Capítulo XII: Complicaciones.

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La luz me daba en los ojos, pero no quería abrirlos. Mi sueño era bonito y acabó en contra de mi voluntad, por lo que seguí con los ojos cerrados visualizándolo de nuevo. Ronroneé, se estaba tan a gusto en mi sueño… Oí a Charlie tocar la puerta y abrir, se asomó.
-Cariño, so
n las ocho de la mañana. Tengo que ir a la comisaría, pero tú puedes quedarte durmiendo. Sue me ha dicho que Seth viene de camino para quedarse contigo… -¿Seth? ¿Por qué no viene Jacob? ¡Vaya asco! Mi abuelo me dio un beso en el pelo-. Descansa pequeña. Vendré a comer contigo, ¿de acuerdo?
-Muy bien abuelo. Pasa buen día –dije mientras me pasaba las sábanas por la cabeza y mi abuelo se reía-. Te quiero –dije escondida-.

Oí como tocaban la puerta, mi niñera Seth ya estaba en casa. Mi abuelo le indicó que me dejara dormir hasta que quisiera, si no esta noche no aguantaría. No lo entendí bien, pero seguramente habría preparado otra cena o algo así. Seth se limitó a sentarse en sofá de manera estrepitosa y puso la tele. Yo seguí pensando en ese sueño tan maravilloso, por lo que me volví a dormir.
Comenzaba a sentirme observada, la luz no me molestaba en los ojos, pero no tenía ganas de abrirlos tampoco. Sentí su aliento en mi cara, Seth resoplaba.
-¿Sigues viva? Creía que te quedabas para disfrutar de Forks y de la gente, pero tu abuelo ha tenido que comer solo porque le daba pena despertarte. Chica, eres un desastre. ¿No te quieres levantar de la cama en todo el día? Claire lleva horas llamando a ver si puede venir, y tú no me haces ni caso –pero es que acaso ¿no se va a callar nunca? ¡Que pesado era este chico! Aunque ciertamente era un muchacho estupendo-. Venga, Nessie, si además no echan nada en la tele y me estoy aburriendo. Además verte dormir no es tan emocionante como dice Jacob…
-Por fi, Seth, se bueno y déjame diez minutos más…
-Diez, ni uno más.

Seth se fue resoplando y refunfuñando mis palabras como si de una niña mimada se tratara. Pero yo no era así, solo que hoy estaba realmente cansada. Cerré los ojos. Lo siguiente que sentí fueron unas sombras pasar y traspasar por la habitación. Se acercó a mi cara, era cálido y… olía tan bien. Me encantaba, lo había olido mil veces, pero ahora parecía más intenso. Noté como me olisqueaba el pelo. Otro olor muy familiar hizo lo mismo. ¿Me estaban olisqueando? Quise preguntar pero me sentía demasiado casada. Solo podía escuchar.
-¿No notas algo distinto?
-No –Seth me volvió a olisquear-, de verdad. No sé, estás un poco paranoico. Aunque es cierto que lleva durmiendo casi todo el día -¿Casi todo el día?-. Está anocheciendo y Charlie estará a punto de volver, se enfadará conmigo si no la despierto, pero ya no sé como intentarlo. He probado de mil maneras y nada.
-¿Te ha dicho Charlie si ha pasado mala noche?
-Me ha dicho que la dejara dormir, así que es posible.
-Bueno, no sé, pero a mi me preocupa más su olor. Es distinto, menos dulce, más… humano.
-Yo no noto nada Jake, para mí que se te está yendo la olla, eres peor que Quil… pero quizá huela más humana porque ha estado más rodeada de humanos que de vampiros últimamente, no sé…
-No sé, es una posibilidad. Baja a preparar algo, que estoy muerto de hambre.
-¿Perdón? ¿Además de niñera, chacha?
-Seth… por favor. Voy a ver si consigo despertarla…
-A sus órdenes, mi capitán –oí como salía de nuevo refunfuñando y Jacob se reía-.
-Nessie… -Susurró cerca de mi oído, me besó el pelo y lo acarició-. Nessie… es hora de levantarse, te hemos preparado algo, ¿no quieres verlo? –dijo mientras me sacudía despacio-. Venga pequeña, levanta, has dormido todo el día, si no escuchara tu corazón, pensaría que estás muerta. Venga, no seas remolona…
-Cinco minutos…
-A mi no me la cuelas como a Seth, pequeñaja… ¿Se puede saber porqué no te levantas?
-Porque me gustan mis sueños –dije mientras Jacob se reía-. Y si me levanto se acabarán, por lo que no me quiero levantar.
-Es una buena teoría… Pero… quizá te pierdas algo mejor incluso que el sueño si no te levantas de la cama. ¡Venga perezosa! –no sé porqué, pero le agarré la mano y le mostré mi sueño. Yo era mayor, y Jacob seguía igual. Estábamos paseando, cuando me senté ya aburrida, él desapareció y volvió como lobo. Me monté y corrimos durante kilómetros hasta llegar a un lago donde nos bañamos. Entonces el sueño se acaba. El corazón de Jake se paró y reanudó su marcha muy rápido. Cuando se acompasó carraspeó un poco-. Bueno, sí, es un buen sueño, pero quizá haya más cosas bonitas que vivir hasta que seas así de mayor. ¿No quieres hacerme feliz?
-¿Qué? –dije abriendo los ojos, había sonado tan apenado… estaba sobreactuando un poco, pero me pareció muy gracioso-. ¡Qué mal actor!
-Sí, lo sé, pero por fin veo esos ojitos abiertos. Ves a ducharte ahora mismo, te espero en diez minutos abajo. ¿Qué quieres…cenar?
-No sé… Quizá… ¡helado!
-Eso no es cena, Nessie… -me dijo mirándome raro-.
-¡Chocolate! –me miró aún peor-. ¿Helado… de chocolate? –dije con voz muy extraña.

