-Creo que iremos a comer con los chicos…

-Sí, eso me ha dicho Seth… -se quedó seria y pensativa-. Sólo venía a traerte algo de comida…

-Gracias cielo… -mi abuelo la abrazó y le dio un dulce beso en la mejilla, por lo que Sue se sonrojó-. Eres la mujer más maravillosa del mundo.

-Bueno, creo que será mejor que me vaya…

-¡No! Quédate… -le sonreí-. Me encanta tenerte aquí, con mi abuelo… se ve que le cuidas -toqué la pequeña barriga de Charlie-. No va a morir de hambre, eso seguro…

Las dos nos echamos a reír mientras mi abuelo hinchaba el pecho y metía algo de tripa, lo que nos hizo reír más. Pasamos el resto del tiempo hablando sobre todo lo acontecido en mi ausencia, anécdotas de Ephraim, que ahora pasaba mucho tiempo en casa de Sue, de los mellizos, de Claire… cosas que me hicieron sentir mal, ya que me hubiera gustado vivirlas.

Un motor resonó en la calle, así que me levanté de golpe, sorprendiendo a mi abuelo y a Sue. Ella comenzó a reír, imaginando quién venía, pero mi abuelo hizo una mueca entre la desaprobación y la diversión. Le di un beso enorme mientras Sue reía y después la besé a ella. Mi abuelo se levantó y abrió la puerta, haciendo un gesto invitando a Jake a entrar. Acudí para asomarme, al igual que Sue. Jake se acercaba serio, caminando decidido y le tendió la mano a mi abuelo, guiñándome un ojo a la vez.

-Buenos días, Jacob.

-Charlie…

Mi abuelo escaneó a Jacob, su mirada era triste a la vez, intentando transmitirle algo que no entendí, pero que mi mejor amigo contestó con un asentimiento.

-¿Quieres pasar a tomar algo? –Sue sonrió apenada-. Puedes descansar un poco.

-Gracias, pero los chicos me esperan en el taller, debo volver. Sólo venía para recogerla, Darlene está aburridísima allí…

-No sé cómo podéis abrir el taller un domingo… -mi abuelo no terminó su frase, ya que una mirada de Sue bastó para que no siguiera-. Además, dudo que en agosto haya demasiado jaleo…

-Ya Charlie, pero hace días que no trabajamos como es debido, así que hay trabajo acumulado… papeleos casi todo… además el martes es día diecinueve… quiero darle fiesta a los chicos.

-El cumpleaños de Seth… -Sue sonreía-. Seguro que estáis dos días sin apenas dormir…

-Sí, así que será mejor no abrir… -una fugaz sonrisa se dibujó en el rostro de Jake-. Bueno, debemos volver… ¿o quieres quedarte?

-No… creo que Darlene no me lo perdonaría…

-Pobrecilla… -Sue empezó a reír-. Espero que al menos se comporte como lo haría el joven Seth…

-Sabes que siempre la hará feliz… -Jake le sonreía-. Además el joven Seth sigue estando bajo ese caparazón de chico rebelde… pero creo que a ella también le gusta esa parte…

-No, te equivocas… -me miraron sorprendidos-. La adora, mejor dicho.

Todos sonreímos y me despedí de nuevo de mis abuelos, saliendo en dirección al taller. Los chicos me recibieron como siempre, después Darlene y yo fuimos a casa de Seth para prepararles algo de comer.

-¿Qué tal lo lleva?

-Bueno… lo lleva, que no es poco. A veces se queda tan ausente que me da miedo, pero a ratos parece ser él mismo… no sé…

-Nessie… es normal. Recuerda lo doloroso que es perder a alguien…

-Lo sé… -ambas entristecimos, pero un rápido recuerdo de aquel sueño, hizo cambiar mis sentimientos-. Estarían alucinados… verte aquí con ellos… no sé. Te veo bien aquí.

-Sí… mi tía Cinthia dijo que me veía feliz, radiante… al parecer se me nota a la legua que estoy enamorada… incluso mi padre me lo nota en la voz. Pero bueno, hablando de amor… ¿ha pasado algo que debas… mostrar?

-No… nada más. No ha habido mención de que fuera a besarme. Creo que no quiere estar conmigo, lo cual creo que es lógico…

-Sí, pero yo creía que por fin acabaríais juntos, aunque no parezca el mejor momento del mundo, parece que sea el momento en el que debéis estar juntos, vuestro momento.

-No sé, pero tampoco me apetece estar pensando en qué somos o en qué hacemos, si debo besarle, si debo… -respiré- arrancarle la cabeza a tu novio… -Una risotada estalló desde la puerta de la casa mientras se abría-. ¿Te parece bonito escuchar conversaciones ajenas?

-No son ajenas, mi mejor amiga y mi novia hablan de mi mejor amigo… creo que no es un delito federal, aunque siempre podemos preguntarle a mi padrastro, también conocido como abuelo Swann.

-Seth… -Darlene uso su tono suave de reprimenda, mientras él se lanzaba a darle un beso tierno y apasionado que me hizo sentir desubicada-. ¡Seth! ¿Qué quieres?

-Sólo venía para ayudaros a llevar la comida.

