Capítulo LXXXVII: Descubriendo a Darlene McBrown (Parte III): Amor obvio e innegable.

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Hola de nuevo!!! Como veréis... es un capítulo corto, pero escribir un capítulo sin diálogos se hace muy pesado... también leerlo, como comprobaréis... así que nada, he puesto bastantes fotos y algún video para que se haga un poco más entretenido... y ya estoy terminando el siguente capi, así que lo subiré pronto!! Aleeeee a comentar!! :P




Silvy ^^




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Empecé a reír y releí la carta… Puse los fajos en la mesita, mirándolos obnubilada y pensando qué podría hacer con tanto dinero… ¿Cómo había podido multiplicar por mil mis veinte dólares en apenas unos meses? Era prácticamente imposible… negué y suspiré de nuevo mirando las notas que había revisado la noche anterior… esas notas me trajeron una imagen nítida y clara. Un recuerdo real, un recuerdo real que había leído pero que ahora podía contar con total claridad… miré aquellos fajos y sonreí… no había sido una buena idea acercarme tanto a Kevin… pero esto sí era una muy buena idea…

Me levanté de un salto, tenía que hacerlo, tenía que averiguar más cosas y aquí no podía avanzar más, sólo me atascaba, necesitaba otro punto de vista… otra perspectiva. Salí disparada y busqué por toda la casa, las había visto, las había tenido en mis manos, y reí cuando encontré aquellas llaves. Recordé haber visto una pequeña agencia de viajes cerca del Sky River Bakery… tomé unos cuantos billetes, mi bolso y mi abrigo. Cuando llegué allí una chica muy sonriente me saludó, me preguntó por mi destino y tecleó en su ordenador.
-¿Cuándo podría salir?
-Pues… -Buscó en su ordenador-. El próximo vuelo sale mañana por la noche…
-Sí, ese va bien…
-Claro, por supuesto… -Alzó una ceja-. Pero… necesitaría el dinero por adelantado.
-No hay problema… -Sonreí-. Sólo dígame cuanto es…
-Perfecto… veamos… -Estuvo mirando en su ordenador y tecleando en la calculadora, suspiró y me miró-. Serían, con tasas incluidas, cuatrocientos cincuenta y siete dólares…
-¿Necesitaría algo más?
-¿Tienes carnet de conducir o… algo así?
-Sí… -Saqué mi cartera con la documentación de Jasper-. ¿Sirve?
-Claro…

Comenzó a teclear y sacó mis billetes. Pagué y me ofreció unos mapas que guardé en mi bolso y fui hacia casa, busqué una maleta y suspiré mirando aquel armario.

Tenía día y medio para irme, irme a una casa que no sabía dónde estaba exactamente, que no sabía si iba a estar vacía… y apenas entendía la razón de la que huía… pero algo en mí me decía que debía ir, una sensación realmente sobrecogedora. Me senté en la cama y suspiré, no sabía ni qué tiempo hacía allí… me dejé caer en la cama y sonreí. Me sentía libre, de una forma extraña… pero reconfortante.
Salté de la cama y una de las maletas del garaje, subí corriendo y la llené con ropa de entretiempo sobre todo, alguna prenda más fresca y otras de abrigo. Una vez estuvo llena… lo pensé. ¿Para qué llevarme tanta ropa? Rodé los ojos y saqué todo de nuevo, me llevaría lo básico… si necesitaba algo… me sobraba el dinero. Al menos, por ahora…

Me senté de nuevo meditando, lo que más iba a tener iba a ser tiempo… y necesitaba cubrirlo con algo productivo, recordando lo máximo posible… intentando recordar lo que más me costaba, aquellos recuerdos en los que Nessie no podía ayudarme, o al menos no tan bien como con los demás. Mis padres. Me armé de valor y entré en su habitación, parecía oscura… extraña. Abrí los armarios, apenas había ropa de ellos, pero en el tocador estaban sus colonias. Abrí la de mi madre, una imagen de ella abrazándome en la cama… sonreí al recordarlo o, quizá, imaginarlo.
Al abrir la de mi padre la sensación fue mucho más intensa, me imaginé abrazándole frente a un maletero lleno de regalos. El tape del frasco se cayó al suelo, cuando me agaché a recogerlo pude ver unas cajas bajo la cama. Me incorporé y tapé el frasco acuclillándome para sacar las cajas. Era bastante grande.

Rascal Flatts. Había muchos discos de ellos. Otros de los Beattles, discos variados… pero parecía estar claro cuales eran sus favoritos. Reí y noté que a la vez lloraba. Era una tontería, pero… al menos sabía algo más de mi padre. Empecé a mirarlos uno a uno, no sé cuántos habría estado ojeando ya, pero el que más me sorprendió fue uno con la carátula hecha a mano. “Lo mejor de lo mejor”, decía. Sonreí y lo reservé a un lado para escucharlo más tarde mientras guardaba todo de nuevo en la caja con el exacto mismo orden que tenía al abrirla.