Jacob suspiró y se marchó. Me duché en cinco minutos y me vestí. Me puse un peto vaquero y un jersey rojo. En momentos como este realmente me hacía falta mi tía Alice. Bajé las escaleras y me senté en la cocina con Jacob y Seth, que discutían sobre qué cena sería más sana y cual más sabrosa. Nos quedamos con la cena sana porque Charlie llegó en seguida, acompañado de Sue.
Cuando terminamos de cenar todos se miraban expectantes, hasta que decidieron que no me iban a contar nada, así que me metieron al coche de Jake sin yo saber qué era lo que tramaban.
Me senté en la parte trasera, entre mi abuelo y Sue mientras Jacob refunfuñaba por llevar a Seth de copiloto. Yo me divertía mucho, ya que Seth no paraba de tocar la radio, algo que desesperaba a Jake. Además la cara de mi abuelo y de Sue en la parte trasera del Volkswagen… era tremenda. Los dos se cruzaron una mirada muy extraña y se sonrojaron. ¡No! Un dulce sabor se agarro a mi garganta. De repente estaba muy sedienta. Aquel coche se había convertido en mi cubículo de los horrores. Olor a humano, que se agarraba a mi garganta y olor a perro, que me hacía arder la nariz. El tío Jacob me miró por el espejo retrovisor con cara de preocupación.
-¿Podemos parar? –Dije aguantando el aire lo más posible, no podía estar mucho más rato cerca de mi abuelo y Sue con esta sed-. Creo que me estoy sintiendo muy mal.
-Claro pequeña –dijo con tono preocupado. Aparcó en el arcén y bajo rápido, echando su asiento para delante y sacándome de allí, todo en menos de un minuto. La cara de Charlie parecía contrariada, pero no dijo nada. Me alegré de tener aire fresco-. ¿Qué ocurre?
-Creo… bueno… -hice un gesto para que se agachara y se acercó a mí, me acerqué a su oreja-. Creo que estoy bastante sedienta. ¿Podemos cazar por aquí cerca?
-Bueno… -dijo muy sorprendido y mirando alrededor-. Algo se podrá hacer… pero no sé como explicarlo… -dijo mirando a Charlie que salía del coche-.
-Nena, ¿qué pasa?
-Creo que necesita ir a… -dudó-. Charlie, necesita hacer algo en lo que no puedes ayudar, ¿de verdad quieres saberlo? –Acabó diciendo muy seguro-. No sé, puedo explicarlo, pero es más complicado… -mi abuelo enrojeció, lo que me lo puso mucho más difícil-. Tenemos prisa –dijo Jake al ver mi reacción-. ¿Podéis esperarnos unos minutos?
-Daros prisa, Jacob…
-No te preocupes Charlie, volvemos en diez minutos –dijo mientras salíamos corriendo hacia el bosque. Nos adentramos hasta que perdimos de vista a Charlie-. Espérame aquí, Nessie, ahora vengo –se metió tras unos matorrales y salió en su forma lobuna al cabo de unos segundos. Me indicó con el hocico la dirección a seguir-.
-¿Una carrera tío Jake? –hizo un extraño sonido, como un resoplido, así que como no lo entendí, me limite a correr-. ¡Esta vez voy a ganar!
El lobo salió disparado detrás de mí. Llegamos a la orilla de un riachuelo donde no había nada. ¡Genial! Era de noche. Pude oler algo, un felino, por la frecuencia de su latido estaba en calma, seguramente durmiendo. Nunca había sido capaz de atacar a un puma, mis padres nunca lo permitieron, a no ser que primero lo matara papá. Mi tío Jake gruñó cuando vio la dirección que tomaba, pero yo era ahora algo más rápida, podría hacerlo. Eché a correr, llegué a la posición del puma, me había equivocado, no dormía, se estaba alimentando. Me quedé paralizada, no podía mover ni un músculo, el puma se enfureció, se acercaba corriendo, pude verlo, pero yo no podía moverme. Cerré los ojos esperando lo peor.
Oí un chasquido, unos gruñidos y el aire se movía a mi alrededor. Abrí los ojos y Jacob tenía en su hocico al puma, lo dejó caer al suelo. La sangre del puma salía a borbotones de su yugular, me lancé a beber. Jacob paseaba intranquilo mientras me alimentaba y saciaba mi sed. Cuando terminé me dí cuenta de que había manchado mi ropa, al igual que el lobo que me observaba. Se agachó para que subiera. Salimos corriendo de allí, y llegamos a los arbustos. Me bajé y el lobo desapareció, para reaparecer en forma humana muy enfadado.
-¡Genial! ¿Quieres que tus padres me arranquen la cabeza? ¿Y tu abuelo? ¿Qué hacemos ahora con tu ropa? –nunca había visto a Jacob tan enfadado-. Vamos al riachuelo, quizá podamos hacer algo…
Llegamos de nuevo a la orilla y me quité los restos de sangre del puma. El agua estaba fría, por lo que temblé ligeramente. Mi camiseta y la parte de arriba del peto estaban manchadas. Jacob se quitó la camisa, quedándose en camiseta de tirantes y me la puso encima, atándomela y tapando los goterones de sangre. Su camisa negra de manga corta me tapaba entera.
-Esto es… ¡parezco un saco de patatas!
-Renesmee –se agachó y se quedó en silencio, parecía muy enfadado-, no vuelvas a hacer algo así. ¿Me oyes? En tu vida vuelvas a hacer una estupidez semejante. ¿Qué querías? ¿En qué pensabas?
-Yo… tío Jake yo… -¿Por qué se ponía así? ¿Por qué me gritaba?
-Tú nada, no lo vuelvas a hacer, y punto.
No pude aguantarlo más. Bajé la mirada, sabía que pronto comenzaría a llorar o a gritarle. Pero no podía gritar a mi tío… Se dio media vuelta y me cogió de la mano, arrastrándome tras él. No pude evitarlo, comencé a llorar ligeramente. Él paró, se puso de rodillas y me cogió de la barbilla.
-¿Ahora lloras? –me miró enfadado, pero su rostro fue cambiando-. Lo siento, en serio, no quería gritarte, perdóname. Pero, ¿entiendes que eso está mal? ¿Qué podías haber salido herida? –Asentí, no pude articular palabra-. Ven –dijo mientras me alzaba en brazos, puso su mano en mi cabeza, para que me apoyara en su hombro, tratando de consolarme-, deja de llorar o Charlie me matará. No quiero verte llorar más. Te quiero pequeña, no lo olvides.
-Y yo tío Jake –le abracé fuerte-, lo siento mucho.
Fuimos hacia el coche. Los tres esperaban fuera ansiosos. Habíamos tardado más de veinte minutos. Mi abuelo corrió hacia mí e intentó cogerme, pero no me solté de Jake. Estaba cansada, muy cansada.
-Abuelo, podemos ir a casa, no me encuentro muy bien –mi abuelo miró mi camisa y a Jacob, había ira en su mirada-. Me he mareado tanto que he devuelto. Me he manchado toda. ¿Podemos volver?

