Capítulo XXXVI: Ruta Europea.

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La luz del sol me despertó en aquel cuarto que al principio se me antojaba maquiavélico, pero ahora se había convertido en mi refugio. Aquel rostro de un destrozado Jacob venía a mi rostro cada mañana, no podía evitarlo… su dolor era mi dolor.

Me levanté y me puse uno de aquellos vestidos que tanto le gustaban a Aro, quería estar realmente encantadora hoy, iba a ser un día duro. Al salir comprobé que mis inseparables escoltas permanecían en la puerta, Alec, Félix y Demetri.

-Buenos días chicos… -no sé porqué hablaba, nunca me contestaban, órdenes de Cayo-.

Me dirigí hacia aquel salón enorme, donde Aro, Cayo y Marco me contemplaban desayunar con cara de repugnancia, al menos al principio… ahora Aro se emocionaba al verme comer, para el resto era una aburrida rutina.

-¡Buenos días, querida! –Aro cogió enseguida mi mano, haciendo una mueca-. ¡Vaya! Creí que querías quedarte para siempre con nosotros, pequeña Cullen.

-Lo sé Aro, pero no puedo. Tengo obligaciones que cumplir. Me ha encantado poder pasar estas semanas con vosotros, pero ya sabías mis intenciones antes de quedarme…

-Lo sé… Marco ya me contó tu… -se quedó pensativo y una maquiavélica sonrisa de dibujó en su rostro, pude leer en su mente, qué era lo que pensaba-. ¿Amor?

-Aro… -levanté una ceja-. Sabes que nunca pasará tal cosa…

-Bueno, es algo que no se sabe… nunca creí que pudiera haber un ser como tú… ¡Y aquí estás!

-Lo sé, pero dudo que un híbrido entre metamorfos y semi-vampiros diera como fruto un bicho tan repugnante como crees… -alcé una ceja y él sonrió-. Y aunque así fuera, nunca dejaría que mis hijos permanecieran a éste lado del Atlántico.

-Querida… me encanta ver ese tremendo don… eres única, una joya…

-Aro, no pienso quedarme… -Pude notar cómo algo crecía en mi interior, un afecto enorme hacia aquel hombre-. Chelsea… -Descargué mi ira en ella, usando su poder para que Aro la enfrentara. Él le gruñó de un modo que nunca había visto, incluso estuvo apunto de atacarla, pero pronto entró en razón-.

-¡Magnífico! –Cogió mi mano de nuevo, y le mostré qué era lo que quería-. Está bien, te prepararé los mapas… los tendrás en la biblioteca cuando termines de desayunar… Heidi.

-¿Sí, maestro?

-Busca los mapas de las rutas de Joham…

-Entendido…

Me senté a desayunar mientras los tres vampiros me miraban, con aquellos ojos rojos carmesí. Me dirigí después a aquella enorme biblioteca, llena de manuscritos originales de los mejores científicos de la historia, de escritores, cuadros y esculturas... increíble. Me acerqué a la mesa central, mirando aquellos mapas que Joham les había dibujado antes de morir a manos de Aro.

El mapa era claro, cada lugar donde había intentado tener descendencia. Cuando se aburrió de hacerlo por América pasó a Europa, empezando por Portugal, España, Francia, Suiza… cuando lo intentó en Italia los Vulturis le atraparon. Las ciudades estaban marcadas en rojo, así que tracé una línea uniendo los puntos por las carreteras principales.

Porto fue la primera ciudad, Toledo la siguiente, Zaragoza, Girona, Nimes, Chambery, Basilea, Lucerna… Su error fue ir a Bolonia.

Me dirigí a mi cuarto y comencé a hacer las maletas, cuando noté una necesidad de ver a Aro, de atarme a él. Abrí la puerta para mirar fijamente a Chelsea, provocándole un terror que nunca había experimentado, por lo que me sentí muy satisfecha.

-Van a echarte de menos… -tendió unas llaves entre sus dedos-. Regalo de Aro. Dentro del coche tienes los papeles necesarios por si te paran, documentación falsa y algo de dinero… Pásalo bien en tu viaje.

Aquella vampiresa me sacaba de mis casillas. Bajé mi maleta y la metí en aquel cochazo que había en la puerta… echaba de menos mi Mazda MX-5, pero un Audi R8 V10 de 525 CV… era lo que más necesitaba ahora. Entré de nuevo en aquel castillo, directa a aquella torre tétrica que me daba escalofríos. Recordé cómo me los describieron mis padres, cómo mi abuelo Carlisle me contaba historias sobre ellos… Cuando entré en aquella sala circular, los tres se irguieron para despedirme.

-Quiero agradeceros sinceramente vuestras lecciones y vuestra acogida. Me he sentido como en casa… también quiero agradeceros que me hayáis facilitado un medio de transporte tan…

-¿Rápido? –Marco pareció sonreír-. Creímos que te haría fata.