Saqué la de mi madre, me sorprendió ver dos mantitas de bebé. Mi nombre y el de mi hermana bordados en ellas, sonreí y las abracé, me tapé con ellas mientras cotilleaba el resto de la caja. Cartas que mi padre le había mandado, sonreí y reí leyéndolas, eran preciosas… e incluso divertidas. Las volví a meter a aquella lata cuando terminé, me gustaba la idea de que las cosas más importantes para ellos estuvieran bajo su cama y siguieran allí para siempre. Seguí mirando aquella caja, había cientos de libros, sonreí ojeando las contraportadas, todos eran de novela romántica. Negué dejándolos en el orden que estaban y guardé las cajas de nuevo debajo de la cama. Abrí los cajones del tocador encontrando más bien poca ropa… pero una pequeña caja con un colgante y unos pendientes, pude recordarlos decorando el rostro de mi madre, parecía una cena importante… pero no lograba recordar cuándo sucedió. Cerré el cajón molesta y me apoyé sobre el tocador cuando mi móvil sonó. Salí al pasillo y lo miré, esperando algún mensaje de mis amigos preguntando por mi abuela. Sonreí contestando a Bryan.

Mantuve una breve conversación con él, me contaba que Hanna por fin le había dicho lo que sentía y ahora él no sabía qué hacer, estaba preocupado por no hacer lo correcto. Pero no podía aconsejarle muy bien… no estaba en situación de hacerlo. ¿Qué iba a decirle? Sólo pude pedirle que me tuviera al corriente de cualquier nimiedad que sucediera en ese aspecto.

Se acercaba la hora de cenar, decidí llamar de nuevo al mismo restaurante, disfrutar de mi cena favorita en la última noche que pasaba en mi casa por un tiempo. Mientras esperaba al repartidor cogí una nota que había dejado a medio leer, era una nota de Seth. Medio sonreí y mordí mi labio sentándome en el sofá sobre mi pierna, leyéndola una y otra vez. Comencé a preguntarme si mi madre en su día hizo lo mismo que estaba haciendo yo ahora, releer las notas de papá… suspiré dejando la nota encima de la mesa cuando el timbre sonó. Recogí la cena y volví al sofá para cenar en silencio… empecé a sentirme incómoda, incluso diría que tenía miedo. Me levanté y me acerqué a la estantería de las películas, me puse una para ver mientras cenaba y me acomodé en el sofá después para terminar de verla… aunque no recuerdo muy bien el final.

Me desperté a media mañana, la luz no era para nada intensa, era un día nublado. Sonreí al pensar en que en sólo unas horas iba a irme, pero mi sonrisa cesó en el momento que recordé que aún no sabía qué iba a llevarme. Fruncí mis labios y suspiré mirando aquella nota. Había soñado con él… y no había sido nada agradable para mí, era doloroso recordarle y no saber qué hacer respecto a él, era angustioso… suspiré de nuevo y dejé la nota sobre la mesa. Debía saber quién era yo antes de decidir nada sobre qué hacer con él, si hablarle de nuevo u olvidarme por completo… tenía que centrarme.

Subí corriendo las escaleras, sabía lo que debía llevarme. Escogí algunos de los libros de mamá, algunos de los discos de papá y un par de prendas de ellos con unas ligeras gotas del perfume de cada uno, el sonido, las lecturas y sus olores… estaba segura de que eso me haría recordar algo. Pero el primer recuerdo debido al olor sucedió en esa misma habitación, en ese mismo momento. Tragué al recordar un abrazo de mi padre, un abrazo mientras tocaba una guitarra azul. Dejé todas aquellas cosas encima de la cama y la busqué, la había visto en el desván… y quería tenerla en mis manos para saber si aquello me recordaba algo más…
-¡Mami, papi! ¡Es genial!

Sacudí mi cabeza aturdida, mis ojos escocieron por un segundo hasta que reí. Miré aquella guitarra, la que había visto en mis recuerdos era distinta, pero muy parecida… suspiré. La abracé con ganas, como si fuera a tocar pero… no sabía hacerlo. Fruncí mis labios y la guardé en aquel estuche, al hacerlo me sorprendí a mí misma haciéndolo con un cariño especial, sonreí al ver un pañuelo sobresaliendo de un bolsillo en la funda, limpié las huellas de mis dedos en la brillante madera azul recordando aquel acto como una especie de pequeño ritual. Cerré la funda con el mismo cuidado hasta mi habitación, dejando con delicadeza el maletín en la cama y mirando hacia mi maleta. Debía meter las cosas de mis padres allí… pero sentí que faltaba algo importante… no sabia qué.

Volví a la oficina para cerrar aquellas escaleras, hubo un ligero estruendo al cerrarse, me encogí y al hacerlo mis ojos se posaron en aquel pequeño portátil. Lo abrí con lentitud, pedía una clave para iniciar la sesión de mi madre. Suspiré… más claves. Quizá algo de sus libros me inspirase, así que lo guardé en la maleta con el resto de las cosas. Seguía faltando algo… Lo estuve pensando durante un buen rato, la verdadera razón por la que me iba.
Me levanté de la cama y bajé hasta el garaje, ya no estaba tan ordenado como el primer día, sí, las cosas estaban en su caja… pero todas ellas estaban desperdigadas por el suelo, alguna mal puesta en la estantería… pero sabía lo que buscaba y dónde encontrarlo. La caja del tercer estante, un álbum concreto. Comencé a leerlo para asegurarme… hasta que vi mi reloj. Salté al ver la hora y tomé el álbum que Nessie había hecho sobre mis amigos, también el que había hecho Seth… cerré mis ojos al pensar en él. Seth. Seth. Seth.
-¡Demonios!