-Claro cariño, ven con tu abuelo.
-No, quiero ir con el tío Jake, tengo un poco de frío.
-Está bien, nena, vamos al coche. Jacob, ponte detrás con la niña y con Sue. Cariño -dijo mirándome-, si necesitas que paremos, simplemente dilo y el abuelo parará –nos metimos en el coche con un silencio algo incomodo. Seth suspiraba, mi abuelo iba mucho más lento que Jacob-. No me extraña que la niña se haya mareado, conducís como locos… -siguió murmurando durante todo el camino-.
De vez en cuando alguno de los cuatro me preguntaba por mi estado. Ciertamente estaba cansada, quería que Jake se quedara conmigo… pero el abuelo estaba enfadado con él, aún no entiendo porqué. Cuando llegamos a casa Jacob me dejó en la cama, la habitación parecía muy pequeña estando los cinco allí.
-¿Puedo traerte algo? –Dijo Sue muy dulce-.
-No, solo quiero ponerme el pijama. ¿Puedes ayudarme? –gracias a Dios ella estaba allí. No me sentía con fuerzas como para cambiarme yo sola de ropa-.
-Claro, vamos pequeña… -me ayudó a levantarme y fuimos al baño, escoltadas por los tres. Cuando llegamos al baño y quité mi camisa Sue abrió los ojos-. ¿Qué dem…? ¿Cómo te has….?
-Tenía sed, pero el… gatito me lo ha puesto algo difícil. Por eso llevo la camisa de Jake. ¿No le dirás nada al abuelo? Él no sabe que yo… bueno…
-Tranquila, echaré todo a lavar sin que lo vea, si no, se asustará muchísimo.
-Gracias… -Me ayudó a ponerme el pijama y rebulló toda la ropa para irla a lavar-. ¡Espera! –me acerqué al montón de ropa. Su camisa olía a él, un olor que me calmaba. Pero no podía pedirle a Sue que me la diera… ¿Qué iba a pensar?-. Nada… da igual. Creí que llevaba algo en los bolsillos.
-Ya… -ella desenroscó la ropa. Sacó la camisa negra de Jake-. ¿Es lo que buscabas en tu bolsillo? –se reía de… ¿mí?-. No creo que a tu abuelo le haga mucha gracia. Será mejor que la escondamos, luego te la devuelvo, ¿de acuerdo?
-Es que… bueno… su olor… me gusta… me calma. Es una tontería ¿verdad? –Sue sonrió y negó levemente con la cabeza-. ¿No crees que sea una locura?
-No, hay olores que nos recuerdan cosas y nos calman o nos alteran. Por ejemplo, el olor a bizcocho, me encanta, me relaja muchísimo. Sin embargo cuando huelo a tabaco, lo odio, me pone nerviosa.
-Charlie no fuma, y le encantan los bizcochos –dije riéndome. Me encantaba pensar en ella como mi nueva abuelita. Ella se sonrojó y sonrió-. No diré nada, si te molesta, pero me pareces buena para mi abuelito. ¿Me prometes cuidarle cuando yo no esté?
-Si pequeña, lo haré… Ahora vamos, deben estar impacientes…