-Sí… lo necesitaré. A Adam le costó años realizar una búsqueda así, y yo apenas tengo un mes…

-Querida… -Marco se levantó, algo muy extraño. Había entablado algo más de relación con él que con Cayo, pero Aro era el efusivo. Me abrazó ligeramente-. Ten un buen viaje… y llama si necesitas algún tipo de ayuda.

-Lo haré, Marco. Gracias por todo…

-Querida… -Aro se acercó a mí y sacó una especie de libreta-. Toda la información que recabé en la mente de Joham… espero que te sirva de algo.

-Muchas gracias.

-Buen viaje… -Un apático Cayo levantó la mano, sin amago de nada más-.

Me sentí extraña saliendo de allí, la verdad es que habían sido muy amables conmigo, pero debía irme. Aro conocía mejor que nadie la razón, me costó mucho esfuerzo concentrarme en paliar su sed, descubriendo entonces que cada poder que usaba dejaba un resquicio en mí, aumentando la intensidad de aquel acumulo cada vez que lo usaba. Por ello, lejos de Jasper y de mi padre, podía usar sus poderes. Me entrené con el de Chelsea, podía notar aquel resquicio de manipulación en mi cuerpo.

Mi primera parada, Bolonia. Allí me reuniría con un vampiro que dio la voz de alarma cuando descubrió al padre de Nahuel, debía acudir a la fuente de Neptuno a las doce de la madrugada. Aquel lugar estaba casi desierto a esas horas de la noche, por lo que fue fácil identificarle. Su olor, sus ojos y su aspecto, no dejaban lugar a dudas.

-Buona sera signorina, è troppo tardi per camminare da solo per la città…

-Buenas noches, Benedicto. No demasiado tarde para alguien como yo… Tengo algo de prisa… mi tiempo es limitado. ¿Podrías contarme dónde encontrar al hijo de Joham?

-Mi piacerebbe, ma quel bambino non è nato. Mi sono occupato di questo. Davvero spiacente, ma se c'è qualche altra cosa che può aiutare...

-No, muchas gracias… lamento haberte hecho perder el tiempo… seguiré mi camino.

-Bon voyage, allora.

Me marché de allí resignada, necesitaba dormir. Pedí habitación en el hostal más cercano, donde pude ver mi calendario. Pasaban de las doce, por lo que ya era sábado diecinueve de julio.

Me desperté temprano, debía darme prisa para llegar a mi siguiente destino, Lucerna. En apenas cuatro horas llegué a aquella misteriosa ciudad. Preciosa en todos los sentidos, las fachadas pintadas con motivos diferentes, aquel puente de madera que cruzaba todo el río, lleno de flores y contando una historia en su interior.

Me paré en medio de aquel puente, observando el castillo que había en una ladera, enorme y con un aire mágico, seguro que allí podía encontrar algo. Me encaminé hacia allí cuando me topé con una niña, de mano de sus padres. Me provocó un sentimiento de nostalgia enorme…

Seguí mi camino llegando a aquel enorme castillo, donde un efluvio extraño me hizo arrugar ligeramente la nariz. No era desagradable, pero sí extraño…

Una figura perfecta se dibujó entonces en la puerta de aquel castillo, una chica preciosa de cabellos castaños, con ojos que bien me recordaban a él… me miraba hostil, pues al igual que yo, podía notar que no era una mortal. Le mostré parte de mi historia, la búsqueda que realizaba, la búsqueda de todos los hijos de Joham.

-Soy Berta, hija de Joham, pero también enemiga de los Vulturis –empezaba bien…-. No quiero tener nada que ver con alguien que viene de allí, que ha recurrido a ellos para buscarme.

-Verás… vengo porque, como puedes intuir, tenemos la misma naturaleza. He descubierto más como nosotros, de hecho estuve conviviendo mucho tiempo con uno de tus hermanos, Nahuel. En realidad mi búsqueda es por Adam, quiere encontrar a otro hermano varón.

-Pues por esta zona no vas a encontrarlos, sólo estoy yo y mi hermana Erica, en Basilea. Ella siempre ha querido saber más sobre nuestra familia y nuestro padre, viene de visita cada pocos años… ella te dará más información. Ahora te rogaría que te marcharas de la ciudad pronto…

-¿Qué…? -Una ligera mueca de dolor se dibujó en su rostro-. Entiendo… es otro de los motivos por los que he emprendido mi cruzada… -abrí mi mochila y saqué aquellos calmantes que mi abuelo me había facilitado-. Ten, te sentarán bien. Me marcharé mañana por la mañana, cuídate.

-Dale recuerdos a Erica… -Me tendió una tarjeta-. Esto te ayudará a encontrarla.

-Gracias…

Salí de allí lo más rápidamente posible, sus muecas empezaban a producirme algo de miedo… Volví de nuevo al centro de aquella ciudad, paseando por la rivera del río. Me apoyé un rato en la valla, viendo cómo los niños se emocionaban con los patos, cómo los padres resoplaban angustiados y aburridos… algo que yo nunca había vivido. La congoja se apoderó de mí y comencé a caminar, metiéndome de nuevo en aquel puente de madera. Paré en el centro y me apoyé en él, observando las vistas desde allí. No sé en que momento comenzaron a salir las lágrimas de mi rostro. Saqué el móvil, donde había guardado millones de fotos, el viaje a Disney World con los chicos… una semana increíble. Recuerdo que Claire se reía de aquellos muñecos, diciendo que su lobito era mucho mejor.

