Capítulo XXX: Dulces diecisiete: Besos.

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Ese día mi despertador sonó más tarde… me picaba las clases. Me desperté aquel viernes 9 de Mayo con una amplia sonrisa. Bajé corriendo las escaleras, mamá me sonrió mientras preparaba el desayuno. Era todo un gusto despertarse un viernes de instituto a las diez y media de la mañana.

-Date prisa o llegará antes que nosotras…

-Lo sé… -Le di un enorme beso-. ¿Quieres ir a maquillarte un poco más para recibirlo mientras hago el desayuno? –Mi madre me miró confusa y me tiró un trozo de tortita mientras reía-. Estás muy guapa y muy elegante…

-Deja de burlarte de tu madre o no te dirá quien ha llamado tres veces…

-¿Seth ha llamado? –Mi madre hizo una mueca y negó-. ¿Quién más me llamaría tres veces?

-No sé… parecía una niña, como era su nombre… ¿Claire?

-¿Claire ha llamado a casa? –Ella asintió mientras probaba un trozo de tortita-. ¿No te ha dicho qué le pasaba?

-No, le he preguntado si podía darte el recado, pero me ha dicho que era muy importante que tú fueras la que lo escuchara, que no podía decírselo a nadie más –El teléfono volvió a sonar-. Deberías cogerlo, quizá sea ella…

-¿Sí? –Dije descolgando preocupada el teléfono-.

-¿Dar?

-Hola cariño… ¿qué tal? ¿Ocurre algo?

-Es muy importante… Quil me ha dicho que no vas a hacer una fiesta de cumpleaños, pero he oído algo de una fiesta para ti… ¿no me has invitado?

-Cariño, claro que te invito a mi cumpleaños. Pero yo no voy a dar una fiesta… pero si quieres la doy sólo para nosotras…

-Entonces, ¿no estás enfadada conmigo? ¿No dejamos de ser amigas?

-Claro que no cariño… -Reí emocionada-. Nunca dejaremos de ser amigas, te lo prometo. Nunca daría una fiesta sin invitarte a ti… sería algo muy feo.

-Vale… me voy a clase…

-¿No deberías estar ya?

-Sí… pero ayer le quité el teléfono a Quil… -Rió con esa risita que me encantaba-. No le digas nada, es un secreto… sólo lo he tomado prestado para llamarte… bueno y a Emily, porque Quil no tenía tu número… y también a Kim, para pedirle el número de Nessie cuando no contestabas a mis llamadas… pero luego se lo devolveré y no se dará cuenta, nunca mira el teléfono…

-Vale, ya veo… -Reí-. Ve a clase, corre.

Reí colgando y mi madre me miró extrañada, por lo que le conté la travesura de Claire. Desayuné veloz y subí a mi cuarto para mirar el cielo encapotado. No hacía frío, pero sería necesaria una chaqueta… miré en mi armario y recogí el vestido que Nessie había traído de casa de Seth. Me puse unas medias negras con los botines color marengo y una chaqueta blanca. Recogí mi pelo en una coleta alta y bajé corriendo al oír a mi madre llamar al taxi. Cogí mi móvil antes de salir y miré el mensaje que acababa de llegar.

Que pases un día estupendo… me horroriza no poder verte otro fin de semana más… pero ocuparé mi tiempo preparando el cumpleaños para la mejor novia del planeta. Te quiero, mi preciosa.

Sonreí mientras mi madre sostenía la puerta con un gesto derrotista. Siempre que me veía mirando el móvil así susurraba algo de las hormonas o el amor adolescente. Monté en el taxi y me puse ansiosa… ya llevaba dos semanas sin poder ver a Seth, iba a darme algo. Pero también llevaba mucho tiempo sin ver a mi padre, era visita obligada ir a verle en su cumpleaños, que coincidió justo en el sábado anterior.

Recordé que casi lloró al verme, que me abrazó como si fuera la primera vez que me veía en años. Me presentó a sus amigos de Aurora, cenamos en un restaurante lujoso de Chicago y me quedé maravillada con cómo se las apañaba. Su casa no era nada lujosa, toda pintada de blanco y con los muebles justos y necesarios. Nunca olvidaré la cara de mi padre cuando le dije que oficialmente, Seth era mi novio. Él estaba intentando emparejarme con el hijo de la cuñada de su secretaria, o algo así, pero no pareció hacerle mucha gracia el hecho de que fuera Seth quien estuviera conmigo. Mi madre mencionó a la vuelta algo de que estaba preocupado por la edad de Seth y de cómo parecía eclipsar el resto de mi vida. El taxi paró frente al apartamento de tía Cyntia. Bajé y llamé, tardó más de cinco minutos en abrir, pero cuando oímos el grifo de la ducha… supuse que Michael había pasado la noche con ella… y la había entretenido. Estaba aún sin arreglar, y el avión de papá llegaba en una hora.

Mamá estaba histérica, así que intenté relajarla hablándole de los planes para esta semana. Michael salió del baño vestido y calzado como cualquier rompecorazones de la tele, mi madre le miró alucinada… aunque a mí no me impresionaba, hubiera preferido mil veces que fuera mi hombre el que estuviera ahí. Amablemente se ofreció a llevarnos al aeropuerto, pero mi tía insistió en que debía irse a trabajar, que ella nos llevaría.

-¿Andando? –Dijo sarcástico-. No me cuesta nada…

-He dicho que te marches… -Mi tía le dio un beso mientras le empujaba-. Adiós…

-¿Aún no ha llegado?

-No… -mi tía se sonrojó-. Al menos no le he oído…

-¿Quién falta?

-Pues… -El timbre sonó y mi tía sonrió metiéndose en su cuarto-. Averígualo…

Bajé las escaleras y abrí… no podía creerlo. Su sonrisa me dejó petrificada por unos segundos, pero pronto me arrojé a sus brazos. Parecía tan emocionado como yo, realmente le había extrañado…

-¿Cómo? ¿Qué…?

-Bueno… -Suspiró y acarició mi rostro-. Llamé a tu madre y le dije si podía venir a llevarte… necesitaba verte, al menos por un instante… te echaba de menos…

-¡Dios! –Le abracé-. ¿Cómo no me has dicho nada antes?

-Era una sorpresa… -mi madre se asomó por la puerta y saludó, mostrando una extraña sonrisa-. Creí que al final no vendrías…

-Ya estoy… -mi tía hizo una mueca extraña forzando una sonrisa-. ¿Nos vamos ya? Al final llegará antes que nosotras…

-No creo… -Reí-. Se nota que no conoces a mi novio… -Sentí una cosa extraña al decirlo tan abiertamente-. Es muy rápido…

-¿En todo? –Mi tía hizo una mueca mientras mamá rodaba los ojos y la empujaba-. No lo obvies… va en ello la felicidad de tu hija… al menos en parte.

-Cállate, no quiero pensarlo… -Mi madre sacudió su cabeza al entrar al coche y Seth me guiñó un ojo, pero no dijo ni una sola palabra-. Más le vale que frene en algunos aspectos…

-Mamá… -Las miré con odio… ya le conocían, pero era algo así como la presentación oficial de mi novio y estaban haciendo bromas sobre cosas que no deberían hacerse-. Deja que él vaya a su ritmo, sabe muy bien lo que hace…

-Tranquilas… no suelo correr mucho… -me guiñó un ojo, algo que no pasó desapercibido para mi madre que bufó-. Llegaremos en menos de veinte minutos.