Grité a la nada y rebusqué en aquellas cajas, tenía el tiempo justo pero… algo en mí lo necesitaba. Aquella pequeña caja llena de manuscritos de Seth, tomé el que había dejado horas antes en el salón y lo metí dentro, cerrándolo indecisa. Lo dejé sobre la mesa, debía quedarse aquí.
Tomé los álbumes y subí corriendo para dejarlos en la maleta junto a la poca ropa mía que finalmente había seleccionado, las cosas de mis padres… y algo mío. Tenía que llevarme algo mío. Miré las estanterías, cogí un par de libros que parecían desgastados… pero no me parecía suficiente. Busqué por los cajones tomando fotos sueltas, algunos discos y un pequeño reproductor de música… busqué también por el armario, incluso encontré un pequeño cofre. Fruncí el ceño, una veintena de frascos… ¿Qué era eso? No tenía tiempo de averiguarlo y algo en mí me hizo añadirlo a la maleta esperando descubrir su secreto a miles de kilómetros de allí. Cerré la maleta y saqué una pequeña mochila, metí allí toda mi documentación y los billetes, también el pequeño reproductor de música. Bajé la maleta cerrada a la entrada y tomé un par de fajos de billetes metiéndolos en mi mochila, metí otro pequeño en la maleta y decidí guardar el resto en mi cuarto, en aquella pequeña hucha. Al ver la guitarra allí tirada… tuve la necesidad de cogerla. Era raro, estaba empezando a funcionar por instintos, por sensaciones, por necesidades estúpidas y sin sentido. Negué cogiéndola y bajando a la entrada para dejarla junto a mi maleta mientras pedía un taxi por teléfono.
-Bien… -Repasé de nuevo toda la documentación y los billetes-. Tengo todo…

Al cerrar la mochila y ponerla en su sitio no pude evitar mirar hacia el salón. Estaba oscuro, pero aquella pequeña caja parecía relucir… como si quisiera captar mi atención. Rodé los ojos… si me había dejado llevar por una guitarra… no podía renunciar a aquello. Tenía que llevarla conmigo, por más que quisiera engañarme, él era parte de mi pasado… y también debía recordarle. La metí en mi mochila como si fuera algo robado, algo que no debería llevarme pero que me llevaba, algo que cogía a escondidas de la parte de mí que me decía que la dejara. Reí sintiéndome estúpida y saliendo al escuchar el sonido de la bocina del taxi.

El trayecto fue más bien corto, apenas seis dólares y estaba en la parada correcta de autobús, con mis tres bultos de viaje… no pensé que eso fuera a darme problemas. Pagué el billete y dejé las maletas donde pude, no me separé de mi mochila… eran cinco de los grandes lo que portaba, no era algo que quisiera que me hurtasen. En menos de una hora, estaba en Sea-Tac. Me fijé en la gente y tomé uno de aquellos carritos, pregunté sobre mi vuelo y un amable joven me explicó que tendría que facturar las maletas. Maletas… la chica del mostrador de facturación miró mi guitarra, me envió a otro mostrador para hacer una facturación especial. Tuve que correr para poder pasar el control de seguridad, y volver a correr para llegar a la puerta de embarque. Suspiré en aquella interminable fila… y me sorprendí a mí misma recordándole, viendo cómo una pareja se besaba delante de mí… y los únicos labios que podía imaginar en los míos eran los de él. Suspiré pesadamente y sacudí mi cabeza de nuevo viendo cómo aquella fila comenzaba a moverse.

Ventanilla. Genial… jamás había volado. Bueno, sí… pero no podía recordarlo claramente… y en el vuelo desde Europa apenas era consciente de lo que pasaba, Nessie me mantenía calmada y distraída. Una pareja de ancianos se sentaron a mi lado regalándome una amable sonrisa que devolví por cortesía… suspiré sacando mi reproductor de música, pero pronto una azafata me pidió que lo apagara. Cuando el avión comenzó a andar me aferré al reposabrazos, la señora me miró con una sonrisa sincera y palmeó mi mano a modo de consuelo.
-Tranquila… da un poco de impresión, pero no debes tener miedo… ¿es tu primera vez?
-Pues… -Reí nerviosa-. Sí… la verdad.
-¿De vacaciones?
-Algo así… sí.
-Bien… -Sonrió-. No pareces del sur… creo que te gustará mucho.
-¿Son de allí?
-No… -Negó y miró a su marido con cierta devoción-. Allí nos conocimos, en unas vacaciones de verano, mañana harán cincuenta años de aquello… pero no quiero aburrirte…
-No, no se preocupe… -Sonreí-. Me encantaría escucharlo, de verdad…
-Está bien… -Sonrió-. Quizá así no e preocupes tanto del despegue… -Asentí-. Yo tenía dieciocho años… fui allí para conocer la universidad de California. Estaba nerviosa, era el primer viaje que hacía yo sola y al llegar allí, me sentí realmente perdida. Decidí dar un paseo por aquellas playas, son geniales, tienen algo mágico… te encantarán –El avión empezó a correr, ella sonrió al ver cómo tragaba y tomó mi mano-. ¿Te encuentras bien?
-Sí… -Asentí algo mareada-. No se preocupe, siga por favor…
-Pasará rápido… -Asentí-. ¿Por dónde iba?
-Las playas, mi vida…
-¡Es cierto! Las playas… -Sonrieron-. Yo estaba paseando cuando le vi sentado en la orilla… el sol le daba de una forma que parecía brillar… me quedé sin habla.
-Ella estaba preciosa, como siempre… -Sonreí al señor-. Me quedé perplejo cuando aquella belleza paró en mitad de la nada… y se quedó simplemente mirándome. Incluso llegué a preocuparme… así que me decidí…
-Y como buen caballero, él me preguntó si me había perdido… -Sonreí al verlos mirarse, el avión despegó y me agarré fuerte a ella-. Pronto pasará, no te preocupes…

