Capítulo XLVII: ¿Qué darías por amor?

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Pude ver los dientes de Adam desde mi posición, tratando de buscar un sitio donde anclarse en el cuerpo enorme del lobo, que se movía con rapidez para evitar los ataques de Odamae. Salí directa e impacté contra Adam, impidiendo que atacara mientras mostraba a Jake que no se despistara del ataque de Odamae. Jake le dio un golpe seco, por el cual salió despedida unos cincuenta metros hacia el interior del bosque. Adam intentó atacarme, recibiendo un zarpazo de mi lobo.


No pude decir exactamente desde qué posición atacó, pero Odamae golpeó o apartó a mi lobo de un modo parecido al que él lo había hecho con ella, saliendo despedido hacia el interior del bosque. Un aullido agudo se escuchó, pero no pude mirar en esa dirección, pues Odamae clavaba sus dientes en mi cuello tirándome al suelo. Pude notar mi sangre fluir hacia su boca, la herida que infligía palpitaba de un modo extraño, un modo que nunca antes había sentido.


Esa sensación desapareció, librándome del peso de su cuerpo gracias a mi padre y a mi madre. Pude ver a los lobos correr hacia el interior del bosque, mientras mi padre les miró correr. Sus ojos se plantaron en los míos, buscando algo que pude entender como preocupación. Le mostré que estaba bien y salió corriendo con los lobos.


Mi madre me miraba pasmada, apareciendo repentinamente Nessie y desapareciendo en el momento que entendí la razón por la que los lobos y mis padres corrían hacia el interior. No miré atrás, sólo corría. Pude ver a todos los lobos luchando con parte de la guardia y Seth y mi padre atacando a Adam que ahora desprendía llamaradas de la nada. Siobhan apareció como un tornado, creando una pared alrededor de Adam y haciendo fluir el agua como un geiser desde las grietas del suelo.


Miré a mi padre pasmada, contando los lobos y no viendo al mío por ninguna parte. Mi padre me miró algo perturbado.


-Dirección suroeste, cincuenta metros. ¡Corre!



Mi cuerpo se quedó congelado por milésimas de segundo temiendo ver aquella escena que había soñado, pero reaccionó corriendo en la dirección indicada. Mi peor pesadilla se estaba haciendo realidad. El cuerpo de un hombre desnudo yacía en la hierba, de espaldas a mí. Me quedé estática momentáneamente, el terror se extendía por mi cuerpo de un modo que nunca antes había sentido, como si ahora ya nada tuviera sentido, nada importaba.


Apenas notaba las lágrima fluir por mi cara, cuando presté atención a esa sensación, el recorrido que mi lágrima hacía por el lado derecho de mi rostro, entonces, fue cuando pude oír un leve latido. Mi cuerpo reaccionó recorriendo los apenas diez metros y saltando por encima de su cuerpo, encarándome con él. Mis manos se posaron en su mejilla, mientras él abría los ojos con un gesto de pánico y dolor, de miedo quizá. Unas lágrimas llenaban sus ojos, sus pulmones intentaban coger aire pero algo no lo permitía.



Mis lágrimas no cesaban de caer, mis manos no hacía más que recorrer su rostro y las suyas intentaron coger las mías. Le ayudé, cogiendo su mano izquierda y besándola. Él intentó dibujar una sonrisa en su rostro, que le confirió un aire macabro a la situación. Se encogió ligeramente, llevando su mano a su costado derecho. Pude oler la sangre, le ayudé a ponerse boca arriba, pudiendo ver una mancha negra extendiéndose desde el mordisco, situado en su última costilla, hacia el pecho y el cuello.


Comencé a jadear sin saber qué hacer. Mi abuelo apareció de la nada, presionando su mano contra su cuello, dificultando aún más la respiración de Jake.


-La ponzoña, es letal para ellos. No puedo pararla… -me miró con pánico, algo que muy pocas veces había visto en él-. Creo que yo le infectaría más…



Lo entendí a la perfección. Cogí su rostro y le sonreí apenada, besé sus labios dulcemente y posé después mi boca en aquella herida. Comencé a succionar de aquel mordisco letal, su sangre sabía distinta, amarga, algo que llegaba a desagradarme hasta tal punto que tuve que dejar de succionar. Unas náuseas tremendas me invadieron, pero pude ver que aquella negrura había comenzado a desaparecer, pero cobraba fuerza por momentos. Volví a posar mis labios en la herida, intentando obviar aquel sabor e intentando limpiar su sangre de manera eficiente.


Cerré mis ojos y me esforcé en ello, en salvarle. Podía oír ahora más claramente los pasos de los lobos acercándose, la tierra moverse a mis pies. La intensidad con la que la sangre corría por mi boca era cada vez mayor, me sentía extasiada, llena de fuerza y a la vez cansada.


La presencia de mi abuelo desapareció, pude notar el aire moverse rápidamente, por lo que intuí que corría en dirección contraria a la que yo había llegado. La sangre ahora comenzaba a ser más dulce, los lobos aullaban a mi alrededor. Comencé a dejar de notar aquel sabor amargo, comenzaba a saborear aquella sangre que me volvía loca. Un leve gruñido emitido por Paul me hizo regresar a la realidad. Me separé de Jake, que ahora parecía dormir. Miré la herida, sin ninguna muestra de ponzoña alrededor. Una extraña sensación en mi interior me hizo temer lo peor, si no le había matado el veneno le había desangrado yo. Me acerqué a su pecho temerosa, esperando dos segundos sin oír latido alguno. La ira me invadió. Salí disparada en la misma dirección que lo había hecho mi abuelo, buscando ahora la venganza.



Pude verles a todos luchando contra una llama enorme, pude reconocer la forma de Adam en el interior de la llama. Un muro de piedra se levantó alrededor, mientras mi madre me aferraba junto a mi padre. No pudieron detenerme. La ira era más fuerte que todo aquello.



Me solté de la presa que habían formado los brazos de mis padres, esquivando ágilmente a todo aquel que me impedía el avance. Atravesé el muro de piedra sin dificultad y me abalancé contra aquella llama, soltando aquella electricidad que contenía mi cuerpo contra él. Apenas le toqué, pero su llama me alcanzó, quemándome el antebrazo. Pude notar un calor intenso recorrer todo mi cuerpo, centrándose en el sacro y saliendo despedido después de forma radial en todas las direcciones. Pude sentir mi cuerpo arder, pero sin sentir lo mismo que segundos antes con la llama. Me abracé a su cuerpo y las descargas de electricidad salían de mí, al igual que una fuerza extraña presionaba su cabeza que crujía ante mis manos.



La llamarada de su cuerpo se apagó, comenzando a golpear ahora su cuerpo que parecía carbón, al menos se deshacía en mis manos como tal. Mi cuerpo me dio el fuego y comencé a notar aquel olor denso que provocaba el cuerpo de un vampiro arder. Pero mi rabia seguía fluyendo hasta alcanzar mi estómago y mi pecho. Una vez hecho cenizas mi objetivo, derribé las pareces de piedra que me rodeaban.


Un grito desgarrador salió de mi pecho, llevándose con el las llamas, la furia, la ira… todo. Me derrumbé sobre mis rodillas, mientras Jasper intentaba controlar mis emociones y mi padre me hablaba, pero no le oía. Intenté leer sus labios cuando entendió que no le oía, pero mis ojos se dieron por vencidos y se cerraron, dejando caer el resto de mi cuerpo sobre algo duro.



Aparecí en un lugar conocido, aunque no recordaba el momento exacto en el que estuve allí. Parecía un sueño. Comencé a andar por aquel aparcamiento, llegando a un cartel en el que daba la bienvenida al centro comercial de Seattle. Sonreí ligeramente y entré deprisa, buscando aquella heladería.


La encontré, pero encontré algo mejor a su puerta. Esto debía ser el cielo. Jake, ligeramente más joven, esperaba sentado en uno de los bancos. Parecía inquieto, esperando algo, mirando su reloj que marcaba las cuatro y media. Me acerqué y me senté a su lado, sonriente. Él me miró y sonrió, pero su mirada me traspasaba. Le miré pero él desvió la mirada, era como si no pudiera verme. Le llamé pero no me hizo caso, intenté tocarle pero no podía notar su calor. Me había equivocado, esto era el infierno. Volvió a mirar su reloj, lo miraba cada cinco minutos y parecía impaciente. Eran las cinco menos cinco.



Jake comenzó a moverse de un modo extraño, saltando como un payaso y provocándome una risa tonta, como en la playa en nuestra primera cita. Hubo un eco de mi risa, entonces lo recordé.


