Capítulo XLV: Impulsos.

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Simplemente corrí hacia la puerta, corrí hacia aquel hombre, como la vieja Nessie hubiera hecho. Solo que cada vez que corría de ese modo impulsivo no era algo que se esperase de mí. Aquel hombre, con unos vaqueros, camisa blanca y americana negra, simplemente dejó que esa parte de mí fluyera.


Me aferré a su cuello con los brazos, a su cintura con mis piernas y me alejé para verle la cara, mientras él me miraba extrañado, enfadado pero triste, esperanzado pero preocupado... sobre todo preocupado. Esa mirada hizo que toda aquella actitud se viera reducida a escombros, haciendo que presionara mi rostro contra su hombro y comenzara a llorar.


Acaricié su cara con mi mano libre, sin mirarle. Sólo mostrándole la canción que había escuchado en la película. Él comenzó a balancearnos de un lado a otro, besando mi pelo y acariciando mi espalda. Aquellos brazos cálidos me consolaron de manera eficaz, pronto dejé de sollozar. Abrí los ojos para ver que, la gente que pasaba por nuestro alrededor, nos miraban de un modo extraño, algunos tristes y otros alegres. Posiblemente algunos creían que era un reencuentro y otros una despedida. Pero ni yo sabía realmente qué era esto. Siguió balanceándome hasta que hice amago de soltarle, cuando me aupó un poco para hacer que le mirara.


Aferrada a él, me alejé ligeramente para verle. Sus ojos parecían brillar de un modo extraño, como muy pocas veces había visto.


-Debes volver, no puedes venir ahora, mañana llegarán, no puedes estar aquí…


-¡Shh! –dije con una sonrisa-. Mañana es mi cumpleaños, así que sólo he venido a por mi regalo –me miró desesperado-. Sólo quiero pasar el día de mi cumpleaños junto al hombre al que amo –alzó sus cejas mientras presionaba sus labios-. ¿Y mi helado?


-Bueno… -su cara reflejaba que tenía un plan, aunque meditó mirándome por un segundo-. Creo que alguien no ha ido de caza desde hace días, así que primero sé buena y luego te llevaré a tomar tu helado…


-¿Me estás hablando como si fuera una niña?


-Bueno, ya sabes… tantos días pendiente de Claire… -se echó a reír y me miró-. Pero es inevitable, eres mi pequeña…


-¡Genial! –me solté de él y bajé al suelo mientras él se reía-. No tiene gracia…


-¡Claro que sí! –Me abrazó por la espalda y me besó en la mejilla-. Estás tan adorable cuando te picas… no puedo evitarlo, niña tonta.


-Ahora soy además tonta… -rodé los ojos mientras una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro, algo que me hizo sonreír ligeramente-. Más vale que el sitio al que vamos sea la mejor heladería de América, o no pienso volverte a hablar…



Comenzó a reír mientras cogía mi mano de forma muy natural y me llevaba a su coche. Paró a tres metros y me hizo un gesto para que esperase. Me quedé mirándole raro, pero hice caso. Abrió su puerta y sacó un antifaz negro.


-¿Qué es eso?


-Es una sorpresa… -dijo acercándose alzando una ceja-. Sé buena y no te lo quites hasta que te lo diga, por favor…


-Jake… no pienso ponerme eso, voy a parecer una lunática…


-¡Tonterías! –me lo puso delicadamente-. Yo te guiaré y no tendrás que salir del coche hasta que lleguemos, así que no te preocupes…



Suspiré resignada mientras me ayudaba a sentarme en el coche. Pensé en hacer trampas, pero cuando capté su entusiasmo decidí abstenerme de leer su mente, él quería darme una sorpresa, así que no sería justo si le arruinara el plan. Pude notar que conducía rápido, hasta que paramos en lo que podía intuir una calle abarrotada de gente. Miles de efluvios y ruidos hicieron que perdiera la pista de Jake, quedándome en el coche mientras él salía riendo.


Esperé paciente hasta que regresó, un olor a vainilla y chocolate caliente me hizo sonreír. Condujo por una media hora más, hasta que paró y bajó del coche. Un olor a bosque, un bosque conocido pero que apenas lograba situar. Me ayudó a bajar y me cargó mientras corríamos por dos minutos. Me bajó y me quitó el antifaz, mirándome sonriente.


-Lo primero, es lo primero -Se limitó a decir-.



Cogió mi mano y corrimos, buscando una buena presa. Un par de ciervos y estaba en perfectas condiciones, emocionada por sentirme perdida en aquel frondoso bosque que no lograba reconocer.


Jake me tendió la mano y me acerqué.


-Ven, quiero que volvamos al coche, ya estás en condiciones de ver donde estás… -hizo una mueca-. Aunque seguramente me arrepienta en un rato, cuando te pongas hiperactiva…



Me llevó a través del bosque hasta que el olor a gasolina me llegó. Estábamos cerca de su coche, cuando paró y me instó a que esperase. Pronto muchos efluvios familiares llegaron mí y algo se movió rápido tras de mí. Me asusté hasta que me giré para enfrentar aquellos rostros, bellos, tallados en alabastro.