Asentí nerviosa, ella sonrió y tomó con fuerza mi mano. Una vez estabilizados me disculpé, ella negó y sonrió. Aclaré mi voz y sonreí.
-¿Qué le contestó? –Me miró algo confusa-. ¿Cuándo él preguntó si se había perdido?
-Pues… me ruboricé. No supe qué decir…
-Le pregunté si podía acompañarla a algún sitio…
-Y simplemente asentí… y comenzamos a pasear. Me preguntó de donde era… que hacía allí… y cuando nos dimos cuenta, habíamos llegado al siguiente pueblo de la costa… -Rieron y yo con ellos-. Después me acompañó hasta mi hotel… y volvió al día siguiente…
-Por supuesto. No iba a dejar que otro pudiera ganarte…
-Ya me habías ganado desde el primer segundo… -Vi como se aferraban el uno al otro-. Después… todo se complicó, no pude ir a esa universidad y a él le habían destinado en Florida… así que me volví a Tacoma… pero unos días después de que el curso empezara… él se presentó allí y simplemente me dijo que podía vivir sin el sol de California, sin el de Florida y sin su trabajo… pero no iba a poder aguantar una vida sin mí. Así que yo dejé mis estudios, comencé a trabajar… el buscó otro trabajo… y nos casamos.
-Que historia tan romántica… -Dije suspirando-. A mi amiga Claire le encantaría escucharla… -Sonreímos y hice una mueca-. Y… ¿Nunca se han preguntado cómo hubieran sido sus vidas si no la hubiera ido a buscar a Tacoma?
-Nunca… -El señor negó mientras ella le imitaba-. No me arrepiento, si es lo que me preguntas. Quizá hubiera tenido un sueldo mayor, o… quizá una esposa adorable. Pero jamás hubiera encontrado a alguien como ella… -Ella se sonrojó ligeramente y me miró asintiendo, pensaba lo mismo-. Supe que no podría querer a nadie así desde el momento en que la besé.
-¿Desde que me besaste, solamente? –Ella rió negando-. Imagino que… cuando encuentras a la persona adecuada, simplemente lo sabes.
-Pero… -Dudé-. Hay veces que las cosas se ponen difíciles…
-Bueno… -Ella se encogió de hombros-. No todo ha sido fácil, pero cuando estás seguro de la persona con la que estás… es algo más llevadero. Ahí es donde se sabe si quieres a alguien o si alguien te quiere de verdad. En los malos momentos…

Asentí y sonreímos, no me atreví a preguntar nada más y ella pareció darse cuenta de que no era mi tema favorito en el mundo en estos momentos. Me quedé mirando por la ventanilla, cada vez el cielo era más oscuro, me sorprendió ver un cielo nocturno tan claro, jamás lo había visto así… la luna creciente no daba la luz suficiente como para ocultar las estrellas que la rodeaban. Me fijé poco después en aquella señora, dormía apoyada en el hombro de su marido. Él la rodeaba con sus brazos y apoyaba su mejilla en la cabeza de su esposa, parecía dormir también.
Saqué mi reproductor de música y lo puse muy bajito, no quería molestar. Hice una mueca al ver aquella cajita metálica, la abrí con cuidado y sonreí al ver aquellas notas… pronto empecé a sentirme nostálgica y la cerré centrándome en la música. No sabía muy bien qué es lo que estaba escuchando, pero aquella canción me gustaba.