Mi tía empezó a mirar a mi madre con curiosidad. Yo no entendía sus miradas y no alcanzaba a oír sus chismorreos, pero Seth tenía una enorme sonrisa dibujada en su cara, parecía relajado, tanto que tomó mi mano como siempre lo hacía mientras conducía. Llegamos en menos de veinte minutos, como había dicho, por lo que aún quedaba media hora para que mi padre viniera. Seth nos llevó hasta la puerta como si hubiera estado allí millones de veces, le miré curiosa y él tomó mi cintura.

-Estás preciosa, por si no te lo había dicho… -Sonrió de un modo que casi olvido lo que iba a decir-. ¿Qué?

-¿Qué decían en el coche? Parecían… sorprendidas o molestas, no sé… yo no tengo súper oídos y no me entero de nada…

-Bueno… -me acercó a él levemente y las miró cuchichear, mirándome después fijamente-. Hablaban de que era imposible que llegásemos tan rápido, después se han sorprendido porque conociera tan bien las calles y tomara las que menos tráfico tenían… y parece que les ha impresionado.

-Eso es genial… ¿no? –Asintió divertido-. ¿Vas a quedarte en casa el fin de semana? Quiero que te quedes… -me acurruqué en su pecho-. No quiero que te vayas de nuevo.

-Lo sé… me quedaré en casa de Nessie, no creo que sea buena idea que duerma contigo estando tu madre y tu padre en casa… -Sonrió-. Ya se está escandalizando suficiente tu madre porque estemos tan abrazados…

-Me da igual… -Le abracé más fuerte y él acarició mi pelo, acunándome-. Te he echado tanto de menos estos días que pensaba que mi corazón iba a pararse… sé que suena exagerado… pero cuando pensaba en que iba a estar otra semana más sin verte…

-Lo sé… -Besó mi pelo-. Tranquila… todo estará bien…

No dejó de abrazarme hasta que el avión aterrizó. Cuando mi padre salió por la puerta corrí hacia él y casi me caigo por el camino, lo que me hizo sentir la más patética del universo… pero mi padre obvió la posible broma y me abrazó, cargando con una enorme maleta… venía para toda una semana…

Abrazó a mi madre y a mi tía, pero su cara cambió ligeramente cuando vio a Seth… la verdad es que imponía. Le tendió la mano y Seth la estrechó con fortaleza, con decisión… nunca le había visto tan serio y formal. Ahí estaba, con su metro noventa, con sus brazos enormes, como todo él… con unos vaqueros y una camisa gris. Mamá y tía Cyntia se pusieron a un lado de mi padre, mientras yo le aferraba del brazo por el otro lado. Noté una mano cálida en la espalda, algo que me tensó y me relajó a la vez, temiendo que mi padre hiciera algún comentario al respecto.

Cuando llegamos a la puerta salieron primero ellos, quedándome yo detrás, con Seth como escolta que me tomó de la cintura y dejó su mano en ella al caminar. Mi padre se giró para buscarme y puse mi mano en su hombro. Llegamos al bordillo y Seth tomó mi mano para ayudarme a bajar, así que le miré raro, no quería demasiado contacto con él frente a mis padres.

-Ten cuidado… -Rió-. No quiero que te vuelvas a tropezar de nuevo…

-¡Idiota! –Rió mientras mi padre le miraba sonriente, ¿ahora se iban a aliar?-. Ha sido porque el suelo estaba mojado… nada más.

-Que estés temblando como un flan, que lleves tacones y que seas de naturaleza torpe… no tiene nada que ver, ¿no? –Seth me sacó la lengua y le pegué, por lo que tropecé de nuevo haciendo que todos se rieran-. Anda, cuida… menos mal que he dejado el coche cerca…

Me quedé atónita cuando mi padre me hizo meterme en los asientos traseros. Suspiré y me puse en el asiento detrás de Seth, mi padre le miraba como si fuera el examinador, y aunque no se jugaba el carné… era algo parecido.

Mi padre le hizo parar en Serious Pie, donde mi padre nos invitó a comer. Miré a Seth que parecía incómodo, se comió la pizza más despacio que de normal, y con un tamaño menor a lo que le había visto comer siempre. Me reí al pensar en que el pobre era capaz de quedarse con hambre y posiblemente así fue. Después llevó a mi tía a su casa y nos encaminamos a Monroe, aguantando mis ganas de pasar mis manos por su cuello y abrazarle. Pero él no pudo soportar el no tocarme, y pude notar su mano en mi pantorrilla, por lo que disimuladamente bajé la mano y la tomé, recibiendo unas breves caricias que se deshicieron en unos segundos. Le miré por el espejo y retuve mis ansias de besarle.

Pude notar su tacto en mi pierna un par de veces más, pero en el momento en el que llegamos a casa mi corazón se paró. Se iba a marchar y no había podido ni darle un beso. Me ayudó a bajar y mi padre ayudó a mi madre. Seth sacó la maleta de mi padre y la entró al recibidor, despidiéndose allí.

-Bueno… yo me marcho ya… -Tendió la mano a mi padre-. Disfrute de sus días libres…

-¿No vas a quedarte a cenar?

-No… me esperan a cenar.

-¿Te vuelves ahora hasta Forks? –Mi madre le miró asustada-. Yo pensé que ibas a quedarte aquí… si lo sé…

-No, voy a dormir en casa de Bella, imagino que estarán esperando a que llegue… -Sonrió-. Gracias de todos modos…

-Gracias a ti por traernos… -Mi madre sonrió y carraspeó hacia mi padre, que seguía mirándole algo curioso-. Nick, ¿recuerdas lo que te dije que iba a cambiar de la cocina?

-¡Oh! Sí, claro… enséñamelo…

-Oye… -Le cogí de la mano y lo saqué al rincón de la ventana, dándole un apasionado beso que me dejó algo atontada-. ¡Por fin! Pensaba que no iba a poder darte ni un beso en todo el día…

-Bueno… -Dijo con su tono interesante-. No sé… yo me iba a ir como si nada… puedo soportar un par de días más…

-¿Y cómo te has picado un día de trabajo para ir a Seattle? No será que estás enamorado de mi tía Cyntia…

-Seguro… -Asintió mientras se acercaba a besarme, recreándose en mis labios con cuidado y separándose de un modo algo brusco-. Bueno, ya nos veremos… -Me abrazó y se acercó a mi oído, susurrando levemente-. Deja la ventana abierta…

-Nos vemos pronto…

Sonreí y le vi marchar, mientras entraba a darle un enorme abrazo a mi padre de nuevo. Él me miró curioso y me escaneó de pies a cabeza.

-Estás hecha toda una jovencita… bueno, toda una mujer. Verte con él me ha resultado… raro. Parece que es un buen chico… aunque conduce demasiado rápido… no me gusta eso.

-Papá… ¿no será que tú conduces como una abuelita?

-Bueno, no sé… pero al menos parece que te respeta… ¿lo hace? –Asentí suplicando que no le diera por otra charla extraña-. Será todo lo grande que quieras… pero no creo que pueda contra una escopeta… así que más le vale que te trate bien.