-Pues toma perro… -le estampé la bolsa contra su pecho y me miró divertido-. Creo que deberías adelantarte con eso, nosotras iremos con lo demás… será a ti a quien ataquen tres lobos hambrientos…

-Si no me lo como yo antes…

Se marchó mientras reíamos, Darlene me miró preocupada, pensando que me había ofendido por los actos de Seth. Le mostré vía telepática que no, pero que no quería que Jacob se enterase de mis pensamientos de ese modo… si a él le daba por recordar la conversación cuando ambos estaban en fase, Jacob lo sabría, y no quería confundirle más.

Comimos en el taller, para después ir a la playa. Nos pasamos la tarde allí, con toda la manada, incluidas mitades y descendientes. Jacob parecía ausente a veces, por lo que yo hacía alguna travesura con Claire para hacerle sonreír. Parecía embobado cuando sostenía a alguno de los mellizos, que ahora ya casi tenían el año. Sentía que esa media luna era nuestra, ese pequeño rincón apartado de turistas en el que siempre nos reuníamos.

-Deberíamos ir a Jenner, antes de empezar el curso.

-Sí… -Darlene me sacó de mis pensamientos-. No sería mala idea, pasar unos días allí con los chicos. Cuando vuelva de Alaska, si todo va bien, podremos ir.

-Seguro que no pasa nada… -Darlene me empujó levemente-. No sé muy bien cómo funciona todo eso de… bueno, de vuestro mundo. Pero todo saldrá bien, lo presiento.

-¡No, por favor! Más videntes no…

Todo el mundo se echó a reír ante mi comentario, todos excepto Jake, que ahora parecía más preocupado que antes. Comenzaba a ponerse el sol, por lo que era hora de volver a casa. Nos despedimos en el aparcamiento, adulando a los pequeños. Jake me abrió la puerta y le observé rodear el coche, ausente, perdido, preocupado. Nunca le había visto así.

-¿Destino? –Preguntó con una falsa emoción-.

-A casa… ¿no?

-Sí… -una media sonrisa se dibujó, parecía sincera-. Pero… ¿Cuál?

-¿Por qué lo preguntas? ¿No quieres que me quede contigo?

-No sé, quizá no quieras quedarte… además mañana madrugas mucho, no sé… Sólo pensaba que igual querías ir hoy con tu familia.

-No… estos días voy a estar con ellos, así que preferiría pasar el mayor tiempo posible contigo, no sé cuántos días voy a tardar a volver…

-Vale, vale, sólo quería asegurarme. ¿Te importaría que hagamos un pequeño desvío?

-No… -negué sorprendida y curiosa-. ¿Dónde quieres ir?

-Es una sorpresa…

Una sonrisa más sincera se dibujó en su rostro, encendió el motor y tomó rumbo a la carretera, pero tomó un desvió hacia el sur, comenzando una estrecha carretera apenas visible. Le miré extraña y él se echó a reír. Pronto pude ver la costa de nuevo, le miré extrañada pero sólo alzó las cejas, no me iba a contar nada. Paró el coche en medio del bosque, sonriendo enormemente al ver mi cara de incredulidad.

Abrió la puerta y me tendió la mano para bajar, sonriendo como un niño pequeño. Daba zancadas en vez de pasos, arrastrándome con él y con su emoción, que ahora me había contagiado. Llegamos a un ligero barranco, el cual me ayudó a bajar y abrió los brazos mostrando la playa. Sonreí de un modo increíble al ver aquel hermoso lugar. Mis recuerdos no le hacían justicia.

-¿Estoy donde creo que estoy?

-No sé… -sonreía. Se giró y señaló uno de los islotes-. No sé si recuerdo todos los nombres… Aquella creo que era vainilla… esa de allí naranja… aquella manzana.

-¡No! –Me miró sorprendido y yo fingí ofensa-. No te acuerdas. Esa no era manzana, era mora, manzana era la de al lado… la de después era mandarina.

Nos miramos sonrientes y le mostré mis recuerdos. A ojos humanos aparentaba once años, fue uno de aquellos fines de semana que pasaba en Forks de visita. Jacob estuvo suplicándole a mi padre durante semanas que quería llevarme a un sitio de acampada. Mi padre accedió, haciendo que Emmett le dejara el jeep y lo cargaron hasta arriba con una tienda de campaña enorme, dos camas hinchables y mantas y comida. Nos parecía excesivo tanto para pasar sólo una noche, pero era la condición de mis padres.

Al principio estaba emocionada por el hecho de pasar un día con mi tío, me parecía una playa más, una playa corriente, hasta que Jake me confesó el motivo de llevarme hasta allí. Sabía que me iba a hacer gracia el nombre de esa bahía, Strawberry. Estuvimos el día inspeccionando la orilla, buscando conchas y jugando y corriendo. Por la noche encendió una fogata y comenzamos a ponerles nombres de frutas a aquellos islotes, pensando que así sería un sitio aún más dulce, creando un lugar en el que estuviéramos rodeados de frutas, como si nadásemos en una macedonia. Jake sonreía ahora, al igual que yo.

-No sé porqué, pero he recordado este sitio por uno de los comentarios de Claire… inevitablemente me he perdido en recuerdos de cuando eras una enana… -me revolvió el pelo y anduvo hacia los árboles-. Creo que por aquí enterramos algo…

-Sí, creo que… -me situé bajo el pequeño terraplén, donde aún estaba el arbusto que me llamó la atención. Caminé contando quince árboles hacia el sur, luego cinco hacia el interior del bosque. Jake me seguía divertido-. No recordaba esto… hasta que he venido. Había olvidado nuestro tesoro…

-¿Recuerdas qué había dentro?