http://www.youtube.com/watch?v=I2SGcTaw6KY&feature=channel_video_title

Me quedé medio dormida por un rato, pero me desperté cuando estábamos a punto de tomar tierra. Sonreí a los señores que tenía a mi lado, sus caras mostraban seguramente lo mismo que mostraba la mía, estaban medio dormidos aún. Salieron antes que yo, que esperé para salir de las últimas… no tenía demasiada prisa. Bajé del avión y caminé con tranquilidad hasta llegar a un baño, entré y me lavé la cara para despejarme, después seguí caminando sin prisa hasta las cintas y esperé a que mis maletas salieran. Las recogí y comencé a andar sin saber muy bien hacia donde, simplemente seguía al resto de la gente por pura inercia, pero aquello me ayudó cuando me di de bruces con aquel puesto, autobuses para Sacramento. Leí aquel cartel, los billetes se compraban en el propio autobús, así que seguí las indicaciones hasta aquella parada, la gente ya hacía fila. Miré los horarios, faltaba aún media hora… me apoyé en mis maletas y encendí de nuevo mi música mirando a la gente de mi alrededor, un hombre trajeado con una pequeña maleta y fumando, una pareja abrazada, una niña apoyándose en el abultado vientre de su madre, una mujer muy arreglada con un bolso y una maleta grande a juego… Fruncí el ceño al ver un coche plateado frenando frente a mí, sonreí al ver a aquella mujer asomarse por la ventanilla.
-¿Vas a Sacramento? –Asentí-. Podemos llevarte, si quieres...
-Gracias, pero no me gustaría causarles molestias…
-Cariño, pasaremos por allí… no es ninguna molestia… -Se desabrochó el cinturón y bajó, su marido hizo lo mismo y tomó mis maletas-. No me gusta la idea de que esperes tanto rato aquí sola, pensé que alguien vendría a buscarte…
-No… -Negué y ella me miró preocupada, sonreí y entré en el coche-. He venido sola…
-¿Sola? –Asentí abrochándome el cinturón, ella se giró sorprendida-. ¿No tienes a nadie en Sacramento? –Negué-. ¿Y tus padres te han dejado sola? ¿Qué edad tienes? No pareces ser mucho mayor que mi nieta Caroline…
-Tengo dieciocho… -Dije sonriendo-. ¿Qué edad tiene su nieta?
-Diecisiete… -Dijo asintiendo-. Así que no me equivocaba mucho… -Asentí mientras salíamos del aeropuerto-. ¿Y qué vas a ver en San Diego?
-Pues… no lo sé… -Reí-. En realidad, me dirigía a un pueblecito de la costa, tenemos una casa familiar allí…
-¿Qué pueblecito?
-Jenner…
-¿De verdad? –Dijo mirándome de un modo extraño, parecía… ilusionada. Asentí y ella suspiró-. ¡Vaya! –Miró a su marido y él rió-. Allí nos conocimos… Nos dirigíamos a Santa Rosa, pero quizá podríamos dejarte en Jenner…
-No, de verdad… no quiero molestar.
-No será molestia… íbamos a ir de cualquier forma… -El hombre se encogió de hombros-. Tenemos un recorrido, queremos ir a Jenner, también Windsor… queremos visitar varias ciudades… -Me miró de reojo-. ¿Destino Jenner, entonces?
-¡Pues claro! –Dijo la señora riendo-. ¿Sabrás llegar sin perderte?
-Lo intentaré, cariño… -Él rió-. Gracias por la confianza…

Reí con ellos, me sentí realmente extraña en ese coche. Por una milésima de segundo imaginé que ellos podrían ser perfectamente mis abuelos… una pareja realmente adorable, que se querían de una forma obvia e innegable. Les agradecí que me llevaran de nuevo, para después embarcarnos en una conversación sobre su familia. Tenían tres hijos y seis nietos, pero pude entrever que Caroline era su predilecta, según me dijo después, ella era la más pequeña y había tenido ligeros problemas de salud, así que en cierta manera entendí esa predilección. Sentí que los conocía incluso después de una hora en la que ellos me describieron a cada uno de los miembros de la familia.
-¿Y qué hay de ti? ¿De tu familia?
-Pues… -Me mordí el labio… intenté sonreír-. Mi madre… es un poco rara. Pero… se preocupa mucho por mí… -Tragué, hablar en presente era algo doloroso, pero sonreí cuando ella me miró-. Me imagino… que como todas las madres.
-Por supuesto…
-Y mi padre… es divertido. Muy trabajador. Y romántico… o eso creo, al menos… -Ellos rieron conmigo-. Luego está mi tía… es un poco extraña, mucho más rara que mi madre, pero también más divertida… estábamos muy unidas… -Mordí mi labio al hablar en pasado-. Ahora no tanto...
-¿Estáis enfadadas?
-No, no es eso… -Suspiré-. Me encantaría estar más cerca de ellos, de su familia. Se casó y tuvo una niña… estuve con ellas antes de irme… pero vive lejos.
-Entiendo…
-Y bueno… no tengo mucha más familia…
-¿Y novio? –Preguntó Richard-. ¿Ya tienes?
-Pues… -Mordí mi labio y negué-. Creo que no…
-¿Crees? –Martha rió-. ¿Te gusta algún chico?
-Algo así… pero… es muy complicado. Me ha decepcionado mucho, me ha ocultado muchas cosas y… -Fruncí mis labios-. No me apetece hablar del tema…
-¿Os apetece parar en Napa? Necesitamos repostar y yo necesito estirar las piernas.

Asentí y paramos en la primera gasolinera que vimos, insistí en pagar la gasolina pero no me dejaron, así que les supliqué porque me dejaran invitarles al menos a la comida. La segunda parte del viaje fue más silenciosa, apenas hablamos y decidí ponerme a escuchar música para no dormirme.
Poco más de tres horas de viaje y empezaba a despuntar el alba. Sonreí al ver aquel cartel que indicaba Jenner, busqué en mi mochila y recordé lo último que había leído en aquel álbum sobre nuestros viajes, tenía una cierta idea de dónde podía estar aquella casa. Le indiqué como pude a Richard y él asintió, recorrimos aquella calle despacio hasta que mi corazón dio un vuelco. Palmeé el hombro de Martha y ella rió indicando a su marido que parase. Cerré la boca mientras bajaba del coche, aquella casa me hacía sentir realmente extraña, nerviosa e inquieta pero a la vez relajada… no podría explicarlo.

Ayudé a sacar las maletas del coche y me despedí de ellos. Intercambiamos los números de teléfono y miré aquel coche marchar mientras metía la llave en la puerta. Parpadeé en repetidas ocasiones al ver aquella casa, no parecía sucia, ni abandonada como esperaba. Metí las maletas dejándolas en la entrada y me dirigí hacia la pequeña terracita abriendo las puertas. Las vistas eran preciosas, y aquella cocina… sonreí. No sabía porqué, pero tenía ganas de reír, saltar… y gritar. Subí corriendo las escaleras, pero aquellas habitaciones parecían distintas a las fotos que había visto. Bajé de nuevo y saqué el álbum de la maleta, definitivamente alguien había cambiado algunas cosas… incluso el sofá, era distinto.
Me senté en él y examiné la estancia, sonreí al ver un equipo de música. Me acomodé en el sofá pensando las cosas que debía hacer, comprar comida, un bañador… y haciendo una lista mental me quedé dormida en aquel sofá.