Cuando salimos del baño los tres nos acompañaron de nuevo. Entre unos y otros me tumbaron, me arroparon unas diez veces de distinta manera cada uno. Sue me dio un beso en la frente.
-Voy a subirte una infusión, seguro que le sienta bien a tu estómago.
-Te acompaño –dijo mi abuelo-.
-Yo debo irme, le dije a Leah que esta noche haría su… -miró a Charlie que hizo una mueca-. Bueno, que debo irme.
-¿Necesitas algo más, nena? Te apetecen unas… ¿galletas? –Preguntó mi abuelo-.
-No, gracias abuelito –le dije mientras salían y bajaban a la cocina-.
-¿Estás mejor? Pareces realmente enferma…
-Sí, estoy bien. Sólo que… bueno… no te puedes quedar esta noche ¿verdad? Es que… no me encuentro demasiado bien, preferiría tenerte cerca hoy, me conoces mejor que el abuelo…
-No sé, Nessie, me preocupas. ¿Quieres que llame a tus padres para que vengan con Carlisle? Quizá él sepa qué es lo que te pasa… Al final tendrán razón, no llevan más que un par de días fuera y ya estas enferma… Lo siento Nessie…
-No tienes la culpa tío Jake.
Sue y Charlie subieron con la infusión. Me la tomé y me tumbé, intentando dormir. Los tres se fueron abajo y escuché como Sue le pedía a Jake que le acercara a casa. Charlie vino para arroparme nuevamente y darme un beso. Oí los muelles de su cama chirriando bajo su peso. Intentaba dormir pero no podía, estaba angustiada, nerviosa, necesitaba su olor para calmarme…
Entonces me asusté aún más. Alguien forzaba la ventana de la habitación. No sabía que hacer, ¿debería despertar a Charlie? ¿Debería gritar? O, simplemente ¿esconderme debajo de las sábanas? Decidí que no tenía fuerzas suficientes para no hacer otra cosa que quedarme bajo las sábanas. El ruido cesó. Quizá fuera un poco de viento. Me metí aún más debajo de las sábanas, solo quería dormirme. Un ruido sordo abrió la ventana dejando entrar el aire frío. Tirité ante la corriente fría que en seguida cesó. Su olor llenó toda la habitación. No podía ser él. ¿Cómo? Me asomé, quitando las sábanas levemente de mi cabeza. Y allí estaba él, sonriente.
-¿Me has echado de menos? –no pude contestar, sólo le abrace-. Eso parece un sí.
-Pero… ¿cómo?
-Es fácil, te echaba de menos.
-Yo también a ti, pero… ¿has venido solo? ¿Y el resto?
-No, he venido sólo, pero debo regresar, no saben que estoy aquí. Sólo he venido para pedirte que regreses a casa pronto, que no te quedes aquí, todos estamos muy tristes… Además… Hay una sorpresa para ti, para tu cumpleaños. Pero no te pienso decir nada más, o Alice me matará.
-¿Ahora eres tú el adivino?
-Sí, eso parece. Volverás a final de mes ¿cierto?
-Sí, el abuelo me tiene que hacer mis medidas. ¿Cuándo empiezas las clases? ¿Vas a ir este año a las clases presenciales?
-Sí… pero eso lo hablaremos cuando vuelvas. Sólo quería verte y darte un abrazo, echo de menos tu calidez también…
Estábamos riendo cuando una sombra placó a Nahuel.
-¡No! -Jake se levantó y se encaró a Nahuel, que gruñía y estaba en posición de ataque. No sé de donde saqué las fuerzas pero me levanté de un salto y me puse en medio-. ¡Espera, Jake! Sólo ha venido de visita, nada más. Nahuel, es mi tío Jake… perdónale, no esperaba visitas…
-Yo… -Jacob me miró-. Reconocí el olor a vampiro, me resultaba familiar, pero…
-No hay problema, Jacob –sonrió Nahuel-. Desde entonces no nos hemos visto mucho… pero me alegro de que estés aquí, protegiéndola. Me siento algo mejor de ver como reaccionas ante lo que consideras… ¿extraño? –dijo riendo-. Bueno pequeña, debo volver… Nos vemos en un par de semanas ¿si? –Dijo mientras me abrazaba y me besaba la frente-. Cuídala, es de las pocas de su especie.
-No, en eso te equivocas… ella es única –dijo lleno de orgullo, sonriente-.