La vuelta fue difícil, la verdad. Me había acostumbrado como siempre a esa fácil rutina que él me proporcionaba… Jake… Observé una foto que tenía con Seth, ambos felices por tenernos a nosotras. Me entraron ganas de llamarle, pero tantos meses de trabajo no podían arruinarse con una llamada. Me sentía sola y desesperada, un mes fuera de casa, fuera de mi país… estaba siendo agotador. Pero me quedaba un as en la manga… recuerdo perfectamente aquella noche de fin de año y la visión de Alice, me vio huyendo al Amazonas, con Zafrina. Pero no hizo falta huir, y doy gracias por no haberlo hecho…

-¿Zafrina?

-¡Nessie! ¿Qué tal? ¿Cómo va tu expedición por Europa?

-Muy bien… un poco dura… echo de menos a la familia… ya sabes. Sólo llamaba para comprobar que todo iba bien…

-Más o menos… he hablado mucho con él, nos estamos haciendo grandes amigos… pero Nessie, no puedo retenerlo mucho más aquí. Al resto de las Amazonas no les hace gracia que un hombre esté por aquí… ya sabes. Estoy intentando hacer lo que puedo, es difícil ocultarle cosas… de todos modos Nessie, tarde o temprano sabrá la verdad, será mejor que encuentres algo… o que acudas de nuevo a los Vulturis. Está convenciendo a todas sus hermanas para vengar la muerte de Nahuel… y son bastantes.

-Lo sé, sin hablar de que con Guadalupe con ellos… no quiero ni imaginar los poderes que pueden poseer el resto.

-La verdad… no son nada del otro mundo, quitando la habilidad de Adam… ninguna de sus hermanas ha desarrollado habilidad ninguna, aún conociendo la muerte de su hermano, por lo que no debes preocuparte por eso. No han experimentado cambio alguno. De todos modos, he llamado a Eleazar, con la excusa de que me da miedo un aquelarre tan grande, y espero que llegue en un par de días… te informaré si él descubre algo.

-Esperaré ansiosa noticias… gracias por todo Zafri.

-De nada tesoro. Cuídate mucho.

Eso me recordó algo… mi abuelo. Debía llamarle pronto, cuando estuviera en comisaría. Eran las cinco de la tarde, serían las nueve de la mañana en Forks. Marqué el número de la comisaría, esperé dos tonos y su ayudante descolgó.

-Con el Jefe Swann, por favor.

-Un segundo…

-Jefe Swann al habla –se me hizo un nudo en la garganta-. ¿Hola?

-Abuelo…

-¿Nessie? ¿Dónde estás?

-Abuelo… por favor, cálmate…

-Nena, ¿cómo te has ido así? ¿Dónde estás? Iré a buscarte…

-No Charlie… -Recordé en un fogonazo mi huída. Se suponía que iba a pasar el verano con ellos, en Forks… pero apenas estuve dos horas. Discutí con Jacob y fui directa a casa de mi abuelo para despedirme. En vez de volver a Monroe, me dirigí a Seattle cogiendo el primer vuelo a Washington DC, donde cogí otro vuelo a Roma. Todo ello sin que mi familia tuviera idea alguna de mis planes-. Estoy demasiado lejos, sólo llamaba para decirte que estoy bien. Verás… es algo que tiene que ver conmigo, debía hacer un viaje a espaldas de todos… cosas de las que no quieres oír hablar, créeme.

-Nena… me da igual todo lo que pase, sólo quiero que vuelvas.

-Prometo que volveré, abuelo, lo prometo. Pero ahora necesito que hagas algo por mí.

-Lo que sea…

-No le digas nada de mi llamada a nadie, por favor. Sólo necesitaba hablar contigo, comprobar que todo iba bien…

-Cariño… todo va mal desde que te fuiste. Toda la familia está buscándote por todo el país, Todos tus amigos… Jacob… -una punzada atravesó mi pecho-. Se siente culpable por tu huída.

-No es su culpa abuelo, es algo que debía hacer. No le culpes, por favor.

-No puedo dejar de pensar en el motivo de vuestra discusión… veros de ese modo me ha traído recuerdos de tu madre… él está como ella, hace tiempo… -hubo un profundo silencio-. Billy no sabe qué hacer, está desesperado… también te echa de menos.

-Abuelo… prometo volver pronto. Debo colgar. Te quiero.

-Nena, ¡espera! –Me quedé en silencio-. No diré nada, pero por favor, llámame pronto.

-Lo prometo. Cuida de todos.

Colgué y salí corriendo de allí, corriendo hacia ninguna parte, huyendo de la nada, pues hacía tiempo que había huido de mi casa. Llegué a mi coche y encendí el motor, que rugió con toda su potencia, dirigiéndome ahora hacia Basilea. Quería llegar pronto, acabar pronto con todo esto y llegar a encontrar a algún otro hermano varón de Nahuel, salvar a mi familia.