-Eso creo… pero vamos a recordarlo…

Comenzamos a escarbar en la tierra, viniendo el vívido recuerdo de cuando enterramos aquel cofre tallado en una de las maderas que había a la deriva en la playa. Jake intentaba enseñarme a tallar la madera, él hizo dos muñequitos, uno mío y otro suyo, mientras yo tallaba frutas.

Cuando abrimos el baúl comenzamos a reír, todo estaba intacto.

-No te ganarías la vida con esto… -Jake sacudió entre sus dedos una especie de fresa, que parecía de todo menos eso. Le fulminé con la mirada-. Estás tan… adorable cuando te enfadas…

-Ya… -se levantó acercándose a mí y dándome un beso en la mejilla, que me dejó sonrojada y embobada-. Es fácil meterse con una niña…

-¿Estás admitiendo que eres una niña?

-No… estoy diciendo que era una niña cuando hice eso, debería darte vergüenza meterte con un objeto que una niña hizo con todo su cariño para su tío…

-Bueno, pero ahora esa niña ya es casi una mujer… debes admitir que esta –dudó-, cosa, no se parece a ninguna fruta…

-¡Es una fresa!

-¿A sí? –comenzó a reír-. Pero que sea un desastre, no quiere decir que no me haga ilusión recuperarla… sabes que me encanta tener todas estas… cosas. Sin embargo, mis muñecos son geniales…

-Déjame verlos –me tendió los muñecos, realmente eran buenos-. Sí, no están mal.

-¿Te estás picando?

-No, para nada.

-Ya, claro. Toma esta… mmm..., ¿Piña?

-¡Es una mora! –le lancé una de las frutas de madera, que rebotó en su cabeza dejándole asombrado-. ¡Idiota!

-¿Esas tenemos?

Se levantó y salí corriendo, sabiendo que me torturaría durante un buen rato con cosquillas por lanzar objetos a su cabeza, como Quil le hacía a Claire. Corrí por la playa, pero pronto me alcanzó, haciéndome volar por los aires como si tuviera el peso de una pluma, haciéndonos girar mientras con la otra mano me hacía cosquillas. Pude hacer pie y le empujé, liberándome para salir corriendo, aunque de nuevo no llegué muy lejos, me placó y me torturó durante un rato, hasta que apenas podía respirar. Se tumbó a mi lado, viéndome cómo recuperaba el aliento y sonriente. Giré y me puse sobre él, que me miraba curioso y sonriente. Posó sus manos en la curva de mi espalda, sabiendo que si quería podía besarle, él no me apartaría. Pero no podía hacerlo, no ahora. Besé la punta de su nariz, que hizo que su cuerpo se estremeciera bajo el mío. Le miré y parecía feliz. Me levanté y salí corriendo hacia el agua, arrastrándole conmigo. Nos salpicamos y jugueteamos hasta que vimos que era tarde, deberíamos ir a casa si quería dormir antes del vuelo. Recogimos nuestro tesoro, decidiendo que sería mejor enterrarlo de nuevo, para después volver al coche rumbo a su casa.

Después de cenar la pena volvió al rostro de Jake, estaba serio, con la mirada ausente y gesto preocupado. Le di un leve codazo, intentando atraer su atención, pero el intento de sonrisa que forzó en su rostro, sólo me hizo sentirme peor.

-¿Estarás bien estos días?

-Claro… no te preocupes por mí, arregla esos asuntos que tenéis pendientes… -su tono era casi furioso, le miré apenada-. Olvida esto… sólo que me resulta extraño que me ocultes algo, no me gusta… me siento impotente si no puedo hacer nada, ni siquiera estar presente.

-Jake… -acaricié su rostro-. Prometo que te contaré todo, siempre lo he hecho. Pero me conoces, al igual que yo a ti, por eso sé que no debes participar esta vez. Me gusta que seas protector, pero tengo que aprender a resolver yo sola mis asuntos… -una sonrisa torcida se dibujó en su rostro-. ¿Qué?

-Nada, sólo que… a veces parece que seas hasta adulta… -una leve carcajada salió de su pecho, mi ceño se frunció en respuesta-. Ves, ahora casi estás como Claire…

-Me voy a dormir…

Me levanté del sofá echando humo, mientras Jake se reía en el sofá. No subí más que dos peldaños, cuando noté que mis pies no tocaban el suelo. Un caluroso abrazo me elevaba, sus brazos me elevaban por la cintura, su mejilla apoyada en mi espalda. Acaricié sus brazos y sonreí, no hacían falta más palabras.

Me dirigí al armario y me puse el pijama, me tumbé en mi cama con la puerta abierta, como la de su cuarto. Podía ver sus ojos mirarme a través de la oscuridad, podía contemplar un rostro nostálgico y apenado, suplicante de cariño como los días anteriores. Estiré mi brazo y él entendió mis pretensiones, levantándose y poniéndose de cuclillas, aferrando mi brazo.

-¿Puedes quedarte conmigo esta noche?

No hicieron falta más palabras, su cuerpo se hizo un hueco en la enorme cama que había creado para mí, dejándome descansar en ese cálido refugio que tanto me gustaba.