Nahuel se marchó de nuevo por la ventana y Jake me miró.
-Creo que Charlie debería cambiar esa ventana. Hemos sido muchos los que hemos entrado por esa ventana sin problemas… -dijo con aire extraño, ¿nostalgia?-. Bueno, ¿Cómo, estas princesa?
-Bastante mejor.
-Me alegro, entonces me marcho, debes descansar.
-¡No! ¡Espera! –se volvió sonriente-. ¿Puedes quedarte?
-Siempre que tú quieras pequeña, siempre.

El sonido del teléfono me despertó. Mi abuelo subió a despertarme y me dio el inalámbrico, sonriendo, se limitó a decir “Buenos días cariño, son tus padres. El desayuno estará listo cuando termines.”, para después dejarme sola en la habitación que un día perteneció a mi madre. Mis padres me contaron que venían el viernes, que tenían una sorpresa para mí. Me repitieron mil veces lo mucho que me echaban todos de menos y lo muchísimo que me querían, sin dejarme casi hablar.
Cuando colgué me tumbe en la cama. Mi almohada olía… a él. No había sido un sueño, se había quedado, aunque también se había ido, al igual que Nahuel. Bajé a desayunar en pijama, dudaba que a mi abuelo le importara tanto como a mi tía Alice. El desayuno estaba en la mesa, pero había más de dos platos. Me alegré de verles allí, porque por mucho que quisiera a mi abuelo, Sue cocinaba mejor; porque estando Seth, mi abuelo se tranquilizaba y, porque, desayunar además con mi tío Jake, era algo que añoraba cada día en Monroe.