-Vale, vaquero… -Mi madre rió-. Ve acomodándote, Darlene y yo iremos a comprar comida para preparar la cena… Quiero hacerte tu estofado preferido y pastel de calabaza…

-Suena genial… pero prefiero acompañaros, me apetece pasear por aquí…

Salimos y dimos un paseo hasta la tienda y volvimos cargados de comida y riendo porque el dependiente nuevo, que debía de ser canadiense, le había dicho que era muy guapa y que quería una cita justo cuando llegábamos nosotros al puesto de carne. La cara del hombre tenía precio…

Estuvimos los tres preparando la cena, riendo y bromeando y intercambiando historias… empecé a pensar que resultaba extraña esta situación, estar alejados parecía habernos unido más, nos contábamos cosas banales que nunca contábamos cuando estábamos los tres juntos… aunque la mejoría de mi madre era posiblemente un factor a tener en cuenta…

Después de cenar no encendimos ni la tele, estuvimos hablando mientras comíamos el maravilloso pastel que habíamos preparado. Era cerca de la media noche cuando mi madre dijo que tenía que ir a dormir, que había quedado muy temprano con Cameron. La ayudamos a recoger y mi padre empezó a montar el sofá cama, algo que me hizo sentir una cosa extraña, por un momento esperé que durmiese con mamá. Le di un abrazo enorme y subí con mamá, despidiéndome de ella en el pasillo.

Cerré la puerta y me apoyé en ella, mirando en mi móvil que pasaba un poco de la media noche. Comencé a escribir un mensaje para Seth, mientras me dirigía al armario a por un pijama. Lo abrí y me sobresalté, haciendo que riera bajito.

-¿Qué…? –Tomó mi cintura y me acercó a él, cerrando la puerta y recordándome al primer día-. ¿Otra vez jugando al escondite?

-Creo que esta vez estoy jugando a que no me pillen tus padres… -Susurró en mi oído mientras me abrazaba y besaba mi cuello-. Te echaba de menos muchísimo…

-Ya… -le besé en los labios detenidamente-. Demasiado tiempo separados… te he añorado cada noche, cada día, cada minuto… cada respiración mi pecho dolía sin ti…

-Lo sé… -Susurró con una voz ronca que me hizo enloquecer-. Llevo noches sin poder dormir, no puedo soportar que mi cama no huela a ti… -Su beso se hizo más intenso y yo notaba mis piernas flaquear-. Acabaré secuestrándote y atándote a mí…

-Hazlo…

Nos besamos y acariciamos durante un maravilloso tiempo, que terminó con un enorme suspiro por su parte, sacándome del armario y sonriendo mientras acariciaba mi pelo. Le supliqué que no se fuera y me abracé a él, él intentó moverse pero no le dejaba, así que me levantó, poniendo mis pies sobre los suyos y me acercó de nuevo al armario, rebuscando mientras le miraba raro. Sonrió y me tendió un pijama, metiéndose en el armario y cerrando la puerta. Sonreí y me cambié, abriendo la puerta sintiéndome algo ridícula por el pijama que mi madre me había regalado cuando se fue de compras locas con Catherine. Él me miró con una mueca y me avergoncé, bajando la mirada.

-Ya sé… es ridículo, Alice tiene mejor gusto… pero es un regalo de mi madre y… -su beso me acalló-. Sólo querías reírte, ¿verdad?

-No… -me besó-. Es de manga corta… -acarició mi brazo-. Aún así… creo que esta noche vas a pasar un poco de calor… -Me besó de una manera que me dejó perdida en el tacto de su lengua sobre mis labios-. Deberías dormir… es muy tarde…

-¿Te quedas?

-No podría irme dejándote pasar frío… ¿no tienes pijamas más largos? –Rió besándome y burlándose de mí, así que le di un leve manotazo en la espalda-. Ésa era la idea…

-¿Toda la noche? –Asintió-. ¿No me despertaré sola? –Él negó-. Más te vale…

Sonrió y me tumbó delicadamente, tumbándose a mi lado y acariciando mi rostro mientras yo pasaba mis manos por su brazo. Nos regalamos algún que otro beso más, hasta que mis ojos pesaban demasiado para mantenerlos abiertos y él sonrió, girándome levemente y abrazándome por la espalda. Lo último que vi fue el reloj de mi mesilla que marcaba las tres de la madrugada.

La luz dio en mis ojos y me revolví en la cama, estaba sola… no… mi padre me miraba riendo cargando con un montón de ropa.

-No quería despertarte, pero tu madre va a llegar y aún sigues en la cama… son casi las once de la mañana, ya es hora de levantarse, jovencita…

-Buenos días… -Me puse de rodillas al pie de la cama y le abracé, pudiendo ve cómo un trozo de tela sobresalía de la puerta del armario… los pantalones de Seth-. ¿Qué haces con esa ropa?

-Vengo a recogerla, tu madre la ha metido en la secadora y quería ayudarla… he guardado el resto, sólo faltaba la tuya…

-Bueno, deja eso… -Le quité la ropa y él me miró raro-. Es tu semana de vacaciones, estás de visita y eso implica que nada de labores del hogar…

-De visita… -Hizo una mueca que me hizo arrepentirme de lo que había dicho-. Ya…

-Papá… -le abracé-. Ojala todo se arregle, me encantaría que mamá y tú volvierais a ser un matrimonio normal… -Le miré con una sonrisa-. ¿Has hablado del tema con ella?

-No… -Suspiró y acarició mi pelo-. Además, la veo muy feliz, quizá ya no quiera volver, quizá estáis mejor sin mí… muchas cosas han cambiado…

-¡No digas tonterías! ¿Crees que haría tantos viajes para verte si no quisiera retomar la relación?

-Tantos como tú no haces… -Sonrió y yo me avergoncé-. Tu madre no me ha querido contar casi nada sobre él… ¿Cuánto lleváis?

-Papá… -Suspiré-. No lo sé… creo que estoy enamorada de él desde el mismo día que le conocí… así que…

-Creí que él tenía una especie de compromiso… ¿Ha dejado de lado su tradición por ti? –Me quedé helada y él me miró raro-. ¿No lo ha hecho?

-Papá… -Pensé rápido, cambiar de tema-. Tengo un dilema –Él me miró raro- ¿Desde cuando una pareja empieza a salir? –Me miró peor-. Quiero decir… hay parejas que lo cuentan desde el día que tuvieron la primera cita, otros desde el primer beso y otros desde que se pidieron salir…

-No sé… ¿Por qué?

-Porque… no sé. Es una tontería… -Hice una mueca y volví a cambiar de tema-. ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? Sería genial… me apetece ir a buscar a mamá… seguro que no se lo espera…

-Entonces date prisa… debes cambiarte, sale a las once y media y ya son y cinco… -él cogió la ropa y yo la sujeté-. No, yo lo guardo, debes vestirte…

-No, es mejor que bajes a prepararme el desayuno, yo me encargo de esto, ¿vale?

-Vale…

Se marchó y suspiré, sentándome sobre mis pies y viendo a Seth salir con una mueca divertida. Señalé su pantalón y él asintió con la misma mueca, acercándose despacio hacia mí, abrazándome y besándome levemente.