En menos de una hora llegué a Basilea, paré mi coche y miré la dirección de la tarjeta. Auf dem Wolf. Wolf… ¿Era una broma? Suspiré resignada y me metí en el coche, hasta que llegué a un semáforo. Miré el cartel que indicaba que estaba cerca de la calle, pero el nombre de esa avenida me sorprendió más… Sankt Jakobs-Strasse. Torcí el gesto al verlo, siguiendo las indicaciones que me llevarían a mi destino obviando las odiosas ironías del destino.

Paré mi coche y me bajé, aparcando en aquel lugar que parecía una especie de polígono industrial. En el momento en el que abrí la puerta un efluvio especial impactó en mi cara, y siguiendo su dirección, pude verla. Erica no parecía tan hostil como Berta, algo que me animó.

-Mi hermana Berta me ha llamado, te estaba esperando –una sonrisa se dibujó en su rostro, algo que creó una mueca en el mío-. Siento que hayas llegado antes a Berta… es poco aficionada a las visitas.

-Ya veo… -ambas sonreímos-. Me llamo Nessie, era amiga de Nahuel, uno de vuestros hermanos.

-Sí, lo conocí de oídas por Odamae. ¿Es cierto que ha fallecido?

-Así es… -torcí el gesto-. Es una larga historia…

-Bueno, tendremos tiempo de hablar… Vas a quedarte a pasar la noche aquí, ¿cierto? –Asentí-. Está bien, creo que deberías venir a mi casa vivo cerca de la universidad… buena zona de caza.

-Yo… te lo agradezco, pero no sigo la dieta habitual… -me miró raro-. No me alimento de ese modo, no con humanos. Con animales a veces y con comida…

-¿Comes? –Hice una mueca- ¿Puedes comer? –asentí-. ¡Vaya! Eso es nuevo… creo que tienes más información sobre nuestra especie que yo… quiero que me enseñes.

Nos dirigimos a su casa, de vuelta la ironía topaba en mi vida. Ella vivía al lado de Sankt Johanns Park. Su casa era como un típico piso de estudiantes, se dedicaba a las artes plásticas, hacía esculturas y cuadros realmente buenos. Me pidió que posara para ella, para retratarme, y así lo hice. Estuvimos toda la noche hablando, sobre mi estilo de vida, sobre el suyo… hasta que el tema volvió a centrarse en Nahuel.

-¿Qué le pasó?

-Bueno… -torcí el gesto-. Fui de vacaciones al pueblo de mi abuelo materno, para pasar unos días lejos de mi familia… era la primera vez que me pasaba algo así, por lo que fue decisión unánime que me marchara lejos de la casa, para hacérselo más fácil a mi familia y a Nahuel. Cuando todo parecía haber pasado, tuve un ligero problema personal, por lo que le llamé y él acudió en mi ayuda. El problema fue que no pudo soportar la sed… así que me atacó.

-¿Le mataste?

-¡No! ¡Claro que no! –me miró prudente-. Yo… yo estaba viendo qué iba a suceder, le entendí y le perdone antes incluso de que me atacara. Pero entonces aparecieron allí unos amigos de la familia, que viendo la situación le atacaron.

-¿Cómo pudieron soportar ellos la sed?

-Ellos… no eran de nuestra especie –su cara se trastocó-. El caso es que yo soy la culpable, yo le llamé… así que hace un tiempo Adam, otro hermano vuestro, vino a visitarle… ahora, al no poder encontrar ningún hermano varón, quiere vengar la muerte de Nahuel…

-No me parece justo… -le miré sorprendida-. Atacó a quien no debía, posiblemente seas la única de nuestra especie híbrida que no tiene parentesco alguno, sería un delito matarte. Me alegro que tus amigos lo impidieran… aunque intuyo que no me vas a contar qué son…

-Digamos… que son cambiantes de forma.

-¿Hombres lobo?

-No, cambiantes. No son licántropos.

-¿Cómo es posible?

Me sumergí contándole las historias que pudieran ser contadas sobre ellos y mi familia. La razón por la cual tenemos una tregua, evadiendo mi imprimación. Sería complicado de contar. Pronto comenzamos a sincerarnos, incluso ella se animó a probar la comida humana, haciendo algo de ascos. Por la mañana me despertó temprano.

-Creo que nos queda un gran camino, quizá mi hermana Edith pueda ayudarnos… nos vamos a Chambery… -mi estómago rugió, ella alzó una ceja-. ¿Qué es eso?

-Creo que primero debería desayunar…

Tras el desayuno nos pusimos en marcha, por lo que en menos de tres horas llegamos a Ginebra. Aprovechamos para dar un paseo por la ciudad, me encantó el hecho de que estuviera llena de parques. Paseábamos por el jardín botánico cuando una pregunta salió disparada de mi mente a la suya.

-¿Qué ha sido eso?