Una niña pequeña, aparentando tres o cuatro años, de mano de tía Alice y una malhumorada Rose, salía corriendo hacia Jake que la cogía en el aire.


Recordaba aquel día. Me había pasado el día de compras, pero después de comer no había parado de pedir a tía Alice que llamara a Jake, que me aburría mucho sin él.


-¡Tío Jake! –Dijo la pequeña en pleno salto, estampándose contra el enorme cuerpo de Jake-. Me estaba aburriendo un montón sin ti…


-Ya veo… -dijo sonriente-. ¿Todo eso te has comprado?


-¡No! –Decía entre risas-. Sólo me lo he probado, he comprado todo esto… -la niña ponía una mano en la mejilla de Jake, que cerraba los ojos e inspiraba de un modo que ahora me parecía más familiar aún-. También he comprado colonia, ¡mira! –la niña puso la muñeca en la nariz de Jake-. ¿A que huele bien?


-Sí, mucho…


-¿No me has echado de menos? –la niña puso cara triste-.


-¡Claro que sí! He venido en cuanto tu tía Alice me ha llamado… comenzaba a pensar que habías vuelto a Forks…


-¡Tonto! ¿Vamos a por un helado?



Jake asintió y se dirigió a la heladería, seguido de mis tías. Se sentaron y Jake pidió un helado de vainilla y chocolate y otro de fresa con arándanos. Alice y Rose le mostraban la ropita que habían comprado, pero Jake no paraba de mirar a la niña que comía pensativa.


-¡Jacob! –Alice se quejó, mientras la niña reía de esa manera tonta-. ¿Qué estás mirando? ¡No me escuchas!


-Perdona… pero es que me sorprende que apenas coma nada, pero ese helado le encanta…


-¡Sí! –la niña reía-. Es que… -bajó su tono de voz-. El color de este helado me recuerda a algo… ya sabéis… -rompió en carcajadas-. Aunque sabe un poco peor…



Me fijé en el color del helado, un rojo intenso por la fresa y los arándanos. Un color parecido ligeramente a la sangre. Me estremecí al igual que Jake, que también puso cara de disgusto. La niña entristeció al ver su rostro y le robó una cucharada de helado, saboreándolo.


-¡Vaya! Este también está bueno…


-¿Quieres más? –la mirada de Jake era más una petición que un ofrecimiento-. Si quieres te lo cambio… no me importa.


-¡Vale!



La niña comenzó a comer ese helado, dando a Jake el suyo, aunque apenas lo probó. Él parecía feliz al ver comer a la niña y la niña parecía satisfecha de haber hecho feliz a Jake.



Un túnel negro se abrió ante mis ojos, dejando la escena cada vez más lejos. Me acercaba ahora a otra muy distinta, cuando aparentaba ya los seis años. Era invierno, o al menos eso daba a entender la estampa, con un prado todo nevado. Dos cuerpos moviéndose rápido captaron mi atención. La niña salió disparada y la seguí, mientras saltaba sobre un enorme ciervo en comparación. Al segundo un lobo rojo hacía un ruido extraño, que catalogué como risa lobuna.


-¡Te gané! –Decía la niña limpiándose la sangre de su boca-. ¡Lo conseguí de nuevo! ¡Soy más rápida y mejor cazadora que tú!


El lobo rodó los ojos y se tumbó, mirando feliz a la niña que bailoteaba entre la nieve. Cayó redonda y comenzó a hacer un ángel en la nieve, pero pronto se levantó corriendo, saltando entre las patas delanteras del lobo.


-La nieve está muy fría… me gustaría poder hacer algo así sin congelarme… -suspiró-. ¿Damos un paseo? Me apetece ver… -la niña lo pensó-. ¡El árbol más grande del mundo!



El lobo volvió a emitir esa especie de risa, ayudando a la niña a subir a su lomo. Comenzó a trotar y les seguí, mientras la niña gritaba y reía feliz en su lomo.


-¡Arre caballo! –Reía con esa tonta carcajada- ¡Eres el mejor tío lobo del mundo! ¡Te quiero tío Jake! –La niña abrazó al lobo-. ¡Para! –Gritó de repente-. ¡Mira! Ese árbol es enorme…



Jake se agazapó, ayudando a la niña a bajar, la cual bailoteó como si de Alice se tratara hasta el árbol, recorriendo con la mano su corteza. La niña le pidió ver a su tío Jake, así que el lobo desapareció durante milésimas de segundo, escondido en una posición en la cual yo sabía que podía ver a la niña, aunque ella apenas se dio cuenta. Jake salió con unas bermudas y una camisa medio abierta, mientras la niña corría a sus brazos.


-¿Sabes qué sería genial? –Jake la miraba divertido-. Que hubiera un hueco en el árbol, que por dentro fuera una casa enorme sólo para mí, para poder jugar y pintar… para mí.


-¿Te gustaría vivir en un árbol? Pero por dentro debe ser muy… -hizo una mueca- feo.


-No, yo lo pondría bonito.


-Claro… -rodó los ojos como si no creyera una palabra-. Le diré a tu madre que deje de leerte tantos cuentos… no son buenos para ti…


-¡Pero si ahora los leo yo!


-Sí… -Jake la miró preocupado-. Casi se me olvidaba…


-¡Tonto Jake…!


-¿Tonto? –Alzó las cejas divertido, una mirada que ahora conocía bien-. ¿Crees que tu tío Jake es tonto? –La niña asintió decidida y divertida-. ¡Ahora verás!



Jake comenzó a hacer cosquillas a la pequeña, que reía de ese modo tan particular que ahora me encantaba. Este extraño sueño comenzaba a gustarme, pero comenzó a desaparecer como lo había hecho el anterior, trasladándome ahora a otra que apenas recordaba. Apenas aparentaba los ocho años, era verano, el sol brillaba y podía ver a los niños y sus padres jugando en la playa de La Push. Comencé a pasear hasta llegar junto a aquella niña y Jake. Jake la animaba a meterse en el agua, cuando uno de los padres comenzó a gritar. Un niño se estaba ahogando en el mar, por lo que Jake miró preocupado a la pequeña que gritó que le ayudase. El padre del niño se echó también al agua, siendo arrastrado también por la corriente. Jake consiguió salvar al pequeño turista, arrastrando también a su padre hasta la orilla. La niña se quedó sola al menos durante diez minutos, esperando a que su tío se librase de todos aquellos turistas que ahora le daban las gracias por salvar su vida. La niña se sentó con gesto ofendido en la arena, haciendo que Jake corriera a consolarla.


-Siento haberte dejado sola… pero debía ayudar, tú misma me lo has pedido.


-Lo sé, pero esos molestos humanos… los odio.


-No digas eso… -Jake puso su mano en la mejilla de la niña que hacía un puchero-. ¿Por qué dices eso? Sabes que yo también soy humano…


-Pero eres especial, por eso te quiero tanto. No quiero que me vuelvas a dejar sola, prométemelo.


-Te lo prometo… -la sonrisa sincera de Jake hizo medio sonreír a la pequeña, que intentó poner de nuevo cara de enfado-. ¡Venga! ¡No te enfades! ¿Vamos al agua?


-Yo… -la niña miró el agua por un instante, reflejando miedo en la mirada-. Prefiero dar un paseo, hacia el sur… no quiero más turistas.


-Vale, vamos…



Jake cogió las toallas y le tendió la mano a la niña. Comenzaron a pasear y les seguí hasta aquella playa que me hizo sonreír. La niña se quedó boquiabierta y Jake le susurró algo al oído, algo que sentí que me susurraba a mí.


-Strawberry Bay.



La niña bailoteaba feliz por la arena, mientras Jake extendía las toallas y corría después con la pequeña, jugando con ella y haciéndola reír de esa tonta manera. Comenzaba a oscurecer y Jake parecía preocupado por la brisa, así que aferró a la niña y la envolvió en una toalla, cargando con ella y llevándola corriendo a través del bosque hasta aquel cuarto en la cabaña. Jake se marchó cuando la niña dormía, pero pude verle rondar alrededor de la casa durante horas, hasta que mi madre le pidió que fuera a descansar a casa con Billy. Conforme Jake se alejaba el túnel se habría paso llevándome a otro lugar.



Una niña, más bien adolescente, dormía en la cama de la habitación de mamá en casa de Charlie. Recordé aquellos días de verano que pasé en Forks, lejos de mis padres. Charlie apareció por allí para despertarme, siendo recibido con un enorme abrazo.