Unas cálidas caricias me despertaron, una triste sonrisa me daba los buenos días, apenas habíamos dormido un par de horas, pero era hora de marcharme. Me ayudó a llenar una pequeña mochila, mi viaje no iba a durar mucho, pero desearía que fuera en cualquier otro momento, menos en este. Detestaba dejarle solo ahora.

Quiso conducir mi coche hasta la puerta de casa de mis abuelos, mi padre y mi madre esperaban a la entrada. Toda mi familia estaba distribuyéndose en los coches, mientras mi padre se acercaba al mío.

-Será mejor que vosotros os adelantéis, nos veremos en la puerta de embarque –mi padre besó mi frente con sumo cuidado-. No tardéis demasiado.

Jake se limitó a asentir y arrancó de nuevo mi coche, conduciendo a una velocidad más lenta de lo habitual, fijándose en la carretera con esa mirada que empezaba a odiar.

-¡Para!

-¿Qué? –me miró sorprendido-.

-Para el coche Jake, por favor… -me miró asombrado y paró en el arcén-. Gracias.

-¿Qué mosca te ha picado?

-No quiero verte así, lo odio, me crea una sensación que no puedo controlar. Quiero que me digas en qué piensas a cada momento, quiero que me cuentes qué te ocurre cuando miras de ese modo, sin ver nada. No te lo guardes, Jake, cuéntamelo.

-Ness… -Jake comenzó a temblar y se bajó del coche, andando a zancadas hacia la espesura del bosque, por lo que le seguí-. Mira, por una parte me alegro de que te tengas que marchar, pero por otra…

-¿Te alegras de que me marche?

-Nessie, no puedo quitarme de la cabeza… odio que me veas así, créeme. Por eso creo que es mejor que te vayas un par de días… -cogió mis manos-. Ahora no voy a ser buena compañía, necesito estar sólo, antes de que tú nacieras el de las huidas era yo, no Leah… -hizo un intento por sonreír, pero sólo se quedó en intento-. No puedo asimilar que Billy ya no esté, necesito, no sé, darme cuenta de que es real.

-Jake… -acaricié su rostro-. ¿De verdad es eso lo que necesitas? –Asintió-. Yo creí que te ayudaba el estar conmigo…

-Y lo hace pequeña, en serio. Pero creo que va a ser bueno, sólo necesito un par de días, correr y no sé… sólo correr.

-Te entiendo…

-¿No estás enfadada?

-No, claro que no. Corre todo lo que quieras, ve a verle… sé que te vendrá bien. Háblale, dile todo aquello que no le pudiste decir antes. Sólo espero que me llames si algo va mal, no quiero que pases todo el tiempo solo… eso tampoco es bueno.

-Lo prometo. Tengo una fiesta a la que ir… -hizo una mueca-.

Tendí mi mano y él se aferró a ella, volvimos hasta el coche y me llevó al aeropuerto, cogiendo mi mochila y mi mano, llevándome hasta la puerta de embarque. Mi padre asintió y comenzaron a entrar, yo me quedé allí, era hora de despedirse. Le abracé, respiré su aroma de un modo que cada célula de mi cuerpo pudiera recordar su olor durante estos dos días, le mostré lo mucho que ansiaba nuestro reencuentro, pudiendo notar que él hacía un gesto parecido al mío.

El vuelo se me hizo eterno, pero al ver a aquellos parientes, si es que pueden llamarse así, una extraña alegría me embargó, estaban exactamente igual a hacía meses, una sensación extraña, pues con mis amigos y parientes humanos, siempre notaba algún ligero cambio. Ese mismo día nos instalamos en casa de los de Denali, habían preparado especialmente una habitación para mí, era la única que debía dormir.

El lunes desperté ansiosa, llamé a Jake para ver cómo se encontraba y a Darlene y a Seth para que cuidaran de él. La visita se alargó más de la cuenta, pues pasamos casi toda la semana allí. Fueron unos días intensos, charlas continuas sobre posibles planes de ataque, pero todo eran castillos de naipes colgando de un hilo, pues ninguno sabía, ni siquiera Alice, si la amenaza de Adam era real.

Estaba realmente histérica, llevaba días con mi familia, Em y Jazz intentaban distraerme, incluso organizaron algún que otro partido, pero notaba ese ambiente de nerviosismo en ellos, sabiendo que era probable una batalla. El viernes por la tarde estábamos en uno de esos partidos cuando Alice se quedó estática, con esa mirada que no presagiaba nada bueno.

Quería saber qué sucedía, usé el don de mi padre, pero no veía nada, sólo una pantalla blanca en su cabeza. Comenzaron a colarse imágenes rápidas, que no dejaban nada claro. De pronto comenzaron a fijarse más, pudiendo reconocer aquel lugar, aquella habitación en la que había pasado largos días de verano, pero yo no estaba sola. Estaba en brazos de Adam, yo dormía y él acariciaba mi rostro mostrando una mirada cargada de amor. Gruñí de modo instintivo. Mi tía salió de aquel trance y me miró asombrada y asustada, acercándose a mí lentamente. Dudé y lo pensé, algo que nunca podría haber imaginado. Mi tía se irguió del mismo modo de nuevo, afianzando esa misma imagen.

-Pasará, Nessie. Algo va a ocurrir que cambie tu situación, no puedo comprender la razón, pero ahora veo tu futuro mucho más claro, mejor que nunca. ¿De verdad quieres estar con él?