-Bueno… es mi poder. Al parecer es algo heredado…

-¡Vaya! ¿Tengo yo alguno? –Me encogí de hombros-. Mi hermana Edith tiene un gran talento, controla el agua… puede mover masas de agua, congelarla, evaporarla…

-Eso debe ser muy útil…

-Bueno, de hecho se dedica a ello, a su estudio… a pesar de parecer tan joven ha conseguido trabajos como profesora en varias universidades, ahora ha vuelto tras setenta años a la universidad de Chambery, así que allí la buscaremos… ¿En marcha?

-Vamos…

En menos de una hora estábamos en Chambery, de nuevo las ironías de la vida golpeaban fuerte, cuando dirigiéndonos al aparcamiento de la universidad pasamos por aquella calle, “Chemin de Jacob”.

Edith realmente parecía mayor, joven para dar clases, pero mayor que nosotras. Sus ojos eran ligeramente distintos a los de su hermana Erica, pero sus rasgos las delataban.

-¡Erica! –Edith parecía emocionada, dio un gran abrazo a su hermana para después reparar en mi presencia-. Hola…

-Edith, ella es Nessie… alguien muy especial.

-Eso huelo…

-Verás, es como nosotros, solo que sus padres… no eran científicos locos… -su suave risa inundó aquel laboratorio-. Está aquí buscando respuestas, ya ha conocido a Berta… que la envió a mí.

-¿Qué es lo que buscas exactamente?

-A todos los hermanos que conozcas, si es que conoces a algún varón… es una larga historia… ¿Te importaría que te la mostrara?

-No… -su cara cambió cuando le mostré la historia en su cabeza, sin ni siquiera tocarla. Cuando acabé hizo una mueca-. ¡Vaya! Menudo don…

Nos contó todo lo que conocía sobre sus hermanas, no conocía a ningún varón, por lo que nos remitía ahora a su hermana Giselle, que vivía en Nimes. Estaba resignada, nada de esto me ayudaba, quizá había ahorrado tiempo conociendo direcciones, pero esto parecía un viaje sin final… y sin respuestas.

Mantuvimos una amable conversación hasta la noche, cuando decidimos que sería mejor partir a Nimes. Llamamos a un hotel para que nos guardaran habitación, Erica quería acompañarme, su curiosidad sobre mi forma de vivir no tenía límites. En tres horas llegamos allí, notando que mi agradecimiento hacia los Vulturis crecía sin estar Chelsea delante, gracias a su dinero podía pasar una noche en un lugar decente y cómodo.

La ciudad me parecía ligeramente caótica, pero era de esperar un lunes por la mañana. Buscamos en aquella dirección que nos había facilitado Edith, pero no hubo suerte, ya no estaba allí. Me sentí ligeramente mejor cuando paseando por el centro percibimos un efluvio distinto al humano. Decidimos seguirlo, llegando hasta una calle que me hizo sonreír levemente para de nuevo hacer añicos mi ya endeble corazón. “Rue de Sully”. Vinieron de golpe las imágenes de aquellos amigos a los que no podía ver, a los que había abandonado poco después de acabar el curso.

El olor desaparecía justo en una rotonda al final de la calle. Allí se alzaba una enorme casa, de estilo antiguo, con columnas que hacían un pequeño porche y unos ventanales preciosos. Un rostro femenino se asomó por una de las ventanas haciendo una mueca, mientras pude mostrarle quiénes éramos y porqué veníamos. Hizo un gesto con la mano invitándonos a entrar. Cuando llegamos a la puerta aquella chica de piel bronceada y reluciente, hizo una mueca.

-Edith os ha mandado… ¿cierto? –Asentí-. Siento defraudaros, imagino la razón por la que venís… Sigo sin conocer a ningún hermano varón, si es la razón de vuestra visita. Ya se lo dije a aquel chico que vino hace un par de años… Fernando.

-¿Fernando? –Un rayo de luz pareció alcanzarme-. ¿Dónde puedo encontrarle?

-Ni idea, creo que se fue a África en busca de información, lo último que sé de él es por nuestras tres hermanas españolas… Creo recordar que una de ellas vivía en un pueblo cerca del delta del Ebro… Amposta, si no recuerdo mal… no puedo ayudaros en más…

-Te lo agradecemos hermana, y mucho… -Erica seguía con su agradable tono-. Deberíamos hacer alguna reunión algún día de estos… cada día me sorprende más la cantidad de hermanos que podemos llegar a ser…

-Posiblemente nunca sepamos cuántos… nuestro padre tuvo mucho tiempo para crear una gran prole… además de estar loco. Os deseo suerte.

-Muchas gracias Giselle… de verdad.

No queríamos perder tiempo, eran las doce del medio día… Cruzamos la frontera en apenas dos horas, parando a comer a las tres de la tarde. Seguimos nuestro recorrido llegando a Amposta a las seis de la tarde. Hacía demasiado calor…

Buscamos un hotel donde hospedarnos, lo que nos llevó bastante tiempo. Erica se durmió muy pronto, como ayer, pero de igual modo yo no pude dormir apenas. No dejaba de ver la imagen de todos aquellos a los que echaba de menos en mi viaje.