Me desperté hacia el medio día, el sol estaba en lo más alto y decidí darme una ducha… me sorprendió encontrar en aquel baño champú, jabón, toallas… y dos cepillos de dientes. Sonreí al pensar en septiembre… Nessie y Jake habían estado aquí. Suspiré y me duché con calma, bajé con la toalla enroscada en mi cuerpo y saqué algo de ropa de la maleta. Dejé mi pelo mojado y tomé algo de dinero y las llaves, paseé por el pueblo hasta el supermercado. Leche, cereales, pasta, salsa de tomate y huevos… tendría para tres o cuatro días con eso. Volví hacia casa y guardé toda la compra. Me quedé algo parada, ¿qué podía hacer ahora? Suspiré y cogí la caja de cereales, me senté en el sofá sin saber muy bien qué hacer, mirando a mi alrededor mientras mascaba aquellos crujientes cereales… me levanté cuando me sentí sedienta, bebí leche tomé el álbum para volver al sofá. Kevin… Suspiré y sonreí al leer sobre él. Terminé aquel álbum y de nuevo aquella caja metálica me llamaba.
Me levanté y me acuclillé frente aquella caja, la dejé a un lado y escogí el CD de mi padre, lo puse y me tumbé en el sofá escuchándolo. Apenas sentí nada, esperaba llorar o reír… recordar algo… pero no hubo reacción aparente. Mi mente sólo parecía querer una cosa, así que resignada encendí la luz y tomé aquella cajita que había dejado en el suelo. De camino a la terracita encendí de nuevo la música y comencé a leer aquella nota…



Tus manos aferrándome fuerte para que me quede… tu aliento rozando mi pecho y
haciendo que mi corazón se vuelva loco. La manera en la que tu rostro muestra la
más dulce paz cuando descansas sobre mí, la luz que roza tu rostro e ilumina el
nuevo día…
No puedo entender cómo he podido vivir sin esa fascinación que me
produce mirarte, no puedo perdonar al cielo el haberte tenido tan lejos de mí y
nunca podré agradecer lo mucho que me alegra el que hayas llegado a mí. Eres la
mejor de las drogas, y no me importa ser adicto a ti y reconocerlo… nunca tengo
suficiente y no me importaría tener una sobredosis de tu amor, aunque nunca
sería suficiente.
Tu olor, la manera en que tus ojos se mueven mientras
duermes, como tu corazón palpita y pierde el ritmo por unos segundos cuando
acaricio tu rostro al verte dormir… como tu pelo refleja la luz de la mañana
volviéndola más hermosa, como tú vuelves más hermosa mi vida… No hay palabras
suficientes para expresar cada detalle que observo en ti y hace mi vida mejor.
Te quiero, nunca me cansaré de hacerlo y jamás tendré suficiente. Tuyo por
siempre.

Noté un nudo en mi garganta, pero nada más. Dejé la nota en aquella cajita abierta con decenas de notas de él, miré hacia el horizonte, aquella playa y el cielo que comenzaba a mostrar las estrellas… me acurruqué en aquella silla escuchando la canción que sonaba, una parte de mí quería llorar al escucharla, pero sólo puse suspirar y medio sonreír.

http://www.youtube.com/watch?v=NFDQ4UY1Zds&feature=related

Miré aquellas notas y cerré la caja, apagué la música y me tumbé en el sofá dándole vueltas a todo y a nada… fruncí los labios y busqué uno de los libros de mamá, comencé a leerlo y conforme giraba las páginas mis ojos se notaban más pesados…

La luz me dio de lleno en la cara, el libro que había estado leyendo quedó sobre mi pecho, la luz de la estancia seguía encendida a pesar de que ya había amanecido… pero cuando todo aquello pasó, cuando el atontamiento cesó, pude recordarlo. Aquel sueño. Aventé el libro y me levanté con urgencia, saqué aquel ordenador de la maleta y lo encendí posándolo sobre mis piernas. Tecleé.
DARABI… y la pantalla cambió a otra… Iniciando sesión. Reí y me acomodé en el suelo con el portátil sobre mis piernas. Mi corazón palpitaba, mis manos temblaban por la emoción de poder tener acceso a los archivos de mi madre, algunas carpetas tenían nombres sin significado para mí, pero otras estaban llenas de fotos, de videos de mi familia… la emoción se apoderaba de mí y suspiré levantándome. Dejé el ordenador sobre la mesita y tomé una cuchara y un bol, lo llené de cereales y leche y me senté en aquel sofá para una sesión de fotos y videos sobre mí y sobre mi familia. Apenas podía comer, reía viendo todo aquel material, incluso pude recordar algunas cosas que no sabía muy bien de dónde salían… pero salían y venían a mi mente de una forma armoniosa.

Mi móvil sonó y me quedé congelada, me daba miedo que fuera él… tragué y dejé el bol en la mesa para buscar el móvil, suspiré aliviada cuando dejó de sonar antes de que lo cogiera, al mirar… sonreí, Bryan me había llamado. Le mandé un mensaje y le dije que no podía hablar, que estaba bien y que diera recuerdos a todos. Me senté de nuevo y seguí leyendo archivos, correos que mi madre había enviado a otras madres, correos que me había enviado a mí… ¿A mí? Me quedé paralizada. Tragué y abrí el último de la lista, el que tenía fecha más reciente.