-No, claro que no. Todos sabéis con quien quiero estar…

-Cariño… -mi madre se aproximó a mí-. Creo que deberías buscar a Adam, antes de que tú y Jake deis algún otro paso. Si quieres estar con Adam, podremos entenderlo, pero por favor, no le hagas daño a Jake.

-Mamá… nunca le haría daño, lo sabes, le quiero. No entiendo porqué…

-Debes averiguarlo… -mi padre se adelantaba incluso a mis pensamientos-. Podemos acompañarte.

-No papá… es algo que debo hacer sola… -todos me miraron asombrados-. Sé que Adam está en Europa, no será difícil localizarle, Erica podrá ayudarme. No me hará daño, puedo controlar vuestros dones desde lejos. Será fácil.

-Deberías crear un aura de calma incluso antes de verle, así será más fácil. Si se envara cuando te vea, será más difícil de controlar, así que evita la sorpresa y la confusión… -tío Jazz me abrazó-. Realmente me gustaría acompañarte, pero sé que quieres hacerlo sola…

-Sí… -me separé ligeramente y me miró, llenándome de una sensación de respaldo mientras me sonreía-. Os informaré de cada paso, podremos comentar tácticas… -le sonreí-. Gracias.

-Cariño… -mi madre me abrazó, al igual que mi padre-.

Unos brazos enormes me alzaron por los aires, aquel abrazo de oso me hizo sentir algo indescriptible, pero mi visión de mi tía Rose, rota y enfadada, consolada por Alice y Esme…

-Os quiero… -les mostré a las tres lo mucho que iba a echarles de menos. Mi abuelo sonreía mientras abrazaba a Esme-. Os voy a echar de menos a todos…

-Me preocupan tus fases… debes estar receptiva a los cambios. Debes volver a casa si comienza de nuevo… -asentí-. Prométemelo.

-Lo prometo… -me abracé a mi abuelo fuertemente-. Cuida de todos…

-Vamos, te llevaremos al aeropuerto… -Esme me tendió la mano-. Odio que te tengas que ir… más sabiendo que te vas sola… Llámame si tienes la necesidad de huir… ya sabes.

-Lo haré abuela, lo prometo.

-Creo que deberías ir a Forks antes, debes despedirte de tus amigos y de tu abuelo.

-Tienes razón… llamaré a Jake para que me recoja en Seattle.

Así lo hice. Mi familia y los de Denali me acompañaron de vuelta a Anchorage, donde cogí un vuelo a Seattle. Tania me dio un sobre, al igual que Kate y Carmen. En el avión abrí el de Tania.


Querida Nessie.

Esta llave que te entrego es de una casa que compré en Suiza, mucho tiempo atrás, cuando esperaba que tu padre… bueno, imagino que ya conocerás la historia. Creo que será mejor que lo tengas tú.

Cuídate, Tania.


Era una llave que parecía antigua, tenía un llavero enorme, en forma de dos corazones entrecruzados, en platino y rubíes incrustados, bastante llamativo. Me sorprendió y comencé a contar las piedras, había ciento quince.

La señora de mi izquierda me miraba con ojos desorbitados, así que guardé aquella llave en mi bolsillo de un modo despreocupado, esperando que aquella señora dejara de mirarme de ese modo tan despectivo.


En el sobre de Kate había un collar de un rayo, por lo que me hizo sonreír. Lo inspeccioné y leí una inscripción con una letra muy pequeña, “Está dentro de ti”.

Carmen había puesto un cheque por valor de diez mil euros, me sentí extraña. Mi familia, los Vulturis, ahora los de Denali… no tenían ningún tipo de apego al dinero. Recordé aquella conversación hace tiempo, con mis amigos, cuando hablaban de las propinas de sus abuelos, cantidades irrisorias comparadas con las propinas de los vampiros. Comenzaba a sentirme la niña más mimada del mundo. Saqué una carpeta en la que ponía “Información útil. Eleazar.”. Me quedé helada y miré a mi alrededor. Aquella señora seguía inspeccionando mis movimientos, así que decidí dejar la lectura para más tarde, mi gesto de sorpresa ante ese dossier no había pasado desapercibido para ella, así que preferí guardarlo a ser hostil con ella.

Era noche cerrada cuando aterricé en Seattle, aquel hombre que tanto ansiaba ver estaba apoyado en su nuevo Ford, su mirada era ligeramente ausente, pero parecía menos confuso que días atrás. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al verme, haciendo que mi cuerpo corriera y saltara sobre él de forma instintiva.

-¿Me echabas de menos? –Dijo en tono chulesco, mientras me abrazaba y me besaba en la mejilla. Bajé de su cuerpo, al que me había aferrado con brazos y piernas-. Estás preciosa…

-Te veo bien… -acaricié su rostro-. ¿No me has echado de menos?

-No mucho… -intentaba un gesto duro, pero una sonrisa enorme se dibujaba en su rostro. Reí y me dispuse a subir al coche, pero unos brazos cálidos me atraparon-. Sabes que mi casa no es casa sin ti.

Dicho esto aflojó su presa y me abrió la puerta del coche sonriente. Me sentía extraña ahora con él, no podía dejar de pensar en la imagen de mi tía Alice. El camino fue silencioso, pero su rostro no estaba tan desencajado como la última vez.

-Te veo mejor.