La semana pasó muy rápido y el viernes vinieron mis padres, pero no sólo ellos, también el resto de la familia, incluido Nahuel. Después de la tormenta de besos y abrazos que me dio mi familia, planeamos el fin de semana, pero Jacob les interrumpió llevándose lejos a mis padres. Todo estaba planeado.
Esa noche fuimos a la feria de Port Ángeles, como habían pensado mi abuelo y Jacob para el lunes, y a donde no pudimos llegar, por culpa de mi incidente…
Me lo pasé genial, sobretodo cuando mi tío Emmett se subió conmigo en la montaña rusa, no me esperaba que gritara, aunque solo lo hizo porque yo me riera… él no podía marearse. Jacob se picó con Seth y acabé con cinco peluches, casi no cabíamos en el coche de vuelta.
Cuando estuvimos en casa, mis padres y yo hablamos con el abuelo Carlisle sobre mi “nuevo poder”. Mi crecimiento ya me había permitido aumentar mi don de enseñar cosas, hacía perder la tranquilidad a mi tío Jasper (aunque no me queda muy claro que eso sea un don), bloqueaba a mi tía Alice y ahora a papá.
-Bueno, imagino que algo ha debido de heredar de Bella, además de los ojos. A veces también te cuesta ver claros los pensamientos de Charlie… Pero, no es eso lo que me preocupa ahora, es algo que podemos controlar.
-Sí, yo también he notado algo parecido –dijo mi padre contestando a los pensamientos de mi abuelo-. Creo que todos lo han notado –le miré raro-. Tu olor, tiene un matiz distinto…
-¿Huelo mal?
-No, no mal, solo distinto, es algo muy sutil… Pero quizá es por la compañía… no sabemos…

La noche pasó tranquila, mi tía Rosalie me regalo un móvil, para poder llamarme más a menudo, con los móviles de toda la familia grabados en la memoria.
El sábado fuimos de caza por la mañana, pasamos la tarde en La Push, la noche cenando en casa del abuelo y después volvimos a la cabaña a dormir.
El domingo pasamos el día entero en la cabaña, entrenando mi nuevo don, jugando a béisbol en los descansos y también toqué el violín que me había traído mi tío Jasper de Monroe. Por la noche me llevaron a casa del abuelo y se despidieron.
La semana se me hizo muy corta, pasando el tiempo que mi abuelo trabajaba en La Push con la manada, Billy, Rachel, Emily, Claire, Ephraim y Kim.

Esa rutina me gustaba, pasaban los días como horas, odiaba tener que dormir. Pero incluso eso me gustaba, porque siempre tenía su olor cerca, en mi almohada, cuando no era él mismo.
El día de marcharse se acercaba, era jueves, mañana vendrían mis padres y el domingo regresaríamos a Monroe.
Mi abuelo me llevó al parque esa tarde, Jacob quiso venir pero me apetecía estar sola con mi abuelo. Hablamos de todo un poco, me empujó en los columpios y paseamos hasta llegar al instituto donde mis padres se conocieron. Me parecía desolador, sin alumnos, solo con un par de coches, posiblemente de profesores. El curso iba a comenzar pronto, ya eran finales de agosto.
-¿Sabes? Las cosas han cambiado mucho en pocos años… Y te miro y parece que hayan pasado muchos más –dijo riendo-. La verdad es que nunca imaginé vivir una situación así… mucho menos que tu madre acabaría siendo tan feliz.
-¿Por qué?
-Bueno, son cosas de adolescentes, imagino.
-Cuéntame más cosas de mamá, abuelo, no me hablan mucho de cuando ella era… adolescente –casi meto la pata-. Bueno, lo poco que sé es lo que tú me has contado, pero me gustaría saber mucho más.

Mi abuelo reía mientras se embarcaba en contar historias de mamá. Ella había sido muy rebelde, al parecer, pero lo que más me sorprendió fue que papá la hubiese dejado, era algo que no sabía. Mi abuelo insinuó que había estado más o menos con Jacob.
-¿Mamá y tío Jake?
-Bueno, no lo sé seguro, pero al menos eso nos parecía a Billy y a mí… -hizo una pausa y yo cerré los ojos. ¿Mamá y tío Jake? No podía asimilarlo-. ¿Por qué lloras?
Me quedé helada, ni yo lo sabía, así que cerré los ojos y pensé rápido. Tomé de la mano a mi abuelo y le mostré cómo imaginaba a mamá, rota de dolor al irse papá. Él me consoló y me recordó que eso había sido hacía mucho tiempo.
Pero no sé si eso era realmente lo que más me dolía. ¿Eso era el secreto que toda mi familia ocultaba sobre Jacob? Llevaba un tiempo notando que algo escondían, pero… no imaginé nada parecido.