-No has cumplido… me he despertado sola…

-¿Perdona? –Me miró falsamente ofendido-. Hubiera estado si te hubieras despertado una de las tantas veces que he intentado despertarte… lo he hecho cuando ha sonado el despertador de tu madre, cuando se ha levantado, cuando tu padre ha ido al baño, cuando se ha puesto a hacer cosas de la casa…

-Vale, vale… a veces me cuesta un poco despertar…

-¿Un poco? –Rió-. De todas formas, si quieres la próxima vez me quedo, pero tú le explicas a tu padre qué hago metido en tu cama a las 11 de la mañana… ¿vale? –Le besé riendo él me apartó un poco y susurró-. Te quiero.

Saltó por la ventana y mi padre abrió la puerta de golpe mirándome raro. Saludé y me dirigí al armario a recoger mientras él negaba y bajaba las escaleras dejando mi puerta abierta. Oí que chistaban y Seth estaba colgado en la ventana, le di un leve beso y él se soltó, cayendo frente a la ventana del salón y saliendo corriendo agachado. Reí mientras le veía despedirse con la mano a la vez que corría.

Me cambié rápido mientras mi padre volvía a asomarse por la habitación con cara rara, como si estuviera perdido. Le pregunté con la mirada y él negó, girándose y volviéndose de nuevo.

-¿Has tirado algo por la ventana?

-No papá… -Dije riendo y sorprendida-. ¿Y eso? –Reí como una loca y él empezó a reír también-. Seguro que no has desayunado… ve, ahora bajo.

Me metí al armario y reí apoyando la cabeza en uno de los estantes, mi pobre padre se iba a pensar que estaba loco… pero seguro que no pensaba que mi novio era un hombre que se convertía en lobo y tan ágil como para saltar a una ventana de un segundo piso para dormir con su hija… y para tirarse de ella y huir sin que se diera cuenta. Cogí unos vaqueros oscuros y una camiseta roja, recordando que ésa era la ropa que llevaba cuando le besé por primera vez… dieciocho de abril, parecía que hacía siglos que hubiera sido aquello… y faltaba poco más de una semana para que hiciera un mes.

Cogí el bolso y los zapatos y bajé corriendo, cogiendo una tortita y comiéndola mientras me apoyaba en mi padre para ponerme los zapatos.

-¿Tacones? –Mi padre rió y yo rodé los ojos-. Te haces mayor, nunca te habían gustado y ahora… ayer botines y hoy… -Rió-. No tiene nada que ver que tu novio te saque más de veinte centímetros…

-No, nada que ver, hoy no voy a verle y me los pongo… es porque así no arrastro ningún pantalón y parezco más… no sé. Me gusta verme con tacones.

-Mayor… -Sonrió-. Eso tampoco tiene que ver con que tu novio te saque…

-¡Sólo cuatro años! No es tanto…

-Vale, vale… -Rió-. Estás algo irascible con el tema… -Negué resignada-. ¿Has dicho que no vas a verle hoy? –Asentí-. Me gustaría que le vieras… -Hizo una mueca que no me gustó nada, al igual que su tono-. Invítale a cenar…

-¡Oh, no, no…! –Negué cogiendo la otra tortita y dirigiéndome a la puerta-. Ni de coña, vamos, no quiero llegar tarde…

Cuando llegamos mamá salía hablando con Cameron, que nos saludó animadamente. Comimos con él y me dijo que mi madre ya le había contado lo que había pasado… que se alegraba de que hubiera sacado las cosas de la caja y que todo fuera bien. Mi padre le dio una buena propina a la camarera y empecé a darle vueltas al tema. Habíamos comido dos veces fuera de casa, ambas en buenos restaurantes… y él había pagado nuestros viajes a Chicago. Él me miró curioso y negué, dejando a mi madre y a Cameron mirarnos curiosos.

-¿Pasa algo, Darlene?

-No, está bien…

-Si hay algo que te preocupa… no veo mejor momento de que lo hablemos… -Mi padre sonrió y Cameron asintió-. ¿Qué ocurre?

-No es nada… sólo que… -Hice una mueca-. Me preocupa un poco el tema de los viajes… los aviones no son baratos… -Sonrió-. No sé…

-Veo que te has vuelto observadora también, no sólo has cambiado en los tacones… -Rió-. Aunque siempre lo has sido… no sé de qué me sorprendo… -Negó y miró a mi madre preocupado, que asintió-. Me han ofrecido un ascenso… ya te lo comenté… y lo he aceptado. Eso ha implicado un aumento jugoso de sueldo y un ligero cambio… por eso no terminé de instalarme en Aurora…

-¿Vas a mudarte de nuevo?

-Sí, por eso tengo que estar el sábado de tu cumpleaños en Aurora, tengo que entregarle las llaves a mi sustituto y mantener reuniones todo el día con él y con los clientes más importantes…

-¿Vas a volver a casa?

-No… -hizo una mueca que hizo que mi corazón se paralizara por un momento-. Tengo que irme a Memphis.

-¿Memphis? ¿Aún más lejos? –Me quedé paralizada-. ¿No ibas a contármelo?

-Estaba esperando…

-¿A qué? ¡Te vas la semana que viene! ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuándo estuvieras instalado en Memphis?

-Darlene, cariño… -Mi madre intentó calmarme-. No sabíamos cómo ibas a…

-Pensaba que el ascenso implicaba acercarte más a casa, a nosotras…

-La plaza de Seattle se había cubierto cuando lo acepté… pero eso no importa, sólo son un par de horas más en avión, y me van a pagar los viajes que yo haga a casa… y mi sueldo va a ser mejor… no tienes que preocuparte.

-¿Qué no?

Me levanté y me fui, no podía soportarlo más. Mi madre me siguió pero Cameron la paró, por lo que salí corriendo del restaurante. ¿Qué demonios era eso de irse más lejos? ¿Y nosotras? Le odiaba…

Me tropecé y me sujeté a una farola para no caerme, por lo que maldije los estúpidos tacones y seguí andando hacia mi refugio… llegué al parque y me tropecé dos veces, la tierra estaba húmeda y mis tacones se hundían en ella, así que me los quité y empecé a andar por ella con los pies descalzos. Me di cuenta que había dejado mi bolso en el restaurante… ¡Genial! Me maldije a mí misma y me entraron ganas de llorar… seguí andando notando que mis pies se estaban embarrando. Dejé un par de lágrimas correr y me dirigí al lago, el plan era limpiarme los pies, esperar que se secaran y acudir a casa de Nessie, donde sabía que él estaría o aparecería en el momento que le avisaran. Me senté en la orilla y algo cayó en mi pantalón… ¡Mierda! Iba a ser patético llegar a casa de mi amiga embarrada y oliendo a caca de pájaro… gruñí hacia el cielo que empezaba a encapotarse y aclaré mis pies en el agua, donde pude ver que unas gotas empezaban a caer.

-¿Y ahora qué? –Grité cuando la lluvia empezaba a caer algo más rápido-. ¡Genial! ¡Maravilloso día! ¿No es suficiente por hoy? Encima estoy hablando sola…



Bufé y pateé el agua… mis pantalones se calaron, pero ya no me importaba… ¿Qué más podía pasarme? Empecé a caminar por la orilla bordeando el lago para dirigirme a mi refugio. Pateé varias veces el agua por el camino, hasta que el barro hizo de las suyas y me hizo perder el equilibrio, cayendo de culo sobre un montón de barro a apenas veinte metros de mi refugio. Empecé a llorar allí mismo, maldiciendo este diez de mayo. Me abracé las piernas y posé mi frente en las rodillas, notando cómo el agua caía por mi pelo hasta mi camiseta y cómo mojaba mi nuca.