-Lo sé… he estado en fase la mayor parte del tiempo, cuando no hablaba contigo ni estaba en el taller… apenas he estado por casa.

-¿Dónde has estado?

-Con mis padres… -le miré raro-. Bueno, algo así. He merodeado por lugares significativos para ellos, buscando… no sé.

-¿Has encontrado algo?

-Nada material… -alcé las cejas-. Me he sentido extraño estos días, protegido. Como un aura que me hacía sentir mejor… querido por ellos. Es una locura, pero es como si estuvieran diciéndome que siempre cuidarán de mí… algo extraño… ¿Parezco un loco?

-No… para nada. Sé que cuidan de ti.

Cenamos en su casa y nos sentamos en el sofá para ver una película de hace años, “El hombre bicentenario”. Me resultó tan sumamente triste… que al final tuve que llorar. Jake no paraba de reírse por eso, pero intentó hacerme reír para que no pensara en ello.

Fui a la cocina para beber algo de zumo, Jake me pidió que le llevara leche. No entendía cómo podía gustarle aquello, su olor era algo que me producía mal estar, me encantaba el queso y cualquier derivado de la leche, pero la odiaba sola. Serví un vaso de zumo y otro de leche, cuando regresé Jake ojeaba un álbum de fotos.

-¿Y eso?

-Un álbum que cogí de casa de Billy, es de cuando éramos pequeños… mira, en esta salgo con mis hermanas… y en esta, mi madre quiso hacerme una foto porque me acababa de caer y me había enfadado, quería hacerme sonreír.

-¿Y esta? –Era una foto en la que salía Jake abrazando a su padre y besando a su madre, me resultó tierna, ya que era cuando era muy niño-. Es muy tierna, me encanta.

-Sí… me ha encantado encontrarlo, me ha traído recuerdos de momentos que había olvidado… mira que guapos…

-Sí… -eran mis abuelos, Rene y Charlie con Sarah, Billy, Sue y Harry-. ¿Podría hacerme una copia de esta foto?

-¿Para Charlie? –Asentí-. Claro, mañana podremos ir a Port Ángeles… ahora es hora de dormir, ya hemos trasnochado mucho…

-No te pongas en plan tío Jake…

-Venga, venga –se levantó y tiró de mí-. No quiero que acabes durmiéndote en el sofá…

Me llevó hasta el piso de arriba y me besó la coronilla, para después meterse en su cuarto. Me sorprendió que cerrase su puerta, ya que había pensado que dormiríamos juntos, como la última vez, por lo que me costó reaccionar para entrar a mi cuarto. Mi móvil sonó.

-¿Alice?

-Tienes la reserva del vuelo hecha, deberás estar el domingo a las tres y cincuenta y cinco en la puerta de embarque.

-Pensé que saldría mañana.

-No, ha habido un ligero cambio de planes. Irás el domingo, te encontrarás con alguien en el vuelo que te será útil… Ellos cuidarán de ti.

-¿Quiénes?

-Es una sorpresa… esperaremos tu llamada cuando aterrices en Europa.

-¿Europa? Ni siquiera me vas a decir a qué país voy… ¿cierto?

-Cierto. Una sorpresa.

-Buenas noches tía Alice… manda un beso para todos.

-¡Adiós, pequeña!

Colgué resignada, entré a mi armario y busqué un pijama corto, no hacía demasiado frío hoy. Me puse aquel blanco que estrené hace apenas una semana y me tumbé en la cama esperando al sueño, que se resistía por aparecer. Comencé a pensar en todo aquello que me estaba preocupando, como que Jake se encerrara en su cuarto, el viaje, la batalla, Adam… mi imprimación. Aquella visión de Alice. No concebía en mi mente que quisiera separarme de Jake, que quisiera alejarme de mi hogar para terminar viviendo en Volterra con él. No podía asumirlo. Me levanté y salí a aquel balcón creado especialmente para mí. Contemplé el cielo, lleno de estrellas brillantes y sentí aquel silencio, roto únicamente por la respiración de Jake y la mía, por el ruido de las ramas de los árboles mecerse, me relajaba. Una de aquellas estrellas comenzó a brillar de un modo intenso, así que le presté atención. Dibujó una estela y desapareció. Pensé en lo que quería ahora mismo, y sólo quería que todo acabase bien.

Comencé a notar el sueño, así que decidí entrar y dormir, estuve tumbada mirando el techo durante un rato, cuando un la negrura llegó a mí. Fogonazos de imágenes muy diferentes aparecieron en aquel túnel, Peter y Charlotte hablando conmigo en el vuelo, aquel salón del torreón lleno de todos los híbridos, Cayo gritándome ante Aro y Marco descolocados, una huída, yo sola por un bosque, aquel prado lleno de capas oscuras y rojas, mi familia y la manada luchando, Adam pidiéndome matrimonio para que todo acabase, su enfado al decirle que no, Adam atacando, un cuerpo sin vida en la hierba, su cuerpo.

-¡Nessie! ¡Nessie! –notaba cómo me zarandeaban. Un sonido extraño salía de mi pecho, desgarrador como nunca, el llanto de la pérdida, aquel llanto que ya conocía. Mis ojos anegados en lágrimas y él preocupado-. Sólo ha sido una pesadilla, ya está… -me mecía entre sus brazos, y tras un largo rato conseguí calmarme-. ¿Quieres mostrarme la pesadilla?