-Debo ir a trabajar… pero Jake ha llamado y le he dicho que me iba a ir en un rato, no creo que tarde mucho… -hizo una mueca de disgusto-. ¿Qué te apetece desayunar? Iba a prepararte algo, pero no se me ocurría qué…


-Unas tostadas, con mermelada de mora –mi abuelo alzó las cejas-. Es mi preferida… -la niña se mordió el labio de un modo extraño-. Pero cualquier cosa me vale…


-No tengo mermelada de mora, pero puedo ir a buscar si te apetece mucho…


-No, no importa… lo que tengas.


-Está bien… improvisaré algo… -Charlie besó la frente de aquella niña de trece años-. Jake me ha dicho que te va a llevar a la ciudad, aunque es una sorpresa… -hizo una mueca-. Creí que querrías saberlo para elegir ropa… -miró la abultada maleta-. Alice no te permitiría ir de cualquier manera… aunque creo que a nosotros nos da igual, ¿no?


-Sí… -ambos rieron-. Pero aún así, gracias. Será mejor ponerme algo más apropiado que lo que suelo llevar para la playa…



Charlie rió y cerró la puerta, seguí a aquella niña que rebuscó en su maleta y se dirigió al baño. Pude verla salir de la ducha mirando su ropa con algo de preocupación. Se puso unas mallas blancas y un vestido rosa que le hacían parecer más aniñada. La niña se miró al espejo y bufó, saliendo hecha una furia del baño y dando un portazo en su cuarto. Buscó por la maleta y no encontró nada apropiado, estaba a punto de llorar. Charlie llamó ligeramente a la puerta y la miró preocupado.


-No tengo nada decente para ponerme… ¡Alice no ha puesto más que vestidos de niña tonta! La odio… -la niña hizo un puchero-.


-Estás muy guapa…


-¡No digas tonterías! ¡Estoy ridícula!


-Vamos Nessie… -Charlie se arrodilló intentando consolar a la niña. El timbre sonó y de algún modo podía saber quién era-. ¿No hay nada que puedas ponerte? Llama a tu tía, seguro que ella te aconseja mejor que yo…


-Vale…



Charlie besó la frente de la pequeña para salir del cuarto mientras llamaban insistentemente. La niña cerró la puerta de golpe, enfadada de nuevo y comenzó a rebuscar de nuevo en la maleta. Se puso una minifalda vaquera y una camiseta rosa con topos en violeta. Se miró al espejo y dudó. Se quitó las mallas y estaba bastante mejor, parecía feliz ahora. Se puso unas zapatillas tipo bailarina en color rosa y peinó su pelo recogiendo parte en un pequeño moño en cascada. Salió feliz de la habitación y bajó las escaleras bailoteando. La seguí y cuando entró en la cocina pude notar el corazón de Charlie pararse y volver a aletear al ver la mini falda de su nieta. Jake salió del salón, asustando a la pequeña por la espalda. La niña comenzó a reír mientras Jake le hacía cosquillas y le daba los buenos días.


-Al final vas a tener tu desayuno… -Charlie hizo un gesto extraño-. Jake ha traído mermelada de mora, así que he preparado las tostadas.


-¡Gracias! ¡Sois los mejores! –la niña besó a Jake y luego corrió a su abuelo. En ese momento Jake torció también el gesto, pero se sentó a un lado de la niña-. ¿Vamos a ir a ver a Claire?


-No… hoy hay un cambio de planes…


-¿Y qué vamos a hacer?


-Primero iréis a llevarle esto a Billy… -dijo Charlie poniendo una bolsa sobre la mesa-. Después haced lo que queráis…


-Gracias Charlie… -Jake se acercó la bolsa-. Vamos a ir a Port Ángeles, quiero llevarte a un sitio nuevo, creo que nunca has estado allí…


-¡Genial! Voy a llamar a mis padres, a ver si me dejan ir… -una mini yo algo eufórica le dio un gran beso a Jake, obviando la mala cara de mi abuelo-.


-Seguro que te dejan… -decía Jake mientras la niña salía corriendo hacia las escaleras-.


-Jacob… -mi abuelo resopló y se sentó con aire solemne frente a Jake-. No sé si entiendo muy bien lo que tantas veces me habéis explicado… aún así… es una niña…


-Charlie… -Jake ahora estaba muy serio. Me fijé en lo alto de las escaleras, la niña de la que hablaban escuchaba-. Sé que es una niña… simplemente me apetece llevarla a hacer cosas nuevas, no quiero que se aburra de estar por aquí con nosotros… No pretendo otra cosa, créeme…


-Más vale que sea así –su tono sonó amenazante-. Creo que no hace falta que te recuerde de quién es nieta… aunque mi hija parezca –lo pensó-, conforme con todo esto, creo que esta vez me pondré de parte de mi yerno.


-Es la hija de mi mejor amiga, del que hace años fue mi enemigo y nieta del jefe de policía, el cual tiene acceso a armas de fuego –Jake intentó evitar una sonrisa, pero la niña tenía un gesto de dolor-. Puedes estar tranquilo.



Charlie simplemente asintió y se levantó para lavar los platos. Jake se levantó y le ayudó a recoger la mesa, algo que parecía molestar al jefe Swann. La niña simplemente se sentó en las escaleras, a punto de llorar y pude recordar esa sensación muy dentro de mi corazón. Un corazón que latía ligeramente roto por el rechazo, aun siendo tan pequeña, ella amaba a ese hombre que sólo la veía como una niña. Ahora podía entender porqué ese día comencé a llorar en el comienzo de las escaleras de casa de Charlie.


Jacob se asomó y su cara cambió radicalmente al ver las lágrimas de la niña.


-¿Qué ocurre pequeña? ¿No te dejan ir a la ciudad?


-No… -la niña se secó las lágrimas-. Deberías ir solo, no me apetece mucho ir…


-Nessie… -Jake se sentó en el peldaño y pasó un brazo por sus hombros, mientras Charlie les miraba desde debajo de las escaleras con mala cara-. No pasa nada, si no te dejan ir, podemos ir a la playa como todos los días… o podemos hacer cualquier otra cosa por Forks… no me importa.


-No… no me apetece salir de casa. No quiero que te quedes sin tu viaje a la ciudad, ve y diviértete, yo llamaré a Claire y a Kim…


-Jake… -Charlie hizo un gesto echando a Jake de forma considerada, él torció el gesto y le dio un beso en el pelo a la pequeña, bajando con el dolor marcado en su rostro. Se volvió a mirar a la niña antes de salir de casa y se marchó-. ¿Echas de menos a tus padres? –La niña se encogió de hombros-. Estabas emocionada con ir a la ciudad… -Charlie subió los peldaños y se sentó dos peldaños más abajo-. ¿Qué ha pasado por esa cabecita…?


-Abuelo… -la niña le miró apenada, recordaba las sensaciones que tuve de manera muy vívida. Miedo, enfado, decepción… pero sobre todo miedo-. Me da miedo ir a la ciudad con él, porque allí se dará cuenta de que está perdiendo el tiempo conmigo. Podía tener amigas de su edad, incluso una novia decente… sin embargo sólo está cuidando de mí. Me da miedo que si vamos y alguna chica le dice algo, él se vaya con ella y me deje sola… no sabría qué hacer.


-Nena… -Charlie tomó su mano-. Tengo serias dudas de que Jacob haga algo como eso. Hay varias razones por las que dudo que suceda, la primera de todas porque eres una adorable jovencita y él lo sabe y lo aprecia, nunca haría algo que te hiriese. Otra razón son tus padres… si te dejara sola, creo que tu padre, aunque sea pequeño en comparación, le haría trizas con ayuda de tu madre. Y tercero: si él se atreviera a hacer tal cosa, sólo debes llamarme, yo iré a por ti con la recámara llena… -la niña se echó a reír-. Así que ahora ve a lavarte la cara, llamaré a Jake para que vuelva a por ti…


-Gracias abuelo… -la niña se abrazó a su abuelo y salió corriendo al baño-.


Cuando bajó Charlie la esperaba, Jake se había dejado el paquete para su padre y aún tenía tiempo de llevar a Nessie a casa de Billy. El viaje fue silencioso, sin música ni palabras, pero lleno de una atmósfera de amor y respeto por parte de la pequeña y preocupación por parte de Charlie. En el momento en el que el coche patrulla paró, Jacob salía sonriente hacia el coche.


-¡Pequeña! –La chica bajó corriendo del coche abrazando a aquel hombre-. ¿Ya estás mejor?


-Lo siento… creo que me he puesto un poco triste por hablar con mi familia… no debí haberme puesto así ni pagarlo contigo… ¿me perdonas?


-Siempre, preciosa, siempre…



Dentro de la casa estaba Rachel y Paul. Billy se emocionó de modo irracional al ver el paquete de Charlie, no era más que cebo para la pesca, pero debía ser de los mejores… Paul parecía emocionado ante su reciente adquisición, un Chevrolet Camaro de segunda mano, descapotable.