Cariño… eres definitivamente un desastre. Ha llamado tía Cyntia, el otro día te
dejaste en su casa una carta de la universidad… y menos mal que he obviado tu
derecho a la intimidad y la he abierto, tenías que pagar las tasas del título
antes de la semana que viene, ¿lo has hecho? Ya me lo dirás, si no lo has hecho
le diré a papá que vaya uno de estos días… ¿Dónde tienes la cabeza? Imagino que
estabas demasiado distraída con el viaje…
Recuerda llamar nada más que
llegues… que si no estaremos preocupados… ya conoces a tu padre, aunque
seguramente primero llames a Seth, pero no te entretengas mucho, ¡tienes que
llamarnos a nosotros! Y si puedes también a tu tía, ya sabes lo envidiosa que
es… y seguro que se alegra.
Pásalo muy bien, ¿vale? Te quiero, conejita…

Todo aquello que no había sentido en un día, vino de golpe en ese momento. Comencé a llorar, fue un llanto ligero al principio, pero me tumbé en el sofá para dejar ir todo. Al rato me relajé un poco más, seguía llorando pero de un modo más calmado, podía respirar con normalidad… simplemente me sentía sola, pero me incorporé y miré algún otro video y algunas fotos más. Toda aquella angustia fue pasando para dar lugar a un ligero ruido de mi estómago. Reí y pensé que quizá debía comer algo más contundente. Busqué en la maleta el cargador del ordenador, lo conecté y me dirigí a la cocina.

Pasta con salsa boloñesa… no había mucha más opción. Reí ligeramente y me puse a cocinar, dejé el plato en la mesita cuando me di cuenta que afuera apenas había luz. Suspiré y busqué una carpeta que había visto, la de películas. Me sorprendió ver algunas infantiles, reí y puse una de ellas “Despicable me”. Comencé a cenar con esa película, terminé de cenar y me tumbé en el sofá muy relajada. Reí con alguna escena, y cogí el móvil cuando sonó sin pensarlo… tragué en seco al ver un mensaje de Seth.
Paré la película y escuché aquella canción que me había mandado. ¿Qué pretendía? ¿Torturarme? Suspiré… él me estaba echando de menos, quizá debería decirle que estaba bien… Cerré los ojos y negué, no era apropiado. No quería decirle que yo estaba bien cuando él parecía estar pasándolo mal por mi culpa. Tampoco podía decirle que estaba mal… Suspiré de nuevo y dejé el móvil sobre la mesa… no sabía qué decirle… así que mejor no decirle nada. Me acomodé en el sofá mirando aquel móvil, sólo la pantalla del ordenador iluminaba la estancia.
Subí mis pies al sofá y los abracé, pensando qué era lo que podía decirle, pero no se me ocurría nada apropiado, nada que fuera a hacerme sentir bien… o hacerle sentir bien a él. Apoyé mi cabeza en el sofá… ojala tuviera a alguien a quien consultarle… Apagué el ordenador y recogí los restos de la cena, salí y paseé por la playa pensativa, pero seguí sin ideas. Empecé a tener frío, así que volví a casa y encendí la música tumbándome de nuevo en el sofá.

http://www.youtube.com/watch?v=8R4t8_lIe0Q

Me gustaba aquella canción, pensar que mi padre la había escuchado, que seguramente la habría bailado con mi madre… los imaginé. Los imaginé abrazándome y consolándome en ese mismo instante, como si los cojines del sofá fueran sus piernas, casi pude notar las manos de mi madre en mi pelo… pero pronto imaginé que eran otras manos diferentes, unas mucho más cálidas. Aquella canción tenía mucha razón, pero no podía dejarme llevar por esa necesidad de él. Tenía una misión… pero me lo permití por una noche, por un momento… me dormí pensando en él.

Cuando me desperté sonreí al poder ver el sol reflejado en el agua de aquella maravillosa playa. Por alguna extraña razón, me había despertado de buen humor… y este sitio parecía tener bastante que ver. Me gustaba esta casa.
Decidí levantarme y subir mis maletas a una de las habitaciones, dos días durmiendo en el sofá pasaban factura a mi espalda, a pesar de lo cómodo que era. Saqué de la maleta el par de pijamas que había traído y los metí en uno de los cajones, colgué las dos chaquetillas en uno de los armarios junto con los vaqueros. Fruncí el ceño al abrir uno de los cajones, había un paquete de tabaco y una carta… me senté y la leí algo sorprendida… una carta de Allison. Tuve un ligero deja-vu, me senté en la cama y observé la habitación, me sentía ahora extraña en aquella estancia, como si no debiera dormir allí. Saqué todo de nuevo y subí al piso superior, me metí en la habitación de la izquierda, la cama era doble… sonreí, tenía pinta de ser muy cómoda. Guardé mi ropa allí y bajé al primer piso… tirada en la entrada quedaba sólo aquella guitarra.