-No… -estaba asustada, extenuada. No entendía nada-. Jake, debes saber que el domingo me marcho –me miró confundido-. Debo volver a Europa.

-No, para nada…

-Es necesario. Debo hacerlo. Es importante.

-Entonces iré contigo.

-No puedes Jake… no puedes. Debo hacerlo sola, pero esta vez quería despedirme, por eso he venido. Sólo quiero que confíes en mí.

-Ness… -puse aquel rostro que Alice me enseñó. Él suspiró-. Está bien… buenas noches pequeña… -besó mi frente de un modo demasiado intenso-. Buenas noches…

Me arropó y desapareció en su cuarto. Cuando desperté la casa estaba vacía, el desayuno servido en la cocina y una nota en un jarrón lleno de flores silvestres.

No pienso dejarte ir sola. No puedo. He ido a arreglar un par de cosas para que podamos irnos mañana. Espero haber vuelto antes de que despiertes, si no es así, espero que te guste el desayuno. Te quiero. Jake.

Suspiré. Me iba a poner difícil el hecho de marcharme. Le llamé al móvil pero nadie respondía, en el taller Seth me dijo que había ido a Port Ángeles. Me dirigí a casa de Seth para ver a Darlene. Parecía radiante, como siempre últimamente. Apenas había pasado unas semanas en Monroe, ya que sus padres habían estado viajando intentando una reconciliación. Seth les había convencido para cuidar de ella, al parecer sus padres estaban encantados con él. Me contó que Kevin iba a volver esta semana a Monroe, estaba de vacaciones con Casandra y su familia. Ryan había viajado a Nueva York a pasar el verano, mientras Wanda iba a Toronto a ver a una tía.

Después fuimos a casa de Reich, encontrando también a Rebeca, que estaba ligeramente preocupada por su embarazo. Pasé la mañana con las chicas, pues acabamos reuniéndonos todas en casa de Emily. Emily nos invitó a comer, pero me disculpé para ir a buscar a mi abuelo al trabajo. Se llevó una gran alegría y me invitó a comer al bar al que solía ir él de vez en cuando.

-Pasa algo grave, por eso te vas –no era una pregunta, me limité a asentir-. ¿Volverás pronto? –Más que una pregunta parecía un ruego-.

-Eso creo, o eso espero. Quiero volver pronto, pero no sé cuánto me va a costar exactamente… pero quiero estar para empezar el siguiente curso.

-Será lo mejor, sí… -parecía preocupado, pero cambió de tema-. ¿Sabes ya a qué universidad irás? ¿Qué quieres estudiar?

-No, la verdad, no lo he pensado. Supongo que cualquier universidad querría tenerme… más bien al dinero de mis padres… -hizo una mueca de disgusto-. Pero creo que me decantaré por las ciencias puras, aún no tengo claro qué.

-Deberías decidirte pronto… -rodé los ojos-. Pero, nena… -cogió mi mano- hagas lo que hagas, siempre voy a estar orgulloso de ti, lo sabes, ¿verdad?

-Sí… lo sé –mi móvil sonó mientras acariciaba la cada vez más arrugada cara de mi abuelo-. ¿Sí?

-Ness, he hecho una copia de la foto que me pediste… ¿estás con Charlie?

-Sí, estamos al lado de la comisaría, comiendo. ¿Vienes?

-Sí, estoy de camino, llego en cinco minutos… -me colgó y fulminé el móvil con la mirada-.

-¿Pasa algo que quieras contarme? –Charlie alzó una ceja-. No soy muy bueno con los consejos amorosos… pero puedo escuchar…

-No sé, no ha cambiado nada aparentemente, pero hay algo que no sigue igual… no sé cómo explicarlo…

-La situación es delicada, los dos estáis muy… agobiados. Quizá el viaje acabe sentándote bien, aunque ahora… me da la sensación de que tienes miedo de algo.

-Abuelo… -cogí su mano-. No puedo contarte nada.

-Cosas que no quiero saber… -asentí amablemente-. Sólo espero que, al menos, llames a menudo… no dejes a tu viejo abuelo desquiciarse…

-Por supuesto.

Jacob llegó con el regalo para mi abuelo, que se emocionó al ver la foto y nos contó dónde fue tomada y la historia de aquella excursión. Pasamos la tarde con él, uniéndose Sue a media tarde. Jake me llevó a casa, el viaje lo hicimos en silencio, estaba extenuada de mantener la compostura, pues mi mente divagaba sobre la razón de aquella visión, aquella masacre, aquella reunión.

Cuando paró el coche nuestras miradas se cruzaron, estaba preocupado por mí y yo por él, no podía viajar conmigo, sabía qué iba a suceder si él me acompañaba.

-No puedes acompañarme, no es seguro.

-Por eso voy… -hizo una mueca-. No creo que sea muy bueno dejarte marchar sola a otro continente lleno de sanguijuelas… -le miré ceñuda, me molestaba ese término-. Sabes que ellos lo son, no puedo evitarlo, no merecen vivir.

-Jake… nadie les ha mostrado otro camino.

-¿Y tú vas a hacerlo? ¿Y realmente me dices que es peligroso para mí ir? Estás loca si crees que te voy a dejar marchar a ti sola contra medio imperio satánico.