Su cuerpo cálido me cubrió, noté como su pecho se apoyaba en mi espalda y me abrazaba, protegiéndome de algún modo de la lluvia. No hicieron falta palabras, sólo me aferré a sus brazos y permanecimos allí hasta que la lluvia cesó un poco.

-Te vas a poner mala… vamos, te llevo a casa… -Negué-. Dar, cariño… -Negué de nuevo aovillada-. Vale… -Me soltó y se sentó a mi lado, enfrentándome-. No te lo ha dicho antes… ¿Y qué? Te lo ha dicho ahora y ha venido para pasar su semana de vacaciones contigo… -Le miré raro-. Tu madre me ha llamado… cuando han llegado a casa y no te han visto, han sacado tu móvil y me ha llamado. Me ha dicho lo que había pasado…

-Pero que pase aquí una semana no es nada… Me estaba ocultando algo, si yo no me hubiera dado cuenta de lo que pasaba… igual ni me lo hubiera dicho.

-Claro que te lo hubiera dicho… pero no quería amargarte la semana que podía pasar contigo, no quería arruinar tu cumpleaños. Nada más… -Negué-. Darlene, sólo se va un poco más lejos, vas a verle igual y a hablar con él…

-¡Pero yo pensaba que iba a volver Seth! –Le grité-. ¿No lo entiendes? Pensaba que iba a aceptar para volver a casa, conmigo y con mi madre, que iba a ser todo como anoche, que todo se iba a solucionar e íbamos a ser una familia de nuevo. No quiero que mi padre esté tan lejos, sé que quizá no haya ha ido a verle todo lo que debería, pero era porque pensaba que iba a volver pronto, que no iba a ser algo permanente…

-Lo siento… -hizo una mueca-. Pero aún está aquí, aún puedes verle y hablar con él cuando quieras… no es justo que le niegues verte ahora… aprovecha tu tiempo con él, ahora que puedes o te arrepentirás de esto cuando no puedas –Miré sus ojos, al borde del llanto-.

-¡Lo siento! –Le abracé y lloré, aunque eso me hacía sentir peor porque no tenía derecho a llorar-. No me merezco ni que me consueles, lo siento Seth… soy una estúpida y una egoísta… -Me besó para acallarme, cuando se separó secó mis lágrimas y yo las suyas-. ¿Me perdonas?

-No tengo que perdonarte nada… -Negó y sonrió levemente-. Tu no tienes la culpa, pero sí me enfadaré si sigues aquí congelada y no vas a decirle a tu padre lo mucho que le quieres… -Sonrió-. Debes explicarle porqué quieres que vuelva… quizá no lo sabe –Acarició mi rostro y asentí algo más calmada-. Venga, vamos…

-Yo… -Estiré mis piernas y estaban algo entumecidas-. ¿Me ayudas a levantarme?

-Claro… -Me tendió las manos y me levantó de un tirón, aferrándome fuerte, pero mis piernas no respondían todo lo que yo quería. Me aupó y rió, empezando a andar-. Mejor será que te lleve, no quiero que te caigas, ya va a ser raro que llegue a tu casa cargando de esta guisa contigo… -Rió y yo me apoyé en su hombro-. Llegaremos antes de que te des cuenta…

Ruido en la cocina. Abrí los ojos aturdida y estaba en mi cuarto… ¿Había sido un mal sueño? Miré mi ropa llena de barro seco… eso significaba un no. Miré el reloj, las doce de la noche. Me levanté y bajé las escaleras con miedo, viendo a mi madre recogiendo en la cocina. Me miró con una mueca extraña y me lancé a abrazarla.

-Lo siento… -La abracé fuerte-. ¿Dónde está?

-Durmiendo… -Sonrió-. Le ha costado mucho… cuando Seth se ha ido he hablado con él, está preocupado por ti… -Sonrió-. Hemos hablado mucho cuando él se ha ido, si vieras cómo te miraba… -Suspiró-. Tu padre… bueno, para ser sincera yo también… tenemos algo de miedo.

-¿Miedo?

-Sé que quizá no es el mejor momento para hacerlo, pero tengo que preguntarte algo… -Me miró de un modo que me hizo sentir que estaba realmente preocupada, así que me senté-. ¿Tomas drogas?

-¿Qué?

-Bueno, no entiendo tu cambio de humor, tu padre me ha dicho que esta mañana estabas hablando sola y que cuando ha ido a ver qué pasaba seguías parada en el mismo sitio, que te reías raro… además, hemos visto que habías sacado mucho dinero de la cartilla…

-Mamá… no me drogo.

-¿Para qué quieres entonces doscientos dólares? Es mucho dinero…

-Mamá… -Suspiré-. Era para el regalo de Seth… quiero regalarle unas fotos enmarcadas y unas entradas para un concierto para verano… -Reí-. Él siempre me ha regalado cosas, incluso cuando no salíamos, ya sabes que me dio las llaves de su casa, hace viajes… quería regalarle algo especial…

-¿Qué concierto? Sigue siendo mucho dinero…

-Es que son entradas muy buenas… es para un concierto de Lenny Kravitz que dará en verano en Seattle, le pedí a tía Cyntia que me las consiguiera… lo demás, no sé. Ya sabes que a veces canto… nada más. No es para pensar que me drogo…

-Es que como además él… -Suspiró-. Ese chico te ha traído en brazos y te ha subido a tu cuarto sin dejarte… cuando he abierto las sábanas él me ha ido a ayudar y ¡te sostenía con un brazo! Tu padre ha pensado que tomaba esteroides o algo… y bueno, por asociación…

-No… es muy fuerte, nada más… -Mi madre puso una cara que me hizo reír-. Me estás recordando a tu hermana, deja de pensar lo que sea que estés pensando…

-Yo… -Rió-. Debe ser genial que un hombre pueda cargar así contigo… -Sacudió su cabeza y rió-. Bueno, de todas formas, debes hablar con tu padre…

Asentí y me dirigí al salón, encontrándole durmiendo, por lo que le zarandeé levemente y le abracé. Estuve hablando con él sobre las razones por las cuales me había puesto tan sumamente histérica, creía que todo iba a volver a ser normal, una familia unida, pero eso se estaba desvaneciendo. Mi padre me aseguró que no lo habría hecho si hubiera visto alguna posibilidad de volver, pero que la situación en la que estábamos era buena y no quería estropearla con un intento de falso matrimonio.

Me sentí mal, pero tenía razón. Ahora estábamos más unidos incluso que antes, era mejor esto que lo de antes, no podía negar una evidencia que había sentido antes incluso de que él la mencionara. Le abracé y le dije que le entendía, pero aún con todo me apenaba que se fuera tan lejos.

-Lo sé… a mí también, pero siempre puedes llamarme…

-Lo sé… -Le di un beso-. Buenas noches papá… descansa.