Era muy tarde cuando decidí dar un paseo por la ciudad, buscado algún efluvio que me llevara hasta él o ella, lo que fuera. Algo. Estaba desesperada. Comencé a caminar demasiado deprisa, obviando a los jóvenes ebrios que encontraba a mi paso. Llegué a las afueras, encontrando cada vez con menos frecuencia casas y con más frecuencia campo. Seguí caminando, ahora que nadie me veía, podía correr.

Cuando me di cuenta estaba en la costa, tocando la húmeda arena que me recordó aquellas noches en la casa de Jenner. Me senté disfrutando de la sensación de la arena, cuando la brisa me trajo un efluvio que había estado buscando… gracias a mi dotada visión, pude ver un cuerpo en uno de los espigones. Comencé a andar hacia aquella figura, cruzando una especie de puente de madera que bordeaba la costa, llegando directa a aquel pequeño espigón. Aquel rostro bronceado con ojos marrones me miraba confundido, por lo que volví a usar mi don para mostrarle todo el camino recorrido.

-Me llamo Nessie, vengo de Estados Unidos, buscando a uno de tus hermanos.

-Ya veo… yo soy Marta. Maravilloso don, por cierto… -Frunció el ceño-. Creí que sólo Edith, Isabel, Fernando y yo poseíamos… habilidades…

-No, muchos de los nuestros las tienen, en especial los completos.

-Había oído rumores, pero nunca me he topado con ningún completo… al parecer es una zona demasiado soleada para ellos…

-Vosotros… -lo dudé-. Vuestra piel… ¿Es normal?

-Bueno… dura, sí… pero no tiene nada más de especial… ¿Acaso la tuya es especial?

-Sí, de hecho, la de Nahuel también lo era. No es como la de mis padres, que refracta completamente la luz, pero sí tiene un… brillo especial.

-¿Nahuel? –Le mostré el parentesco pero ella negó con la cabeza-. ¿Tus padres? –me miró confundida-. ¿Los conociste?

-De hecho… es una muy larga historia… -levantó una ceja cuando le mostré un resumen de mi vida y mis motivos para realizar el viaje, dejándola noqueada-. ¿Demasiada información?

-Es posible…

Se sentó en uno de los bancos, haciéndome un gesto para que la acompañara. Cerró los ojos y comenzó a inspirar, como si estuviera concentrándose. Entonces pude ver cómo una luz de color verde relucía en su pecho, una piedra algo extraña que producía luz… ¿lo hacía ella? La miré extrañada, cuando abrió sus ojos me miró divertida.

-Es uno de mis poderes… controlo algunos minerales… de hecho, sólo el cuarzo. Tallé éste para mí, uno rosa para Isabel y uno en blanco para Fernando. Cuando ocurre algo, los hago brillar y calentarse, para que sepan que les necesito –Su móvil sonó en ése mismo momento-. ¿Isabel?... ¿Fernando ha vuelto de África?... Bueno, quizá la solución haya llegado a mí… -su risa repiqueteó-. Nos vemos mañana… -Colgó su teléfono-. Volvió de África hace un par de meses… al parecer Fernando está de nuevo en Toledo, buscando pistas…

-¿Cuáles son las habilidades de tus hermanos?

-Bueno… realmente no sé si es un don… digamos que se complementan… Fernando e Isabel son gemelos, pero Fernando se mudó a Toledo por Tamara, otra de nuestras hermanas. Al parecer Fernando no es tan…

-¿Inhumano? –sugerí-.

-Por ejemplo, no es tan inhumano como nosotras. Él envejece… no sólo envejece él mismo, si no que es capaz de envejecer al resto. Por eso nos camuflamos bastante bien, ya que Isabel tiene exactamente el don contrario, como te decía, se complementan.

-¿Y Tamara?

-Tamara no tenía ningún poder, al menos aparentemente… -me miró con una mueca de disgusto-. No me gustaría que juzgaras esto, pero Fernando estaba enamorado de ella… y en un desliz la mató. Isabel tuvo que rejuvenecerle varias veces a la fuerza, fue una temporada en la cual vivimos los tres juntos en Porto, buscando a Ramiro… pero también había fallecido. Fernando estaba desesperado, pero no le dejamos solo, si no, posiblemente hubiera muerto por… dejadez. Me alegró mucho que por fin volviera a recobrar la felicidad, aunque fuera enamorándose de una frágil humana. Por eso hace todo esto, quiere conocer de qué forma puede estar con ella, ya que no quiere que ocurra de nuevo lo que pasó con Tamara…

-Es comprensible… -el cielo comenzaba a clarear, estaba amaneciendo-. Debería volver a Amposta, Erica se preocupará si no estoy cuando despierte…

-Te acompañaré, debemos ir a Zaragoza a ver a Isabel, me ha dicho que iba a avisar a Fernando para que acudiera también allí…

En menos de quince minutos estábamos en el hotel, despertando a Erica para completar lo que ansiaba, la etapa final de mi búsqueda. Fue gracioso cuando al llegar pasamos por unos parques con nombres curiosos, “Parque del Libro de la Selva” o “Parque de Robin de los Bosques”. Realmente Isabel vivía en un barrio con calles de nombres curiosos, por lo que me resultó agradable cuando nos invitó a dar una vuelta. El sol era demasiado intenso para mi piel, así que tuve que ponerme una chaqueta y una buena capa de maquillaje. Era ridículo llevar chaqueta cuando la temperatura alcanzaba los cuarenta grados… algo que nunca había llegado a experimentar. Pero no había otra manera.