-¡Vamos! No creo que sea para tanto… -Jake rodaba los ojos-.


-¿Quieres probarlo, cuñadito?


-Vas a tener que dejármelo para que te perdone que me llames cuñado… -Rachel y la chica se miraban pensando que estaban un poco chalados, demasiadas palabras técnicas para ellas. Billy reía a carcajadas viéndoles ponerse cara de asco el uno al otro-. No me apetece volver a romperte la nariz, que luego Rachel me gruñe…


-Jacob… -Rachel y la niña se rieron al reprocharle su actitud a la vez-.


-¿Ahora tú también te alías con mi hermana?


-¡Por supuesto que se alía conmigo! –Rachel abrazó a la chica-. Me gusta esta chica… no me importaría tenerte como cuñada, pequeña…



Todo el mundo se quedó callado. Rachel sonreía mientras la niña se sonrojaba al igual que Jake y Billy y Paul se miraban con gesto preocupado. Paul sacó las llaves de su bolsillo y se las lanzó a Jake, al cual le costó reaccionar.


-Toma, cuñadito… cuídamelo, no quiero ni una sola raya en él…


-Aunque lo rayara… sería yo quien lo repararía, así que no protestes… -Billy y él reían ante la mala cara de Paul-. ¿Vamos, pequeña?



La chica asintió, abrazó a Rachel y la besó, besó a Paul en la mejilla y dio un gran abrazo a Billy, saliendo corriendo por la puerta que Jake sostenía para ella con una sonrisa. El coche era bonito, aunque menos de lo que recordaba. El negro metalizado no brillaba tanto como creí al verlo la primera vez.



Pude verlos entrar al coche y les seguí, quería recordar de nuevo qué pasó allí. Nadie habló en cinco o diez minutos, Jake conducía despacio, demasiado para lo que recordaba. La chica encendió la radio para romper la ligera tensión que se notaba en el ambiente. Pude recordar la vergüenza que pasé antes de la primera frase. La canción comenzaba tranquila, pero su letra… “Butterfly” de Jason Mraz. Jake se escandalizó y apagó la radio de forma algo violenta, mientras la chica miraba para abajo evitando una carcajada. Sus ojos se elevaban poco a poco para ver la cara de disgusto de Jake. Al final la chica rompió en carcajadas, tal y como recordaba. Jake evitaba sonreír.


-No es gracioso… no deberías oír cosas así… -estaba a punto de reír-. Les gusta mucho a mis hermanas ese hombrecillo…


-Escuchemos otra canción… -la chica se encogió de hombros evitando otra carcajada-. Por fa…


-Vale… pero si no me gusta ponemos la radio definitivamente… -La niña hizo un puchero-. Si no me gusta pondré la radio… aunque hagas pucheros…


-De acuerdo… -la niña sonrió y puso la música de nuevo, yo sonreía al recordar aquella escapada, sonó I’m yours. La niña gritó-. ¡Esta me gusta!



Jake sonreía viendo a la niña cantar, abrió la capota sonriendo de un modo que olvidé a la niña para centrarme en su mirada. La niña cantaba mirándole y cuando se despistó se quitó el cinturón y se aferró al parabrisas, sintiendo el aire en la cara. Jake se asustó al principio, pero al ver disfrutar a la pequeña simplemente volvió a sonreír. La niña movía la cabeza al ritmo de la canción y cantaba el estribillo una octava más alto de lo que debía, creando una melodía que no sonaba del todo mal.


-¿Te gusta la canción?


-No está nada mal… -Jake sonreía a la niña y ella volvió a mirar al frente-. Buena letra… -susurró después con una sonrisa-.



Llegaron a Port Ángeles y Jake aparcó en la calle, cerrando la capota y bajando del coche viendo a la niña saltar a la acera y esperar.


-¿Ahora qué?


-Ahora, tienes que seguirme hacia allí… -señaló calle abajo-. Vamos a ir a almorzar allí, luego podemos ir de compras, si quieres y después… ya lo verás.



La niña torció el gesto, pero se encaminó en la dirección que Jake había marcado. Almorzaron en “First Street Haven” y después dieron un paseo, entrando en una tienda en la que la niña se quedó pegada al cristal. La niña miraba la ropa con disgusto, ya que era la que le gustaría llevar, pero era demasiado grande para su aniñado cuerpo. Jake la miró preocupado y se acercó a ella, susurrándole al oído.


-Hay un centro comercial unas calles más abajo, el “Landing Mall” podemos ir si quieres, seguro que allí hay más tiendas en las que puedas comprarte algo que te guste…


-No creo…


-¡Seguro! –Jake mostró una gran sonrisa-. Por lo que sé, Kim estuvo media tarde hablándole a Jared de una tienda de ropa bastante grande en ese centro comercial, tenían ropa “muy chula”… al menos eso dijo. No perdemos nada yendo a mirar…


-¿No te importa?


-Para nada… -Jake sonrió ampliamente-. Pero no creo que sea un gran compañero de compras, posiblemente prefieras a Alice…


-¡No! –La niña le cortó-. Me gusta la idea de ir de compras contigo…


-Entonces… -Jake se irguió y le ofreció su brazo-. Me encantaría acompañarla a comprar, jovencita…



Se encaminaron al centro comercial y, como recordaba, Kim tenía razón. La ropa era la adecuada para una adolescente, y había alguna prenda pequeña que recuerdo haber comprado. Compré una camiseta de manga corta con escote en V, unos shorts negros, un vestido corpiño en gris y una camiseta con escote de barca de manga corta. Jacob parecía feliz de ver a la niña disfrutar, incluso le enseñó unas sandalias que también compró. La chica de la caja era joven, tendría unos veinte y se mostró muy amable.


-¡Vaya! Ojala mi hermano me pagara también todas estas cosas… -la chica era morena, con ojos claros y los labios pintados con brillo, su sonrisa era perfecta y su cara tenía unas proporciones casi perfectas-. Tienes mucha suerte…


-Lo sé… -la niña miró al hombre que tenía a su lado, que sonreía de modo que ahora calificaría como sexy-. ¿Les compramos algo a tu hermana, Jake? La chica ha dicho que le gusta recibir regalos de su hermano… seguro que a Reich le hace ilusión…


-No sé… -Jake miró la cara de la chica, que ahora le miraba con una sonrisa más bien especulativa-. No acertaría… escoge tú algo.


-¡Jake! –La niña bufó-. ¿No sabes los gustos de tu propia hermana?


-No…


-Pues las sandalias que me has enseñado me han gustado… elige algo que creas que le vaya a gustar, y ya está…


-Acertar contigo me resulta más fácil que con ella… -Jake señaló un reloj del mostrador-. ¿Qué tal eso? ¿Te gusta?


-No me tiene que gustar a mí, ¡bobo! –La niña volvió a resoplar y la dependienta sonrió mientras marcaba las prendas-. Piensa como Paul… aunque no te guste tu “cuñadito”.


-No lo llames así, anda… -Jake puso cara de asco-. Escoge tú…


-¡Está bien! –La niña miró el mostrador y señaló un reloj con correa de cuero trenzada en color rosa y la esfera cromada con fondo blanco-. ¿Te gusta ese? Creo que le quedará genial, con lo morenita que es…


-Es muy bonito… -La dependienta preguntó con la mirada y Jake asintió-.


-Podemos grabárselo, si quiere –la dependienta miró a la niña, y la niña a Jake que alzo las cejas-. Puedo ponerle lo que quieran.


-Bueno… -Jake sonrió y miró a la niña, que parecía emocionada-. ¿Puede darme un papel para escribirle lo que quiero?


-Por supuesto…



La dependienta le dio un papel y un bolígrafo, y Jake comenzó a escribir de espaldas a la niña, que intentaba ver todo el rato qué ponía, mientras Jake se reía y no dejaba ver a la pequeña la inscripción. Recordé que nunca llegué a ver la inscripción de aquel reloj, o al menos no recordaba haberla visto.


“Tu hermano y tu futura cuñada” ponía en el papel. Me quedé estática, al igual que la dependienta. La niña parecía enfadada por no haber podido leer el papel, mientras Jake se burlaba de que con lo bajita que era la niña, no podía haber leído el papel ni con una banqueta. La dependienta grababa la esfera mientras miraba al uno burlándose del otro.


-¡No es justo! ¡Yo lo he escogido!


-Te compensaré… lo prometo –Jake le dio un beso en la mejilla a la niña que hizo que ésta se calmara-. Te llevaré a comer donde tú quieras…


-Bueno… -la niña sonreía ahora-. ¿Bella Italia? –Jake torció el gesto, pero la niña puso morritos, algo que hizo asentir a Jake-. ¡Bien! –La niña le abrazó fuerte-. ¡Gracias!