-Buenas noches… -Se tumbó y cuando fui a salir me llamó-. ¡Darlene! –Me giré y se incorporó de nuevo-. Quiero… quiero hablar contigo de algo más…

-Lo sé… -Reí y me senté a su lado-. Papá… no me drogo. El dinero era para un regalo…

-Vale, me consuela, también lo había pensado… -Rió-. Pero no es eso… quería hablarte sobre Seth… ha sido muy raro ver como un chico traía a casa a mi hija en brazos de ese modo… parecía que estuviera cuidando de una niña pequeña…

-Lo sé… a veces eso me molesta, pero creo que es por eso por lo que le quiero tanto… desde que le conozco no ha hecho más que cuidar de mí…

-Me alegra ver que te trata así, pensé que vuestra relación era algo más… -Hizo una mueca y tragó en seco-. El otro día el sobrino de mi secretaria, Danny, apareció en la oficina pidiéndole a su tía las llaves de la cabaña a la que vamos a pescar, quería ir allí con una chica… -Alzó una ceja-. Así que bueno, tenéis la misma edad y él es mucho mayor…

-Sólo cuatro años…

-Mayor. El caso que pensaba que vosotros…

-Papá… -Me levanté-. Me voy a dormir, no quiero más charlas, mamá y tía Cyntia ya se han pasado, mi límite de conversaciones vergonzantes está más que cubierto, así que me voy a dormir…

-Pero…

-Buenas noches, papá…

Subí las escaleras resignada, desprendiendo tierra a cada paso que daba. Al llegar al final de las escaleras me quité el pantalón y lo metí al cesto del baño del pasillo, quitándome también la camiseta y metiéndola allí. Mi madre se levantó y me miró raro, arrugando la nariz. No sólo la ropa estaba llena de barro, si no que apestaba, como yo. Reí y le di un beso, cerrando la puerta y preparando todo para darme una ducha. Escogí el champú que olía a sandía y me encantaba, dejé el agua caliente correr por mi piel, algo que me recordó a él inevitablemente… cerré el grifo y salí rápido de la ducha, debía llamarle.

Me envolví con una enorme toalla y cepillé mi pelo rápido, saliendo del baño aún mojada, patinando un poco por el pasillo. Abrí la puerta y cogí el móvil que estaba en mi escritorio. La puerta se cerró y me sobresalté cuando sus brazos me rodearon.

-Seth… -Me erguí, no me sentía cómoda estando abrazada a él cubierta sólo por una toalla-. Me has asustado… iba a llamarte…

-He estado merodeando esperando a que te despertaras... –Me besó en la mejilla-. ¿Estás bien?

-No… -Me miró raro-. Seth, necesito que me dejes sola un rato… -Su mirada se heló, por lo que sonreí-. Deberías dejar de entrar así… no me das tiempo a prepararme…

-Pero… -Él se fijó algo más en mí y alzó sus cejas sonriendo-. ¿Sólo llevas la toalla?

-Seth… -Le empujé sujetándola a mí lo mejor que pude-. No es gracioso… -El hizo una mueca rara-. ¿Qué?

-Un poco sí… -besó mi mejilla y pasó sus manos por mi espalda con cuidado-. Y si no fuera porque te lo prometí y me lo prometí a mí mismo, sería mucho más divertido… -Suspiró en mi cuello y me hizo querer dejar caer la toalla en ese mismo momento, pero él se alejó cerrando los ojos y poniendo las manos tras su espalda-. Coge lo que necesites y luego me encierro, como siempre…

-Vale… -Suspiré y le miré, respirando pausadamente, como si necesitara calmarse. Abrí el cajón y cogí mi ropa interior, me la puse y dejé caer la toalla. Su gesto cambió, seguro que había sido capaz de escuchar la toalla caer. Me acerqué a él y le besé despacio, mirando cómo seguía con sus ojos cerrados-. Necesito ayuda… -Él alzó las cejas sin abrir los ojos. Le abracé y juraría que su piel era más calida, aunque quizá era yo la que estaba helada-. No sé qué pijama escoger…

Besé su mandíbula y él suspiró, por lo que capté sus labios mientras él posaba sus manos en mi cintura, haciendo que un cosquilleo me recorriera entera cuando con una breve caricia subieron por mi espalda hasta mis hombros. Me separé levemente, mirándole mientras le abrazaba. Volvió a suspirar y abrió los ojos lentamente, tragando en seco.

-Corto… -Susurró con una ronca voz apenas audible que me hizo sonreír-.

-Vale… -Me acerqué y le besé de nuevo, notando sus manos caer de nuevo para posarse en mis caderas-. Corto…

-Darlene… -Suspiró y sonrió-. Ahora soy yo el que quiere que te alejes… -Cerró sus ojos y volvió a suspirar, apartando sus manos volviendo a ponerlas tras la espalda-. Niña cruel…

Reí levemente y me puse el pijama, situándome tras él posando mis manos en su cintura. Él separó sus manos y me cogió de la cintura, acercándome a su espalda para recoger mis manos y besarlas. Suspiré abrazada a su espalda mientras él ponía mis manos en su pecho dejándome notar sus latidos. Besé su espalda y él volvió a suspirar besando de nuevo mi mano.

-No soy una niña cruel…

-No… -Se giró y me miró-. Sólo eres cruel… -Negué poniendo cara de angelito cuando se acercó a besarme-. ¿Más calmada?

-Sí… he hablado con él y todo está bien… bueno, no todo, las cosas no han salido como yo quería… ya sabes… -Hizo una mueca tierna-. Pero está todo aclarado…

-Me alegro… -Sonrió-. Siento que no haya ido a tu manera, pero me alegro que lo hayáis hablado. Estaba muy preocupado por lo que te pasaba…

-Lo sé… gracias… -Le abracé-. Siempre eres tú el que me salva y me ayuda en todo… voy a tener complejo de torpe o algo así…

-Es que… un poco torpe eres… -Rió-. ¿Qué has hecho para mancharte tanto de barro? –Rodé los ojos y bajé la cabeza-. Pero es bueno, eres divertida…

-¿Te gusto porque te puedes reír de mí? –Negó pero bufé-. Aún así, no entiendo cómo puedes ver algo en mí… a parte de que esa magia es a dedo…

-No… me gustas porque eres divertida, en especial cuando te tropiezas o algo… -Rió y le miré mal-. Pero me encanta. Y no es la magia la que me hace sentir ternura cuando te miro, cuando lloras y te enfadas porque quieres lo mejor para todos, pero no sale bien… -Hice una mueca-. Cuando haces ese gesto cuando sabes que tengo razón…

-No, no tienes… -Puso un dedo en mi boca-. Razón.

-Déjame terminar… -Hice el mismo gesto y sonrió-. Las cosas que tú me haces sentir no las provoca la magia, las provocas tú… -Me acercó a él y me besó levemente-. Tú me provocas.

Una estúpida sonrisa se dibujó en contra de mi voluntad en mi cara, mientras él parecía satisfecho con hacerme sonreír de esa boba manera. Me besó levemente y después me indicó la cama, donde me subí de rodillas y le besé de nuevo, atrayéndole hacia mí, por lo que caímos en la cama abrazados y besándonos. Empezó a acariciarme como lo había hecho la noche anterior y me abrazó de igual manera cuando empezaba a quedarme dormida, pudiendo ver que eran las cuatro de la mañana.