Me senté en el suelo y la saqué con sumo cuidado, la coloqué sobre mí como si fuera a tocar… pero no tenía ni idea de cómo empezar. Moví mis dedos sobre las cuerdas y fruncí el ceño ante aquel desagradable sonido… no parecía muy buena idea, pero había algo en mí que me empujaba a intentarlo… y tenía que haber alguna manera de aprender o recordar… Quizá consiguiera algo más con el estómago lleno. Encendí el equipo de música poniendo la radio mientras preparaba una tortilla, estaba cansada de pasta y cereales.
Desayuné mirando aquella estampa, aquella playa… no era un día caluroso, pero el sol brillaba ligeramente y estaba despejado. Terminé de desayunar y me quedé allí por un rato pensando… hasta que la idea me vino a la cabeza. Recogí el plato y me dirigí al ordenador de mi madre, aquel video que salía cantando con mi padre… en él yo tocaba la guitarra. Me fijé detenidamente un par de veces, después tomé la guitarra e imité los gestos del video… no salió muy bien, pero tras varios intentos casi pude visionar la partitura. ¡Partituras! Quizá eso ayudaría…

Toqué de nuevo con la partitura delante, identifiqué los acordes… era complicado, pero mi mente quería recordar y eso ayudaba. Estuve intentando hacer sonar aquella guitarra durante horas, no tuve hambre, ni sed… sólo tenía necesidad de seguir tocando… y seguir. Era como una obsesión… hasta que mis necesidades básicas reclamaron protagonismo, así que lo dejé por un rato. Cené, me duché, me puse el pijama… y volví a coger mi guitarra. Mis dedos dolían, apenas podía notar ya las yemas de los dedos… suspiré y decidí dejarlo por hoy… iba a tener mucho más tiempo. Quizá era tiempo de leer… de escuchar música. Al poner la radio las ganas de leer desaparecieron, sólo quería bailar…

http://www.youtube.com/watch?v=wE31ycjz0z8&feature=related

Caí redonda en el sofá y me sorprendí a mí misma riendo. Suspiré y miré aquellos libros de mamá, tomé el móvil y uno de los libros para subir las escaleras y desplomarme en aquella enorme cama. Me leí aquel libro casi del tirón, la Casa Pintada me encantó. Dejé el libro en la mesilla y me dispuse a dormir, pensé en lo que tendría que hacer al día siguiente, necesitaba comprar leche… y quizá algo que no fueran pasta o cereales… me apetecía mucho un trozo de carne.
Mi móvil me despertó, lo miré casi con miedo, pero sonreí al ver que era un mensaje de Hanna. Me decía que le daba mucha pena que no hubiera vuelto y que le gustaría verme esta semana, antes de que todos se fueran de vacaciones… le escribí contestando que no creía que eso fuera posible, pero que posiblemente nos veríamos en el comienzo del curso… Suspiré. Comienzo de curso del nuevo año. Eso implicaba tener que volver a casa con Seth… hice una mueca y me levanté para ir al baño…
-Genial…

Rodé los ojos y busqué por todos los armarios, entonces pensé en los cepillos de dientes del baño del segundo piso… Nessie venía a pasar esos días aquí, así que… tenía que haber tampones por algún sitio. Encontré dos, al menos… tendría para un rato. Definitivamente, necesitaba ir de compras.

Caminé por el pueblo desganada, sólo me apetecía tumbarme en el sofá, así que decidí apresurarme para volver cuanto antes. Compré lo evidente y un par de filetes de carne, frutas y helado de chocolate… antojo de última hora. Hice una mueca al ver aquel licor de fresa… me apetecía mucho, pero no podía comprarlo… un asco. A cambio, compré una chocolatina Mars que fui mascando de camino a casa… estaba buenísima.

Dejé el helado en el congelador, la carne y la fruta en el frigorífico y subí con aquella cajita azul hasta el baño del segundo piso, dejé medio paquete allí y subí la otra mitad al baño del tercer piso. Hice la cama y recogí un poco la habitación para bajar al primer piso y preparar el par de filetes. Me los comí de una sentada, para después comerme un bol de helado de chocolate mientras terminaba de ver la película del otro día, “Despicable me”. Cuando terminó empecé a sentirme cansada, recogí los platos y subí con otro libro hasta el tercer piso, me acomodé sobre la colcha y comencé a leer.

El libro escogido: Emma, de Jane Austen. Comenzaba a sumergirme en aquella irónica novela cuando pude escuchar el ruido de un motor. Fruncí el ceño y medio reí, era la primera vez que escuchaba pasar un coche por allí desde que estaba en esa casa. Seguí leyendo cuando mi corazón palpitó al escuchar la puerta. Cerré el libro y me asusté, pensé en esconderme en el armario… pero no serviría de nada. Cogí el libro de nuevo, siempre podría arrojarlo a la cabeza de quien fuera y salir corriendo si la cosa se ponía fea. Bajé con lentitud las escaleras, casi escondiéndome por los barrotes. Pero al llegar al último tramo de escaleras el miedo desapareció para hacer paso a la furia.
-¿Qué haces aquí?
-Tienes… -Suspiró y me miró suplicante-. Tienes que volver… por favor.
-Si… -Suspiré e intenté calmarme-. Si has venido sólo para eso… deberías darte media vuelta, no voy a volver.
-¿Nunca?

Su cara hizo que mi corazón se encogiera levemente, no podía ser tan cruel, no cuando aquellos ojos marrones me miraban detrás de una película brillante. Pero no podía mostrar debilidad, así que seguí con mi cara de enfado mientras meditaba la respuesta.
-Deberías irte…
-No pienso irme… -Negó y se encogió de hombros-. No volveré sin ti.