Esa noche cerré la ventana. Siempre la dejaba abierta por si él venía, pero hoy no podía, no quería. Mis padres me despertaron, abracé fuerte a papá, pero no pude hacer lo mismo con mamá, la había echado de menos, pero estaba algo enfadada.
-Creo que debes dejar que ellos te cuenten su propia versión –dijo papá leyendo mis pensamientos-. No es justo que te creas lo que te dice tu abuelo sin conocer las circunstancias de primera mano.
No quise decir nada, pero el fin de semana de despedida no me separé de mi abuelo. Lo que había hecho en contadas ocasiones con mi abuelo, mostrarle mis pensamientos, se hizo habitual esos tres días. Bloqueaba, o al menos lo intentaba, a mi padre, para que no pudiera ver mis pensamientos. Mamá debía de creer que quería estar con el abuelo cuando no quise ir a casa a dormir ese fin de semana, ya que tampoco me soltaba de la mano de mi abuelo, no quería que se separara de mí, además era mi vía de comunicación con él.
Jacob se pasó por casa varias veces a lo largo del fin de semana, pero no me sentía con ganas de estar cerca de él. Seguramente él creería como mamá que quería pasar más tiempo con Charlie. El domingo fue durísimo. La despedida más dura de mi vida. Le mostré al abuelo un resumen de las vacaciones, lo muchísimo que le quería, lo muchísimo que iba a echarle de menos. Dejé escapar alguna imagen con Sue, aunque evité mostrarle la noche que hablé con ella en el baño, quería ayudarles a superar sus miedos, pero no meterme tanto en sus vidas.
Jacob apareció para ayudar a cargar mis maletas, aunque no hacía falta. Se abrazó a mi madre, y me descontrolé. Le enseñé mi pesar a Charlie, me dolía verlos abrazados sabiendo lo que me había contado. Él se agachó y me abrazó.
-Cariño, no te preocupes. Tu madre no ama a nadie más que a tu padre. Quiere a Jacob porque siempre han sido buenos amigos, lo que te conté no sé siquiera si es cierto, además… fue hace muchos años. No te preocupes más por ello, ¿de acuerdo? –mi abuelo me miró-. Promételo.
-Lo prometo abuelo. ¿Vendrás el fin de semana?
-Claro pequeña, por supuesto.
-Si quieres –hice una pausa y miré a Jacob, me miraba muy atento y ansioso-, ven con Sue. Sería un bonito detalle que la invitaras.
-Bueno… -se sonrojó cuando mis padres y Jacob se rieron. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro-. Prometo a cambio que algún día iré con ella.

Nos dimos otro abrazo y mi madre vino a abrazar a su padre. Jacob me cogió en brazos, yo le abracé, pero no como lo hacía antes. Él lo notó pero no dijo nada, solo entristeció y me metió en el coche.
-Se le pasará –escuché decir a mi padre-. No culpes a Charlie, él no sabe nada de todo este asunto… Además algún día acabaría sabiéndolo, mejor ahora que no cuando todo se complique más.

Miré al abuelo. Mi madre le abrazaba, me miraba sólo a mi mientras mi padre encendía el coche y comenzaba nuestro viaje de vuelta a Monroe. Comencé a llorar en cuanto perdí de vista al abuelo. Mi madre se pasó al asiento trasero y me abrazaba y besaba el pelo para intentar calmarme, pero no podía parar de llorar.
Al cabo de media hora papá paro el coche, bajó y se metió detrás con nosotras. Pero nada podía consolarme. Mamá salió y se puso a conducir, me miraba angustiada y había algo más. ¿Culpabilidad? ¡Genial! Además había herido a mi madre. Seguí llorando y comprendí que sólo él podía hacerme parar de llorar. La misma persona a la que había dejado triste y preocupada en Forks, alguien que me había ocultado un secreto enorme. Entonces recordé… “no cuando todo se complique más”. ¿Acaso se podía complicar más todo esto?