Me removí levemente y sus brazos me captaron. Sonreí mientras me volvía para encontrarme con su cara y una enorme sonrisa. Le besé levemente, apoyándome en su pecho para subirme sobre él, acabando con un beso demasiado pasional. Él rodó y me alejó levemente, dándome un beso más tierno, como si fuera el regalo de consolación.

-¿No notas nada? –Le miré raro-. Escucha…

-No oigo nada… -Él alzó las cejas, miré mi reloj y eran las doce y media pasadas-. ¿Cómo es que nadie me ha despertado?

-Dar… -Suspiró-. Te he intentado despertar cuando ha sonado el teléfono, eran las diez de la mañana. Tu madre ha entrado a despertarte y no le has hecho ni caso, poco después ha venido tu padre, y después los dos juntos… te han dejado una nota, tu tía había llamado para que fueran a comer con ella a Seattle… como no te despertabas, han dicho algo de que así podrías quedar conmigo…

-¿Estamos solos? –Asintió y sonrió, besándome dulcemente-. ¿Cuándo volverán?

-No lo sé… pero han dicho que iban a ir a comer, así que imagino que no volverán hasta por la tarde… así que tenemos unas tres o cuatro horas al menos… -Sonrió-. ¿Qué te apetece hacer?

-Absolutamente nada… -Le abracé-. Sólo quedarme aquí contigo…

-Ya… pero tienes que comer, no pienso dejar que pasen veinticuatro horas sin que comas, y te quedan dos para cumplirlas… así que dime… ¿qué te apetece?

-No sé… -le besé y me puse de nuevo sobre él-. Besos, muchos besos… -Él rió mientras le besaba-. No necesito otra cosa más que eso.

-Ya, pero yo me refería a algo que puedas morder, masticar y de lo cual tu cuerpo pueda sacar un beneficio…

-Menos masticarte… -Hice una mueca mientras reíamos-. Vale, captado… pero quiero cocinar yo, estoy harta de que siempre me cuides tanto…

-Vale… -Sonrió-. Yo iré mientras a casa de Ed…

-¡No! ¿Para qué? –Me abracé fuerte a él-. No quiero que te separes de mí, para nada, no quiero que te vayas, sólo tenemos tres horas…

-Vale, pero quiero darme una ducha y cambiarme, no quiero que lleguen tus padres y me vean con la misma ropa de ayer… ¿Qué van a pensar?

-¿Qué me quieres mucho y que por eso has pasado la noche merodeando en mi casa y cuidando de mí? –Puse buena cara y él sonrió vencido-. Vale… pero no tardes mucho.

-Qué carita de pena… -Dijo con ternura mientras me acariciaba-. Veinte minutos y estoy de vuelta, lo prometo.

-No… diez…

-No me da tiempo, soy rápido, pero no tanto…

-Coge sólo la ropa, ven y te duchas aquí… no quiero alejarme de ti… -Le abracé y me acurruqué en su pecho-. Ni aún cuando te duches quiero que te separes de mí.

-Creo que será un poco difícil ducharme su te tengo colgada de esa manera… -Rió y yo le miré mal-. No me digas esas cosas, porque me entran ganas de patearme a mí mismo… -Puse morritos de nuevo y él suspiro-. Vale, diez minutos y vuelvo… -Me miró y me señaló amenazador- pero no pienso dejar que te metas a ducharte conmigo, jovencita.

-¿En serio? –Dije poniendo morritos y él inspiró mirándome del mismo modo-. Vale… -Hice un puchero-. Has ganado esta batalla…

-¿Estamos en guerra? –Dijo riendo mientras se incorporaba y me besaba-. Eso no lo sabía yo… no es bueno dormir con el enemigo…

-Idiota… -Me besó riendo-. Eres lo peor de lo peor, te odio… -Me miró raro y se levantó hacia la ventana-. No hace falta que saltes… puedes salir por la puerta… estúpido… -Me miró sorprendido y bufé-. Lárgate…

-Oye… -Se acuclilló frente a mí-. ¿Estás de broma o realmente te has enfadado?

-Quiero que te vayas ya… -Bufé y él me miró apenado, así que me rendí-. ¿Es imposible que te enfades conmigo, o qué?

-¿Enfadarme? Dar, no te sigo…

-Quiero que te enfades, te vayas y vuelvas… -Me miró confuso-. Sí, así cuando te vayas, como estarás enfadado, volverás para que hagamos las paces y no te negarás a nada de lo que te diga.

-¿Qué? –Empezó a reír y se rascó la cabeza, mirándome con una enorme sonrisa-. Bueno, tu deducción no es nada mala, pero… -Suspiró-. ¿Me dejas tus llaves de casa? Así cuando vuelva no tendré que molestarte ni saltar por la ventana… -Señalé mi escritorio desganada y él me miró con su sonrisa desde el marco de la puerta-. No pienso enfadarme, digas lo que digas.

Le saqué la lengua y él rió mientras bajaba al trote por las escaleras, viéndole salir y saludarme desde la acera… no pude evitar sonreír levemente y despedirme. Me levanté y busqué en mi armario qué ropa iba a ponerme, escogí un vestido gris muy veraniego, si iba a estar con él… no necesitaba más. Suspiré y cogí un conjunto de ropa interior del mismo color, cuando vi los folios en la mesa. Sonreí y cogí uno.

Estoy enfadada.

Muy enfadada.

Tan enfadada que me voy a la ducha sin esperar a que regreses, así que si quieres me esperas, si no, puedes irte a comer con cualquier chica que pase por la calle, no me importa.

Te odio.

Sonreí y cogí un trozo de celo, bajé corriendo las escaleras y lo pegué en la barandilla, subiendo de nuevo corriendo a por mi ropa y cogiendo el móvil. Tenía que ser más rápida que él.

Dejé la puerta cerrada, pero sin pestillo. Llamé a mis padres para informarme de dónde estaban, me dijeron que estaban preparando la comida en casa de mi tía y que vendrían para cenar… ¡Genial! Abrí un poco el grifo de la ducha y dejé el agua correr mientras me desnudaba y metía la ropa al cesto. Abrí el armario en busca de una toalla, pero empecé a dudar, no sabía si una grande o una más pequeña… así que saqué las dos y las dejé al lado de la bañera, lo decidiría después. Oí la puerta cerrarse y sonreí, metiéndome a la ducha rápidamente y mojándome.

-¡Ah! –Retiré el chorro, estaba ardiendo-. ¡Mierda!

-¿Dar? –Llamó a la puerta y yo cerré los ojos-. ¿Estás bien?

-¡Déjame! Estoy duchándome… y enfadada. Así que no quiero hablarte, eres un idiota y no te soporto, márchate…

-Lo de enfadada ya lo he leído… pero pensé que te habías hecho daño… -Rió-. ¿Vas a tardar mucho? Lo digo por ir haciendo algo de comer…

-Todo lo que quiera y más…

-Vale… te esperaré aquí sentado…

-¡Genial!

Oí su risa en la puerta y me di por vencida… no iba a ganar… comencé a ducharme con tranquilidad, mientras le oía suspirar y silbar en la puerta, haciéndome reír. Me aclaré y cerré el grifo, cogiendo la toalla pequeña que dejaba gran parte de mis piernas al descubierto. Abrí la puerta y me miró sentado en el suelo. Recorrió mis piernas con sus ojos sin respirar, para después levantarse torpemente y mirándome a los ojos, tragando en seco.