-Sí, vale, vale…


-En serio Jake, ¡eres el mejor! ¡Te quiero!


-Lo sé… -suspiró-. El aire de la ciudad te está alterando demasiado… ¿Hay algo más que quieras hacer antes de irnos?


-¿Nos vamos ya? ¿No ibas a enseñarme algo?


-Sí, pero no sé si te apetece ver algo más antes… No sé dónde llevarte, la verdad. Quil me ha dicho un par de sitios que le gustan a Claire… -Ness puso cara de asco-. Sí, imaginé que querrías hacer algo más… de mayores.


-¿Me llevas al cine? Kim me ha dicho que siempre que viene aquí con Jared van a ver una película y después a… ¿Red Lion? Bueno, algo así… dice que siempre se lo pasan genial, aunque nunca me ha dicho qué es ese sitio…


-Es un hotel… -dijo la dependienta mordiéndose los labios-.


-Lo sé… -Jake puso mala cara y miró a la niña-. Hablaré seriamente con Kim… pero lo del cine no me parece nada mal… -miró a la dependienta-. ¿Alguna película que se pueda ver?


-¿Men in Black III?


-¡Genial! –sonó sarcástico y la niña le miró curiosa-. Suena a bodrio, pero posiblemente te guste… así que ya tenemos película… -Jake cogió las bolsas y se dirigió a la dependienta-. Gracias por todo.


-Pasen buen día.


-¡Adiós! –La niña se despidió con una mano mientras con la otra aferraba a Jake-.



Comieron en Bella Italia y pasearon hasta el “lugar sorpresa” que resultó ser una bolera. La pequeña se emocionó jugando con las máquinas, pero no se atrevió a jugar a los bolos por miedo a pasarse con la fuerza. La niña se fue al baño y se cambió de ropa, poniéndose los shorts negros y la camiseta de cuello de barco. Cuando salió se arregló el pelo en el espejo y una de las chicas que estaba allí le miró sonriente.


-¿Quieres un poco de brillo? Seguro que te queda fabuloso… a los chicos les encanta, tengo de fresa y de vainilla… -la chica se los mostró. Tendría unos veinte o así, quizá más. Era muy alta y llevaba el pelo por los hombros y una sonrisa amable-. Coge el que quieras.


-Gracias… -la niña cogió el de vainilla y se pintó los labios suavemente-. ¿Así está bien?


-Sí –la chica asintió hacia la bolsa de ropa-. Seguro que al jovencito que intentes impresionar le gustará… eres muy guapa, dudo que tengas problemas con eso…


-Yo… no es por un chico…


-Tu sonrojo me dice que sí, pero tranquila, te guardaré el secreto –la niña torció el gesto-.


-¡Ángela! –Una chica de melena oscura bastante bajita irrumpió en el baño-. ¡No te vas a creer a quién acabo de ver! –La chica me miró como si le resultara familiar-. ¿Te conozco?


-No creo… -La niña se encogió de hombros-. Muchas gracias, Ángela.



La chica asintió sonriente y miró cómo salía del baño. La pequeña se quedó en la puerta escuchando.


-¿En serio no la conocemos? Me suena muchísimo…


-Creo que es pariente de alguien que conocíamos muy bien… creo que es la chica que está en casa de Charlie, la que dicen que es la hermana secreta de Bella…


-¿Cómo? ¿Bella tenía hermanas?


-No sé… ya sabes cómo son de chismosos… Aunque realmente me ha resultado familiar, incluso me ha parecido que era ella cuando se sonrojaba…


-Bella me lo habría contado… no creo que sea así. Igual es alguna chica conflictiva, por eso está con Charlie… mi padre me cuenta que a veces los policías tienen a gente escondida, tipo testigos protegidos o cosas así… bueno, lo que te decía… ¡No te puedes imaginar a quién he visto!



La niña bajó corriendo las escaleras y acudió a Jake, que estaba apoyado en la barra pidiendo algo de beber. Sus ojos se desorbitaron al ver a la niña.


-¿Vas a estrenar ahora la ropa?


-Jake, tenemos que irnos.


-¿Qué pasa?


-No sé, unas chicas en el baño. Hablaban de Charlie y de mamá… y creo que también te conocen a ti… -la niña tocó el rostro de Jake que ahora parecía confuso-. No pueden vernos juntos.


-¿Cine?


-Creo que será mejor volver a Forks…



Jake cogió de la mano a la chica y salieron de la bolera. Una vez en la calle comenzaron a correr, al momento a reír. Al llegar al coche se pusieron rumbo a Forks, Jake bajó la capota y la chica puso la música de nuevo, sonando ahora “Try”. Volvió a soltarse y a cantar dándole el viento en la cara y moviendo su pelo. Vestida de ese modo, con el toque de brillo en los labios y sintiéndose tan libre, no podía verla más como una niña. Recuerdo que en ese momento me sentía estúpida por haberme pintado, creía que había sido la mayor estupidez, pero ahora que me veía con otros ojos, no pude estar más acertada. Jake derrapó el coche en un parador y bajó, cogiendo en brazos a la pequeña y bailando la canción de modo ridículo, pero ambos reían como bobos, como momentos antes corriendo. Uno de los recuerdos más felices, sintiéndome libre con el hombre que había sido hecho para mí y con esa preciosa canción.



Aquellas imágenes se perdieron en un tubo negro de nuevo, llevándome ahora más cerca del presente, a un mes de febrero. Supe perfectamente qué recuerdo comenzaba a ver en el momento que me situé en la cafetería y me vi a mi misma entrando con Darlene a la cafetería, seguida por Kevin, Ryan, Wanda y Casandra. Viernes catorce de febrero.



Todo el mundo iba leyendo aquellas estúpidas tarjetas, comía aquellos estúpidos chocolates o presumía de los regalos que había recibido de sus “enamorados”. Recuerdo que la ira fluyó de modo extraño por mi cuerpo cuando miré a Darlene con cara abatida y en sus ojos mi rostro reflejaba lo mismo. Nos sentamos en la mesa de siempre, mientras Wanda nos mostraba la pulsera que Ryan le había regalado, Ryan nos mostró un marco doble, dos corazones entrelazados. En uno una foto de Wanda y Ryan y en otra de Meg y Ryan. Un detalle precioso por parte de la pequeña Wanda. Casandra nos mostró los pendientes y el colgante que Kevin le había comprado, de corazoncitos, cómo no… Kevin mostraba feliz unas entradas para una película de acción que llevaba esperando desde hacía años que hicieran, pero de la cual no había podido conseguir entradas para el estreno.


-¿Vienen o vais? –se limitó a decir Kevin mientras Ryan sonreía-.


-No lo sabemos… -dije con tono molesto mientras Darlene hacía una mueca-. Se supone que iban a venir ellos, pero al parecer a la banda de alguien importante se les ha parado el motor de un autobús esta mañana cerca de Forks…


-Así que como es una emergencia… posiblemente no vengan o vengan tarde.


-¡Una pena! –Suspiró Ryan-. Teníamos pensado hacer una cena en mi casa en plan parejitas, a ver si por fin os lanzabais al ataque con los hombretones… -Kevin y él comenzaron a reír hasta que las chicas nos echaron una mano golpeándoles en el estómago suavemente para que se callaran-. Bueno, que podéis venir igual, mi madre tiene una cita y no le importa que vayamos a casa a cenar todos. Incluso creo que ha dicho que prepararía la buhardilla por si os dejaban quedaros a dormir… -miró a su novia- cosa que dudo.


-Gracias, pero creo que será mejor que lo dejemos para otro día… -Darlene sentía compasión por mí, algo que en ese momento me molestó pero ahora que podía ver mi cara comprendí-. Podemos ir nosotras si ellos no vienen al final…


-No, no podemos –dije arisca-. Bueno, tú puedes ir si quieres, yo no puedo ir, debo hacer de niñera con tía Alice…


-Es verdad, no lo recordaba… -Darlene miró al resto y explicó-. Mañana por la tarde, Alice a organizado con algunos voluntarios una obra en francés para los chicos que se matricularán el año que viene aquí… nos pidió que le ayudásemos a organizar el decorado del escenario y de la fiesta, a cambio dijo que nos recompensaría con una invitación a comer…


-Sí, algunos de mi clase van a actuar en la obra… -Wanda puso cara de asco-. Alice ha insistido mucho en que teníamos que ir, que iba a ser genial y que después de la obra iba a haber algo especial… así que una fiesta… podríamos ir todos, si queréis…


-No es mala idea… -Casandra asintió-. Si necesitáis ayuda, yo puedo ayudar, no tengo nada que hacer mañana por la tarde.