-No iré sola, Peter y Charlotte vendrán conmigo. Además, será mucho más peligroso si tú me acompañas, todo será más complicado. No quiero que vengas. No te quiero conmigo allí.

-¿Estás intentando cabrearme de nuevo? No va a funcionar, no vas a hacer que cambie de opinión… ya lo sabes.

-Jake… -suspiré-. Me gustaría poder despedirme sin tener que fugarme o engañarte. Sé cuidar de mí misma, puedo hacerlo.

-¡Dios! –estaba histérico, parecía realmente enfadado, me daba miedo que entrara en fase allí dentro. Salió del coche temblando y salí temerosa también-. Esto… esto me supera, no puedo con ello. ¿Sabes acaso la angustia que supone para mí que te marches de ese modo?

-Jake yo… -me acerqué arrastrando los pies, derrotada por su afirmación-. No quiero que sufras, odio que estés atado a mí de esa manera, odio que tengas que sufrir así, por mi naturaleza… -la verdad salió de mí de un modo brusco, al igual que las lágrimas que vinieron después. Él vino a consolarme-. Odio que estemos siempre sufriendo.

-Lo sé… -presionó su frente contra la mía, aferrándome-.

-Odio que el tiempo que pasamos juntos nunca sea suficiente, que todo sea tan complicado por mis cambios…

-No es culpa tuya… -negaba contra mi frente, frotando nuestras narices-. Pero todo saldrá bien, lo sé, siempre lo he sabido. Y por mucho que sufra cuando no estoy contigo, estos momentos, todos esos momentos nuestros, hace que valga la pena sufrir. Mañana te acompañaré al aeropuerto, te despediré desde la puerta de embarque, y allí estaré el día que regreses, dentro de muy pocos días. ¿Quieres? –Asentí con nuestros rostros muy próximos, su rostro se ladeó ligeramente y dibujó una sonrisa amable, recordándome aquella vez que me consolaba cuando rompí mi espejo favorito y días después me regaló otro mucho más grande-. Te esperaré con una tarrina de helado de vainilla y chocolate…

-Te prometo que traeré algo bonito para ti…

-Nada mejor que una sonrisa, ¿vale? –Sonreí ligeramente y le miré a los ojos. Pude ver una chispa en la trayectoria de nuestras miradas. Se acercó a mí levemente, haciendo que mi corazón se acelerara a un ritmo que sólo él podía crear. Sus cálidos labios rozaron la comisura de los míos, con una dulzura nunca vista, pareciendo esperar algo más-. Aunque una respuesta no estaría mal a tu vuelta…

Se separó de mí sonriente, dejándome con una sensación extraña como aquella mañana, como alguna vez ya había sentido… ganas de sus besos, de su amor… ganas de Jacob Black. Pero no podía, debía esperar. Corrí ligeramente para alcanzarle y me monté en su espalda mientras él reía. No teníamos hambre, por lo menos no de comida, así que nos pusimos a jugar a la consola para evitar tentaciones. Después subí a coger lo poco que necesitaba de mi habitación para dejarlo en el coche, cogiendo un par de CDs que me apetecía escuchar, James Morrison y Avril Lavigne. Entré para ayudar a Jake y puse uno de las canciones que había venido a mi mente, “Tomorrow”, la cual sonaba una y otra vez mientras preparábamos la cena de un modo que me hacía sentir bien, queriendo que siempre fuera todo tan simple como ahora en este momento, sólo él y yo, sólo nosotros, momentos normales, una vida normal.

Cuando terminamos de cenar eran poco más de las once de la noche, apenas tenía un par de horas para dormir… Comenzamos a recoger y Jake se puso a fregar.

-Ve a dormir, al menos descansa un poco antes del viaje…

-No, quiero ayudarte…

-Pequeña, es mejor que descanses… -alcé una ceja-. La próxima vez, si así te sientes mejor, fregarás tú. Pero ahora… ve a dormir…

-Está bien… a veces me recuerdas a mi padre… -me miró sorprendido y casi gruñendo-. ¡Ah! Quien se pica…

Salí sonriendo de la cocina directa a mi cuarto, cambiándome y poniéndome esta vez un pijama de pantalón largo en morado y una camiseta de tirantes estampada en rosas y violetas más claros. Salí de nuevo al balcón, no iba a poder dormir y el sonido de aquel lugar me relajaba. Me apoyé en la barandilla y comencé a pensar una especie de plan, tenía que tener claro cómo comportarme, adelantarme a los pensamientos de Adam. Tendría que pensar un modo de despistarle, de engañar a esa máquina de la verdad que tenía incorporada en su mente. Pero mi poder era mucho mayor que el suyo, eso tenía que darme ventaja de algún modo…

-¿No piensas dormir? –Jake tenía una ceja alzada, los brazos cruzados y estaba apoyado en la puerta de un modo que me hizo reír-. ¿Qué?

-Estás muy gracioso cuando te pones tan… sobre protector. No creo que pueda dormir, no hoy… tengo demasiado en lo que pensar…

-Ven… -me tendió la mano y la cogí, me sentó a su lado en aquel banco, protegiéndome de la leve brisa que soplaba-. Deja de darle vueltas a lo que sea que pienses, todo va a salir bien… -me acariciaba el pelo y mi brazo, me hacía sentir bien, protegida… feliz. Era la sensación que me producían sus caricias. Besó mi pelo y repitió-. Todo saldrá bien…