-¿Sigues enfadada? –Me lo preguntó serio, parecía… raro-.

-Un poco… -le miré curiosa-. ¿Por qué?

-Esperaba que no estuvieras enfadada… -Puso ese tono tierno que me hacía derretir-. Quería decirte que iba a volver igual, que aunque no volviera arrepentido y pidiéndote perdón por un enfado, iba a hacerlo por haberme marchado, porque cuando me voy me siento culpable por dejarte, porque mi corazón te reclama a cada latido que no puede sonar a tu lado… -Sonrió de un modo que imaginé que tenía cara de estúpida-. Pero si sigues enfadada… -Se encogió de hombros-. No sé qué mas hacer…

-Bésame… -alzó las cejas-. Cállate y bésame, sólo quiero eso.

Y lo hizo, me besó. Nuestros labios fueron concienzudos al unirse, al igual que nuestros brazos al aferrarnos para evitar que el otro se alejara un solo milímetro. Sus manos descendieron por mi espalda y se agachó levemente para acariciar mis piernas, elevándome de ellas y haciendo que me encaramase a él mientras nuestros labios seguían reconociéndose. Mi espalda topó con la pared, mientras él acariciaba ahora mis hombros y se separaba levemente, besándome con más ternura.

-¿Eso significa que ya no estás enfadada? –Sonrió y asentí amortiguando mi sonrisa-. ¿También me has echado de menos? –Asentí del mismo modo-. Es una pena que hayas terminado de ducharte, venía dispuesto a ceder en eso… pero ahora me parece mal, no quiero que te resfríes por estar tanto tiempo en la ducha… -Me bajó al suelo y le miré atónita-. Deberías vestirte mientras me ducho y me cambio, seguro que tardo menos que tú… -Acarició mi pelo-. Debes secarlo…

-¿Estás bromeando? –Él negó despreocupado y sonrió, agachándose al suelo a coger su ropa, momento en cual aprovechó para morder mi gemelo, y mirarme a los ojos-. ¿En serio ibas a dejarme entrar? No te creo…

-Ahora nunca lo sabrás, porque como me has hecho esperar y has sido cruel, ahora el que está enfadado soy yo… -Besó mi frente-. Te toca esperar a ti…

Cerró la puerta del baño y oí el pestillo. Me quedé helada, mi ropa seguía dentro… llamé pero gritó que estaba demasiado enfadado para abrir y que tenía más ropa en el armario. Gruñí, no era posible… me maldije a mi misma y pataleé en la puerta mientras me dirigía a mi armario. Una nota colgada en la puerta, mi nota, pero había algo escrito detrás.

CRUEL.

muy cruEl.

No pensé que fueras capaz de ser Tan Rápida y estropear mi magnífico plAn… siento mucho que estés enfadada, pero tu enfado me ha recordado a los de claire… ¿enfadada? lee las letras mayúsculas.

TE QUIERO.

Cruel… ¿Entra? Miré la puerta del baño, había echado el pestillo… me acerqué a la puerta y abrí, estaba abierta, lo había quitado. Sonreí y me dispuse a entrar… podía entrar. Abrí ligeramente la puerta y me detuve. Mis piernas temblaban y mis manos mucho más. Cerré los ojos e intenté calmarme, inspiré y espiré, pero algo extraño hizo que cerrase la puerta. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué íbamos a hacer?

Suspiré… ahora que había conseguido lo que quería, no sabía porqué lo quería o qué iba a pasar… me daba miedo entrar ahora que podía. Apoyé mi frente en la puerta… estaba siendo estúpida, siempre hacía lo mismo, cuando podía hacer algo, no lo hacía, como cuando pude salir con él cuando en el fondo sabía que era eso lo que deseaba desde que le conocí. La puerta se abrió y erguí la cabeza. Estaba parado, con una mueca extraña… pero no reconocí disgusto por ningún lado. La toalla grande estaba doblada y enroscada en su cadera, me miró sonriente.

-Soy grande, pero no necesito una toalla tan enorme… -Sonrió y acarició mi pelo, acercándose y depositando un dulce beso en mis labios-. ¿Estás bien?

-No… creo que no… -Me miró confuso-. Estoy mal de la cabeza, cuando quería tenerte y no podía, te quería, pero cuando pude no quise, me entró el pánico… y ahora…

-Ahora que te dejo entrar, no quieres…

-No es que no quiera, es que me ha dado miedo y yo, no sabía… no… -Suspiré-. Mírate, estás delante de mí, desnudo, como yo. Sólo unas estúpidas toallas envuelven nuestros cuerpos. ¿Qué debemos hacer ahora?

-Bueno… -Alzó una ceja y me miró, después me dedicó una sonrisa torcida-. Tú deberías vestirte, o cogerás un resfriado y me harás sentir fatal…

-Seth… estoy hablando en serio… -Lo vi en sus ojos-. Y no me digas que tú también. Estoy loca… estoy como una regadera.

-No… -Cogió mi cara-. El loco he sido yo haciéndote rabiar, fui yo el que te dio la idea de ducharse juntos, soy yo el que la caga constantemente… no debí haber escrito esa nota, ni si quiera haberlo pensado. Pero como te habías puesto así, creí que era lo que realmente querías, pero en serio, no eres tú la que está como una regadera. Ahora entra ahí, vístete y sécate el pelo… -Me besó dulcemente y cogió la ropa mirándome raro-. Sécalo…

Se fue hacia mi cuarto y yo entré al baño. Había un folio pegado al espejo, con un simple “Te quiero” que a punto estuvo de hacerme llorar. Comencé a vestirme y busqué por los cajones, no tenía bolígrafo, pero sí lápiz de ojos y pintalabios. Escribí “Y yo más” y me pinté los labios de rosa, dejando un beso marcado como punto de la frase. Lo pegué y fui a secarme el pelo, encontrando otra nota que ponía “Me encantas” pegada al secador, por eso había insistido tanto… me recogí en pelo en una coleta alta y repasé de nuevo mis labios.

Estaba algo preocupada, ¿realmente no estaba enfadado ni decepcionado? Debí haber entrado… Suspiré y cogí el lápiz de nuevo, añadiendo un “Lo siento”.

Cuando salí él me miró sonriente, tumbado en mi cama como si nada hubiera pasado. Me acerqué y él rodó, quedando boca arriba, por lo que le besé.

-No deberías poner tus pies en mi almohada… voy a tener que domesticarte mejor… -Le besé de nuevo y él rió-. Además, te vas dejando cosas tiradas por ahí… -Me miró raro-. Te has dejado algo en el baño…

-¿En serio? –Asentí divertida y él salió corriendo, asomándose y mirando hasta que vio la pared del espejo. Se metió dentro y salió sacudiendo levemente la nota-. ¿Lo sientes? –Asentí-. Más te vale… no te permito que me digas que me quieres más… eso es… como decir que la luna ilumina más que el sol… es imposible –Dijo con tono gracioso-.

-¿Imposible? –Le acerqué y le besé-. Imposible es que sobreviva cada día que no te tengo cerca, que mi corazón encuentre el ritmo sin el que marca el tuyo… -le besé de nuevo-. Imposible es vivir sin tus besos.