-Gracias… -dijo Darlene al ver que yo no reaccionaba-. La verdad es que pensaba que los chicos nos ayudarían, pero si no vienen… posiblemente os necesitemos.


-Entonces está hecho…



Pude ver pasar el resto del día en centésimas de segundo, localizándome ahora tumbada en mi cama, viendo cómo el sol bajaba. Darlene me llamó y me invitó a su casa, su madre se había marchado con su tía Cyntia a Seattle, a un concierto de Shania Twain, así que ya que ambas estábamos solas en San Valentín, podíamos celebrarlo a nuestra manera… me animé ligeramente, preparando la mochila con todos los regalos de mis amorosos parientes. El pijama de tía Alice, con pantalón blanco y corazoncitos perfilados en rojo y la camiseta de tirantes a la inversa, el bote de gena y las plantillas que me había regalado tía Rose, ya que últimamente me había interesado en exceso por los tatuajes, un CD de baladas que me había grabado Emmett, la película original de Casablanca de Carlisle y la cámara de video que me había regalado Jasper. Bajé por las escaleras recibiendo un asentimiento por parte de mi padre y una mirada especulativa de mi madre. Papá le explicó que me iba y desapareció y volvió a aparecer con una enorme caja de color rojo y con un lazo rosa.


-¿No eras tú a la que no le gustaban los regalos, mucho menos los pomposos?


-Sí, odio que me los hagan, pero me encanta hacértelos a ti… ábrelo, sé que te va a hacer ilusión, Alice nos ha ayudado a escogerlo… a veces ese monstruito es útil.


-Entonces, si sabes que me va a gustar no tiene mucha emoción… eso es hacer trampa. Pero lo agradezco… -abracé a mis padres y posé la caja en la mesa redonda del salón. Era un vestido en gris, con escote en palabra de honor y la falda tenía dos capas, una recta y otra en pico, y en la cadera tenía un pequeño lazo que le daba gracia al vestido y el pecho estaba cubierto por bordados y algo de pedrería. Había unos zapatos en negro y un abrigo que combinaba muy bien con el vestido-. Es precioso.


-Deberías ponértelo mañana por la tarde, Alice me ha dicho que tenéis una fiesta…


-Algo así, sí…



Rodé los ojos y mis padres se echaron a reír. Metí la caja y la mochila a mi coche, volviendo a casa para despedirme de mis padres. Cuando entré en la cocina y vi el pastel que Esme había hecho para mí… tuve que llevármelo. Me encaminé a casa de Darlene, con la música a tope y las ventanillas del coche bajadas. Debí preveer una maniobra así. Un golpe sordo en el techo del coche hizo que me sobresaltara, para volver a hacerlo al ver una sombra meterse por la ventanilla. La risotada de Emmett resonaba dentro de mi pequeño coche. Frené y le miré estupefacta, me preguntaba cómo alguien tan grande había cogido por esa ventana… Emmett…


-Sobrinita, tu olor me ha alegrado la noche. Pensaba que vendrías esta noche a jugar con tu tío… había comprado helado de fresa… -levantó una bolsa-. ¿Vamos?


-Tío Em… -me miraba tan ilusionado que me daba pena decirle que no-. En realidad debo ir a casa de Darlene, pero una partida con el tío más enrollado del planeta no creo que me haga daño… pero solo una, ¿vale?


-¡Genial! Te ganaré… y aunque no gane me has hecho feliz por lo menos para una semana…


-Es sólo una partida, Emmett…


-No es eso… soy el tío más enrollado… verás que cara pone Jasper cuando se lo diga…



“La misma que pondrás tú cuando te conteste que a veces enrollado quiere decir infantil” pensé… pero me limité a reír nada más, no quería quitarle la ilusión. Emmett insistió en que me tomara con él un poco de helado, era gracioso verlo analizar el helado en su boca, parecía realmente un niño. Rose le dio una colleja al verlo y me pidió que me llevara el resto del helado, liberándome del mal sentimiento por dejar a Emmett plantado.


Bajé del coche animada, viendo a Darlene con un pijama similar al mío esperándome en la puerta mientras bajaba del coche. Me ayudó a meter todas las cosas en su casa y nos instalamos en su habitación. Llamamos al restaurante tailandés que estaba cerca del centro comercial, así que en una media hora nos traerían la cena. Nos sentamos en el salón a escuchar el CD de canciones que Emmett me había regalado, Darlene no paraba de reírse cuando le conté lo que había sucedido con él un rato antes.


Pusimos el disco de canciones de Emmett mientras esperamos la cena, encendimos el fuego y nos sentamos en los sillones frente al fuego, escuchando el gran repertorio: To love somebody, I promise you, I will be rigth here waiting for you, Down with my baby, Nothing’s gonna change my love for you, Have you really loved a woman?, Everything I do… paramos la canción cuando sonó el timbre. Pusimos la mesa y servimos la comida, volviendo a poner el CD.


-Tu tío sabe impresionar a una mujer… -Darlene reía-. Son canciones realmente bonitas…


-Me ha dicho que las del final nos gustarían más… ¿las pasamos?


-No… si las ha grabado en un orden, será porque quiere que las escuchemos en ese orden, ¿no? –Fruncí el ceño-. No seas impaciente, Nessie…



Comenzamos a cenar mientras sonaba Fix you, seguida de Always on my mind y Eternal Flame. Darlene le dio a pausa y se echó a reír negando, quería que acabásemos de cenar antes de escuchar el resto. Terminamos y recogimos la mesa, sentándonos en los silloncitos a comernos la tarta de Esme y el helado de fresa. La siguiente canción nos hizo sonreír, de hecho las tres siguientes eran de una tal Colbie Caillat, y las tres nos hicieron sonreír, pues hablaban de un amor que ambas sabíamos que sentíamos pero que no sabíamos cómo mostrar… y aquí estábamos las dos, mirando a la nada queriendo tenerlos cerca y ellos a kilómetros de distancia. Bubbly, The little things… pero la que más nos emocionó fue Realize. Nos pusimos a hacer dibujos mientras sonaban de nuevo las tres canciones. Darlene se tatuó una flor copiada de mi anillo y mis pendientes, una verónica, mientras yo me tatuaba una J y una N entrelazadas en el interior de mi muñeca.


-¿Por qué no se lo dices ya? –Darlene me miraba curiosa y seria a la vez-. Se nota mucho que vosotros dos… no sé, Seth y yo hemos hablado del tema alguna vez y según él, Jake cree que tú no estás en ese punto, pero yo creo que quieres estar con él desde hace tiempo… ¿Quién tiene razón?


-Es curioso… -saboreé el helado mientras ella me miraba curiosa-. ¿Seth y tú habláis de Jake y de mí? ¿Por qué no habláis de vosotros?


-¿Qué?


-¡Vamos! ¡Estás loquita por él! –Me carcajeé ante su negativa-. Jake opina lo mismo que yo… -parecía curiosa-. Pero yo no pienso decirte una palabra de lo que él me cuenta sobre Seth hasta que no admitas que te gusta…


-No me gusta… -rodó los ojos y comencé a reír mientras ella seguía pintando-. ¿Qué?


-¿No has pensado nunca en él?


-Claro que pienso en él, es mi amigo… -alcé las cejas, ella sabía que no me refería a eso-. ¡Ness! No sé. Mira, lo sabes… tú mejor que nadie has visto lo que pasa por mi cabeza… pero también debes saber que por muy bien que se porte conmigo, sé que lo hace porque soy tu amiga…


-No es sólo porque eres mi amiga…


-Lo sé, pero al principio era sólo eso, aunque ahora nos hemos unido mucho… -suspiró y le sonreí-. Nos hemos unido mucho como amigos. Además, a veces me trata como… no sé…


-¿Claire? –Pude verlo en su mente y me eché a reír-. Quil y Claire están muy unidos también… de hecho ya es seguro que se van a casar… así que…


-¡Ness! ¿Qué dices? Si Claire es una niña… Quil la trata como me trataba mi primo Robert de pequeña… hace años que no lo veo… debería llamarle ahora…


-Dar… no cambies de tema. No veo qué tiene que ver Claire, Quil o tu primo Robert en todo esto… ¿Te gusta o no?


-Tú eres la que ha empezado cambiando de tema… -alzamos las cejas y nos miramos curiosas, hasta que comenzamos a reír-. Sabes que sí, quizá me guste un poco, pero ya hemos hablado muchas veces sobre el tema Ness… no estoy hecha para él… -no sabía cuan equivocada estaba-. Es algo así como un… -hizo un gesto con las manos-. No tengo nada que hacer, más sabiendo que Kira está loca por él, al igual que la tal Ruth, Leslie, o cualquier amiguita suya tipo súper modelo…


-¿Y si yo te dijera que él está loco por ti?