Quedaba como una hora para que Fernando llegara, por lo que decidimos que era buena idea ir a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Me resultó curioso que hubiera dos grandes iglesias en el centro. Detrás de aquellos monumentos pasaba un río, con una rivera preciosa. Comenzamos a caminar por ella, hablando sobre nuestras experiencias y sobre los motivos que nos habían impulsado a buscar más seres de nuestra híbrida especie.

A la altura de un puente de metal enorme, Isabel y Marta pararon en seco, mirando boquiabiertas a un chico joven, de pelo castaño y con ojos marrones, idéntico a Isabel. Si no hubiera sido por eso, quizá su efluvio me hubiera pasado desapercibido.

-¿No os alegráis de verme chicas? –Fernando abrió los brazos que pronto fueron ocupados por sus hermanas-. Ya, ya, yo también os he echado de menos…

-Mira quiero presentarte a alguien… -Marta me tendió la mano-. Ella es Nessie, ha venido para buscarte… conoce a uno de tus hermanos.

-¿En serio?

-Adam… -me aventuré a decir-. También conocí a Nahuel, era mi mejor amigo… Adam vino a buscarle poco después de su muerte, por lo que decidí que no sería mala idea buscar algún otro hermano… toda mi familia ha estado buscando durante meses, pero sin resultados. Por eso vine a Europa, para que los Vulturis me ayudasen a encontrarte…

-¿Los Vulturis? –Parecía confundido-. ¿Has estado con ellos?

-Sí… ellos me dieron el mapa que trazó tu padre en su mente… por eso encontré a todas tus hermanas. Y por fin te he encontrado a ti… -me acerqué a él amablemente-. Pensé que no iba a encontrar a un hermano de Nahuel nunca…

-Pues aquí estoy… dispuesto a ir a donde haga falta, quiero conocer a mi hermano.

Pasamos la tarde en un parque pegado al río, hablando y escuchando atentas las cuatro a las historias de Fernando. Al parecer había recorrido casi la totalidad del continente africano, incluso había viajado a Madagascar, sin encontrar rastro alguno de su padre… ni de vampiros. También preguntaron muchas cosas sobre mi vida, mi familia… la manada. Acabé contándoles a todos la verdad, iba a ser mucho más fácil, y me consoló el hecho de que no culparan a la manada ni a mi, aunque me dolía pensar que al que culpaban era a Nahuel.

Comenzaba a anochecer y me sentí liberada, ya que por fin pude quitarme la chaqueta cuando el sol se ocultaba. Paseamos rivera abajo, llegando a un puente que captó mi atención. Era una presa o algo parecido, también había un embarcadero. Me resultó curioso, pero no llegamos a cruzarlo, ya que era tarde y Marta estaba realmente cansada, no había dormido, al igual que yo.

Esa noche soñé con él, con él y con toda la manada, incluido su padre. Fue aquella fogata de bienvenida para Darlene, que ahora estaba tan unida a Seth. Me desperté en ese instante. Era un consuelo en parte saber que se cuidaban mutuamente, pero egoístamente me molestaba, ya que Seth ahora no pasaba tanto tiempo como antes con Jake, algo que ahora mi lobito necesitaba más que nunca. Suspiré, hacía meses que no pensaba en él como mi lobito.

Esa tarde decidí hacer una expedición por la ciudad, visitando aquel puente que me había dejado con ganas de pisarlo. Me senté en uno de sus bancos, mirando cómo los coches pasaban y traspasaban por los puentes que lo rodeaban.

Pudieron pasar horas, sólo estaba notando cómo el sol calentaba la fina chaqueta que cubría mi brillante piel. Un efluvio ligeramente inhumano llegó a mí, por lo que abrí los ojos para ver su sonrisa.

-¿Te molesta si me siento?

-No… para nada.

-¿En qué pensabas?

-Muchas cosas… el sol, el calor… -me lo recordaba-. Me recuerda a alguien al que añoro… toda la gente a la que añoro. Es curioso cómo el calor y el frío se combinan en mi vida siempre.

-¿Calor y frío?

-Sí, mi familia paterna… son completos, por lo que son fríos. Pero el abuelo materno es ligeramente más cálido que yo, al igual que mis amigos de Monroe o las novias de la manada… y ellos… son cálidos… muy cálidos.