Ella me miró dubitativa y al final negó enérgicamente con la cabeza comiendo helado y mirando ausente el fuego y su dibujo secar. Me levanté de golpe, podía oír un coche fuera. Darlene me miró raro así que me puse a bailar, sus oídos no habrían oído el motor por la música. Comenzamos a bailar de un modo completamente ridículo al ritmo de Bubbly, acabando sentadas de mala manera en los silloncitos y riendo.


-Estás loca por Seth… -afirmé sabiendo que ellos andaban cerca, casi podía olerles-. Es algo que no puedes negar…


-Y tú por Jake… -Comenzamos a reír hasta que las luces se apagaron-. ¡Mierda! Han debido de saltar los plomos…




La cogí de la mano y la arrastré fuera de la luz del fuego, llevándola al armario bajo las escaleras. Le tapé la boca y le mostré que había escuchado ruidos en el piso de arriba. Ella me miró muy asustada, así que me dio pena y le mostré que sabía que eran ellos, pero que no sabía cómo devolvérsela… ella se echó a reír y abrió la puerta, palpando mi cara y poniéndola a la altura de su cuello. Comenzó a gritar y yo gruñí, hasta que las luces se encendieron con nuestros dos lobos aterrorizados viendo la escena. Darlene comenzó a reír, al igual que yo y ellos comenzaron a librarse del color blanco que había tomado su rostro.


-Sois… -Seth nos miraba ofendido, mientras Jake reprimía una carcajada, tenía claro de quien había sido la idea del susto-. Casi nos matáis del susto…


-Es de mala educación entrar en casas ajenas sin ser invitados –Darlene puso los brazos en jarra-. Mucho más si es para intentar asustar a dos chicas que están solas, por mucho que una de ellas sea todo un prodigio de la naturaleza… Debería denunciaros…


-Puede que le diga esto al jefe Swann… -alcé una ceja y Seth torció los labios-. Allanamiento, escuchar conversaciones ajenas, asustar a jovencitas… te costaría unos días en el calabozo…


-Ha sido idea suya… -Jake le señaló, haciendo un gesto de rendición-. Lo sentimos mucho… ¿verdad Seth? –Seth parecía frustrado y Jake le dio una colleja-. ¡Seth!


-Sí, claro… -me miró enfadado-. He estado a punto de entrar en fase… no vuelvas a hacerme algo así en la vida…


-Eso no suena a disculpa… -sugerí divertida-.


-Ness… -Jake me miró de ese modo, como cuando hacía algo que en el fondo sabía que no debía haber hecho. Me hizo sentir como Claire-.


-Vale… no lo haré más…


-No te disculpes… -Darlene cruzó los brazos-. Tendrán que hacer algo muy bueno para que les perdonemos esto… además casi nos dejan plantadas, ¿no lo recuerdas?



Alzó la barbilla y entró a la cocina, así que yo la imité. Los chicos nos siguieron con cara de perritos abandonados, aunque no nos hizo sentir ninguna pena, sólo me daban más ganas de vengarme. Le mostré a Darlene el plan, que comenzó a reír mientras Jake rodaba los ojos, adivinando que había planeado algo y Seth nos miraba molesto.


-Creo que hoy nos toca dormir en la casa del perro… -masculló Jake-. Algo me dice que tendremos que tener un ojo abierto mientras dormimos…


-¡Bienvenidos a la casa de los horrores! –Darlene palmeó a Seth en el hombro mientras salía de la cocina-. Coged lo que queráis de la nevera…



No pude evitar fijarme en la sonrisa de Seth mientras la veía salir. Nunca había visto a Darlene como una chica fea, pero tampoco guapa… pero podía ver que Seth la miraba como si fuera su musa, me recordaba a cuando veía a mis padres mirarse o a mis tíos... ahora no veía nada malo en ella. Jake me miró divertido y le hice una pregunta en su mente.


-Sí… -Jake miró a Seth de refilón, que abrió la nevera y se llevó la tarrina de helado. Jake sonrió y se sentó en la encimera, mientras yo cortaba un trozo de tarta para él-. Hace días que le está dando vueltas al asunto… pero dice que no quiere precipitarse, que apenas se conocen de hace un par de meses y ella pensará que está realmente trastornado… aunque yo ya le he dicho que siempre tiene una gran frase a la que recurrir… -cogió el plato y comió un trozo de tarta mientras yo alzaba las cejas-. Es cosa de lobos…


-Claro… -rodé los ojos-.


-Yo creo que después de lo que ha oído… posiblemente lo reconsidere, él no había pensado que ella se sentía así, no sabía que se sentía de ese modo… así que no creo que tarden mucho en cambiar su relación… dudo que pueda soportar saber que se siente tan mal.


-Deberíais dejar de hablar de nosotros y venir a ver la película… -Jake sonrió ante la frustrada mirada de Seth, que entraba a la cocina buscando algo-. ¿Qué armario, Dar?


-¡Hombres! –Darlene venía detrás levantando las manos, lo que nos hizo reír-. Seth, deja de intentar ayudarme si no sabes donde está nada… no vamos a perdonaros lo que habéis hecho…


-Eso nos pasa por juntarnos tanto con ellas, Jake… -Seth negó divertido-. No recuerdo haber sido tan cotilla nunca, me hace sentir como un perro…


-Seth… -le miré divertida-. Llevas años siendo un perro…



Los cuatro nos echamos a reír, algo que relajó a Darlene que parecía incómoda al poder comprobar que habían estado escuchando nuestra conversación. Metió las palomitas al microondas y sacó un par de cuencos. Hicimos tres bolsas, sabiendo que los chicos se comerían más de una…


Subimos al cuarto de Darlene y Seth miró divertido la decoración, sentándose en la cama comprobando si era cómoda.


-No te hagas ilusiones, vas a dormir en la entrada… -Darlene se quedó parada-. Ness, te necesito arriba… bueno, ¡qué demonios!, chicos, bajar la cama que hay en el desván para Nessie…


-Sí, señora –Seth se levantó y se puso firme, haciendo un saludo militar-. Vamos Jake… a ver si nos perdonan de algún modo…


-¿Desde cuándo eres tú el que da las órdenes…?


Las dos nos reíamos al ver salir a los chicos peleándose. Miré a Darlene que asintió, no parecía muy molesta. Los chicos desplegaron la cama frente a la de Darlene, dejando un pasillo de diez centímetros entre el pie de una cama y el de la otra. Pusimos la película, obligando a los chicos a sentarse en el suelo mientras les acariciábamos el pelo como si fueran verdaderos perros domésticos, aunque ninguno de los dos parecía ofendido por tal hecho. De vez en cuando alguno de ellos gruñía y lo callábamos estampando un puñado de palomitas contra su boca. Los chicos comenzaron a reír con la frase “Tócala otra vez Sam”, omitiendo sus pensamientos a Darlene, aunque yo pude imaginarme el doble sentido de la frase. Nos reímos cuando los cuatro coreamos “Presiento que este es el comienzo de una gran amistad”.



Después de aquello los chicos se miraron y salieron corriendo hacia el piso de abajo, dejándonos heladas por un instante y siguiéndolos después. Y allí nos los encontramos, Jake sentado en una banqueta de la cocina con las manos en la encimera y Seth apoyado en ella poniendo ojitos.


-¡Tócala otra vez, Jake!


-I kiss you goodbye at the airport… and you’re so closed to me and said…


-¡Esa la tengo! –Darlene salió corriendo al salón y puso en el equipo un antiguo CD de éxitos de verano, “Summercat”-. ¡Es genial!




Los abandoné a los cuatro bailando en la cocina, viendo cómo los chicos dormían en el salón y al día siguiente nos ayudaban con los decorados de la obra y la fiesta. El resto del grupo no apareció, se habían quedado a ver el amanecer juntos y estaban durmiendo. Me había puesto el regalo de mis padres y Darlene un vestido negro con vuelo y el pelo suelto, estaba realmente guapa. En la fiesta estuvimos vigilando a los más jóvenes hasta que se fueron y se quedó todo el salón de actos para los cuatro, ya que Alice nos dejó como encargados para recoger el desastre que se había producido allí… muy amablemente, eso sí.


Comenzamos a limpiar todo aquel desastre y Seth se acercó a ayudarme con uno de los cubos mientras Darlene y Jake seguían escobando. Salimos fuera y Seth parecía angustiado.


-¿Qué?


-Nada… -Miré a Seth y le cogí por los hombros-. Nada, en serio…


-Seth… qué te pasa…


-Es que, no sé si esta noche sería un bueno momento para que le diga a Darlene la verdad… quizá si supiera que estamos destinados…


-Creo que no es el mejor día Seth… si le dijeras eso ahora, ella se sentiría mal porque pensaría que lo dices por lo que has escuchado… es mejor que esperes un poco, quizá un par de semanas. Ahora compórtate como siempre, como si no supieras nada. Es lo mejor.


Seth asintió y me palmeó la espalda para acompañarme dentro de nuevo. Darlene parecía preocupada y me Jake sonreía de modo cómplice. Terminamos de recoger y fuimos a casa de Darlene, ya que su madre seguía en Seattle con Cyntia.


Antes de llegar a su casa Seth nos llevó a un McDonals a cenar, la chica miraba raro a los chicos cuando se pidieron tres menús enteros para cada uno. Darlene y yo los mirábamos divertidas mientras todo el mundo nos miraba, cada una con un menú pequeño a un lado de la mesa mientras ellos extendían las patatas en una bandeja, ocupándola entera con las patatas y el Ketchup.


-Realmente… -Darlene observaba a Seth, sentado a su derecha y a Jake, sentado a mi izquierda-. Es un espectáculo ir a comer a cualquier sitio con vosotros…


-Al final te acostumbras… -me atreví a decir-. Por eso Kira los quiere tanto… siempre que van a comer a su restaurante hacen su peculiar agosto con ellos…


-Además siempre le dejamos buenas propinas… -Seth cogió una patata y se la metió en la boca a Jake-. ¿Verdad, amorcito?


-Sí… sobretodo los días en que íbamos a por cervezas… ¡qué tiempos!


-Sí… -miré a Darlene y le expliqué-. Aquí nuestros amigos podían beberse un barril entero y montaban el espectáculo en su bar…


-Será mejor que tú no hables de beber… -Seth me apuntó con una patata que me comí-. Mucho menos de espectáculos…



Los tres se rieron mientras yo mordía el dedo de Seth, que se quejó ligeramente mientras Jake se reía del poco aguante que tenía ante mis mordiscos. Después de aquello nos montamos en el coche, hacía algo de frío pero ellos no lo sentían, así que Seth bajó la capota de su coche, montando nosotras dos atrás y ellos delante. Me aferré al asiento del copiloto, poniendo una de mis manos en el hombro de Jake el cual me ayudó a acercarme a la radio. Comenzaron a comentar el concierto de Seattle, poniendo una de las canciones que habían sonado “I’m gonna getcha good”. Darlene y yo nos sentamos sobre la carrocería y comenzamos a corear la canción.


Pude ver que nos miraban por los espejos y sonreían, algo que para nada me hizo sentir incómoda, ni a mí, ni a Dar. Nos bajamos y fuimos directos al cuarto de Darlene, nosotras fuimos a por nuestros pijamas y fuimos a la habitación de su madre que tenía cuarto de baño, dejando el del pasillo para los chicos. Después de ducharnos y ponernos los pijamas volvimos a la habitación, encontrando a Jake tumbado en mi cama, con unos pantalones y el pelo mojado durmiendo boca arriba. Seth apareció de una guisa parecida y nos hizo un gesto para que no hiciéramos ruido. Cogí una almohada y se la lancé a la cara, haciendo que Jake me mirara molesto.


-No te duermas…


-Perdón por no tener la energía que tenéis vosotras hoy… -rodó los ojos-. Los ronquidos de Seth no me han dejado dormir…


-¿Mis ronquidos? Si eras tú el que gruñía como un oso… -Seth lanzó otra almohada a Jake-. Además no parabas de intentar abrazarme… ¡sobón!


-¿Te recuerdo quien acabó durmiendo en el pasillo? –Las dos miramos raro a Jake-. El perro se me acercó demasiado y lo eché… luego dice que yo soy sobón…


-¡Jake! –Seth puso una mano muy teatralmente en su pecho-. Creía que eso era un secreto nuestro… -Se lanzó sobre él forcejeando mientras Darlene y yo nos reíamos. Pararon y nos miraron-. ¿Vosotras de qué os reís?


-De que parecéis una pareja realmente… -Darlene alzó las cejas-. Si queréis os dejamos la cama de matrimonio, para que durmáis juntitos y esas cosas…



Seth se lanzó contra Darlene, tumbándola sobre la cama y haciéndole cosquillas. Cogí una almohada e intenté ayudar a Darlene, pero Jake se puso de parte de Seth… y no tuvimos opción a vencer. Acabamos tumbadas cruzadas en la cama, mientras ellos se tumbaban encima de nosotras poniendo sus piernas en mí y la cabeza y brazos sobre Darlene. Estuvieron ignorando nuestras súplicas durante al menos quince minutos, hasta que el teléfono de Dar sonó, liberándola a ella y dejándome a mí atrapada. Gracias a ella, que se lió a almohadazos con ellos al colgar me liberé.


-¡Tregua! –Gritó acorralada en un rincón junto al armario-. En serio, sólo quería liberarla, no quiero más peleas… sé que perderemos… yo no tengo súper fuerza ni nada de eso…


-En eso lleva razón, Seth… -Jake parecía el poli bueno mientras que Seth tenía cara de poli malo-. Yo creo que ya han aprendido que no hay que meterse con la manada…


-Pero tenemos que sacar algo a cambio… -Seth se encogió de hombros-. Una tregua tiene beneficios para ambos… si no, no veo lo divertido.


-Nada de negociaciones, me dejáis y punto… -Darlene parecía convencida, así que ataqué por la espalda dando almohadazos a ambos, Jake se revolvió y me atacó a mí, mientras Seth acorralaba a Dar contra el armario. Estábamos ambas colgadas cual saco de patatas en sus hombros cuando Dar gritó-. ¡Tregua!


-Esta vez no cuela…


-En serio, tregua… os dejaremos que durmáis en la habitación a cambio de que no nos molestéis más… no más cosquillas ni levantamientos…


-Dormir aquí… ¿Cómo lo ves Jake? –Jake se encogió de hombros-. Bueno… pero un masaje en la espalda no vendría mal… quizá también en los pies…


-¡Ni de coña! ¡No pienso hacer algo así…!


-¡Tú misma!



Seth comenzó a lanzar por los aires a Darlene y a hacerle cosquillas como si fuera una niña, como a Claire, mientras Jake me sujetaba en la cama. Pero Seth no midió bien el espacio y Darlene acabó golpeándose la espalda contra el armario. El ruido sonó sordo, y a Seth casi se le caen los ojos de tanto abrirlos. En menos de un segundo Darlene estaba tumbada en la cama con Seth preguntándole muy seguido si estaba bien, mientras Jake y yo la mirábamos asustados desde el borde de su cama.


-¡Ay! Creo que nuestra tregua va a verse afectada por esto… -Darlene se doblaba sobre su espalda ligeramente mientras me guiñaba el ojo. Capté sus pensamientos y fingí un tirón en la espalda-. Creo que os habéis pasado mucho con nosotras…


-¡Ay! –Me quejé-. Creo que vamos a necesitar un masaje nosotras…


-Pero… -Jake y Seth se miraron y nosotras nos echamos a reír-. ¡Qué morro tenéis! Nosotros preocupados… ¡mujeres!


-Sí, bueno, pero a mí me sigue doliendo la espalda… -me quejé-. Y a Dar seguro que también… quizá con un masaje se nos pase…


Me tumbé sobre mi cama mientras los miraba, Jake rodó los ojos y se sentó a mi lado mientras Darlene se ponía boca abajo mientras Seth repetía el gesto de Jake. El túnel se fue formando mientras veía pasar rápidamente el tiempo en aquel recuerdo, acabando las dos dormidas con las caricias de nuestros lobos…



El túnel oscuro comenzó a clarear, pero lo que veía no lo recordaba como algo ya vivido. Podía ver una tenue luz entrar por la ventana de mi cuarto en la cabaña. Intenté moverme pero no pude. El rostro de mi padre se coló en mi campo de visión. Pronto pude mover los ojos, viendo aquella habitación, con mamá, Esme, Rose, Emmett, Jasper y Alice con rostro de preocupación y dolor. Mi abuelo no estaba, lo que me llevó a hacer sólo una pregunta.


-¿Ha habido bajas?


La cara de toda mi familia podía contestarlo claramente, aunque fue mi padre el que con rostro demacrado se limitó a asentir. Mi corazón dio un vuelco en ese mismo instante, recordando el momento en que no escuché nada dentro del pecho de mi lobo, el momento en que mi ira fluyó y maté a Adam. Mi padre torcía el gesto mientras yo cerraba los ojos y dejaba fluir de nuevo el dolor.