-Sé que es extrañar cada cosa que antes apenas percibías, cosas de la rutina que no tomas en cuenta… como cuando estaba en África y miraba al cielo. Parece un tontería, parece igual… pero no lo es… -nos quedamos en silencio observando el cielo, mirando al sol esconderse tras el horizonte, dejando paso a unas ligeras estrellas-. Por eso odio las ciudades… nunca puedes llegar a ver el cielo en todo su esplendor… -noté que me miraba, seguía pensando en lo mismo, en lo único que podía pensar-. Deberías llamarle, a él o alguien de tu familia. Te sentirás mejor…

Saqué mi móvil, cambiando la tarjeta nueva por la antigua. A mi llegada a Europa mi móvil sonaba constantemente, por lo que decidí apagarlo y comprar una nueva tarjeta. Mis padres habían llamado un montón de veces, al igual que toda la familia. Todos llamaban hasta el día diecinueve. A partir de ahí ni una sola llamada. Me resultó extraño. Jacob había llamado dos mil setecientas cuarenta y nueve veces, la última apenas hacía un par de minutos. Pero lo que más llamó mi atención fueron otras llamadas, apenas ciento treinta y ocho. Demasiadas para él, algo iba mal… marqué su número en seguida.

-¿Diga? –su ronca voz, vieja y cascada me asustó-. Nessie, ¿eres tú?

-Yo… ¿estás bien? He visto tus llamadas…

-Sólo estaba preocupado, quería saber qué estaba pasando. Alice estaba volviéndose loca con los cambios de opinión de Cayo, después los de un tal… ¿Benedicto? Y después la chica primera, Berta.

-¿Benedicto? ¿Qué ha pasado con él?
-Nessie, querida… eres una tentación para todos los de tu especie…

-¡Vaya! No había pensado así…

-Nessie… ¿puedo hacerte una pregunta?

-Ya la has hecho… -su cascada risa y la mía se unieron-. Pero sabes que siempre puedes, tú siempre has contestado a las mías…

-Cuando te fuiste… dijiste cosas muy duras que hicieron mucho daño a Jacob… ¿de verdad has decidido no pasar tu tiempo con él? ¿De verdad vas a abandonarle?

-Billy… -suspiré-.

-No pienso decirle nada, lo prometo, no pienso juzgarte, sólo quiero saber la verdad… él me contó lo sucedido, que tú le habías dicho que no le querías, que estabas harta de tener que luchar para que te viera como una mujer… pero él sólo quería dejarte espacio, no quería presionarte…

-Lo sé, Billy… pero dime… ¿Qué hubiera pasado si le hubiera dicho que tenía que hacer esto? ¿Qué hubiera pasado si él lo supiera, si él o cualquiera de la familia hubieran conocido mis intenciones?

-Entonces…

-Billy, este viaje lo he hecho para protegerles, porque pude ver la masacre que Adam podía haber creado, porque la razón por la que quería huir con Zafrina al Amazonas, era para buscar a Adam y matarle yo misma, para evitar que pudiera hacerles daño a ninguno… -oí un ligero gruñido a mi lado-. Mi viaje a Europa ha dado sus frutos, ahora Adam ya no tiene motivos para querer hacer daño a nadie de mi familia, ahora pueden estar juntos. Le he encontrado Billy, he encontrado a un hermano.

-¿Vuelves pronto?

-Sí, lo más rápido que pueda, pero por favor, Billy, no digas nada a nadie, no digas nada a la familia, no quiero que nadie sepa esto… y si piensas en ello piensa también en mis palabras, para que mi padre guarde el secreto, aunque enfurezca...

-Lo prometo. Cuídate mucho Nessie…

-Tú también Billy… nos veremos muy pronto, ¿vale?

-Vale… ansío verte, seguro que ya eres toda una mujer…

-Gracias Billy… un beso.

Fernando parecía ligeramente enfadado tras conocer mi propósito de la visita a Zafrina, pero no demasiado como para volver a gruñir. Cambié mi tarjeta de móvil de nuevo, debía hacer algo antes de volver a Forks…

-¿Diga?

-¿Podría pasarme con la chica más afortunada del colegio de Monroe, por favor?

-Un segundo, no cuelgue… -me quedé helada, no había pensado en la posible compañía de Darlene-. Ahora mismo mi madre no puede hablar… intente llamar más tarde. Pero llame, porque la información que puede facilitarle le interesa mucho…

-¿No puedes alejarte de ellos?

-No, al menos, no ahora.

-¿Crees que podrás escaquearte para leer un mensaje?

-Por supuesto, muchas gracias…

-Hasta ahora.

Vuelvo a casa, vuelvo a América… pero necesito hacer antes unas comprobaciones por Jenner, por lo que he pensado que unas vacaciones de relax antes de que me castiguen de por vida… no estarían nada mal. Solas tú y yo, con Ryan y Kevin… nada de lobos. ¿Te parece?

‘El viernes tengo que volver a Monroe para ver a mi madre. Puedo deshacerme de Seth, y después decirle que me quedo allí un par de días… y acudir a Jenner. Pero aún así, que sepas que no te puedo perdonar que me abandonaras así… te odio. Nos vemos pronto’

Esa noche me costó conciliar el sueño, ciertamente la vuelta iba a ser espeluznante. Seguro que me castigaban al menos durante un siglo, si no era un milenio…