Pronto me vi envuelta en mil brazos distintos, fríos y cálidos de repente, pues la manada también estaba allí, como toda mi familia. Claire se aferró a mi cintura y no me soltó hasta que de repente comenzó a gritar.


-¡Ya vale! ¡Todos fuera! –Todos miraron a la niña que ahora parecía realmente molesta-. Ya le habéis saludado, ahora dejad que le de mi regalo anticipado…


-¿Regalo?


-Sí, he ayudado a Jake a preparar esto… vamos Quil, acompáñanos.



La niña cogió mi mano y la de Quil, mientras nos llevaba en dirección al bosque y yo me despedía de mi familia. Mi madre y mi padre nos seguían, pero Claire no dijo nada, iban silenciosos y abrazados en mi retaguardia. Llegamos a la costa y comprendí donde estaba. Aquella playa, Strawberry Bay. Claire se soltó y corrió a Jake, que la cogió al vuelo con algo más de torpeza de la que yo recordaba. Nunca había dudado cuando yo saltaba así sobre él. Nos acercamos lentamente hacia ellos mientras Claire le susurraba cosas a Jake. Quil desapareció ante la atenta mirada de Claire, mientras mis padres me abrazaban.


Quil volvió en su forma lobuna, mientras Claire reía y bajaba de brazos de Jake, saltando a lomos de su lobito, mientras Quil aullaba y desaparecía por el bosque dejando el eco de las risas de Claire.


-Deberías haberte despedido de Charlie… -dijo mi madre abrazándome-.


-Deberías haberte quedado allí… -mi padre puso un mechón de mi pelo tras la oreja-. Pero debí haber imaginado tu reacción… -hizo una mueca y miró a mi madre-. Es como tú…


-Ya… -los tres se reían, lo que me hizo sentir extraña. Jake cesó su risa y me miró mordiéndose los labios para evitar más risa. Pensé en Vanesa y mi padre cesó su risa mirándome malhumorado-. Tranquilo, he decidido reservarla a sólo momentos de real peligro… aunque deberíais dejar de tratarme así, o saldrá sin remedio alguno…


-¿Qué nos perdemos? –instó mi madre cariñosa-.


-Vanesa Wolfe… -la miré sonriente, mientras Jake me miraba algo perdido-. He descubierto que tengo un alter ego algo más… impulsivo y agresivo.


-¿Aún más? –Jake comenzó a reír pero mi mirada hizo que se reprimiera-. Vale, vale…


-La he bautizado así al recordar la última vez que… -no necesitaba más explicaciones, mi madre entristeció. Le mostré una imagen que había creado de ella-. Lo siento.


-No debes sentirlo, es bueno que conozcas todo sobre ti. Pero también debes saber que no esperaba que acabara siendo algo como lo que muestras… Prefiero que sigas siendo mi pequeña pateadora… aunque sé que eso cambiará.


-Nunca cambiará, mamá…


-Eso espero… -mi padre besó mi sien, haciendo un gesto a mamá, que me besó también-. Pasároslo bien… -Mi padre golpeó a Jake en el hombro y mi madre le abrazó-. Cuídala bien.



Volvieron a besarme y se marcharon corriendo, cogidos de la mano. Los observé, irradiaban felicidad pese a la inminente batalla. Unos brazos cálidos me rodearon y su mentón se apoyó en mi hombro, mientras inspiraba profundamente. Le miré curiosa.


-No es justo que hagas este tipo de cosas… ni siquiera has preguntado si quería estar aquí…


-Yo… -su cara parecía apenada-. Lo siento, creí que querrías algo especial, no sé… quería hacer algo diferente.


-¿Algo diferente? –Me giré y le enfrenté-. Explícate.


-No sé… tu tía ha insistido en que me arreglase y que preparase un plan estupendo, así que bueno, imaginé que tú habrías hablado con ella y que esto era lo que querías.


-Pero… -podía notar la sangre acumularse bajo sus mejillas-. ¿Esto es una cita?


-Bueno… -el color rojo predominó sobre su tostada piel-. Había pensado en algo así, pero si quieres podemos hacer como si no lo hubiera pensado…


-Jacob Black, no te reconozco… -me miró sorprendido-. ¿Desde cuando se lleva a una chica a una cita sin habérselo pedido antes? –Negué con la cabeza-. No es propio de un hombre decente.


-Discúlpeme, señorita Wolfe… -dijo riéndose y yo rodé los ojos-.


-¿Y ahora te burlas? ¡Vaya una cita!


-Perdona… -su tono se tornó cálido, amable… hizo que mi corazón se acelerara mientras rodeaba mi cintura con sus brazos-. Nessie… ¿Puedo invitarte a una cita?


-¿Qué tipo de cita? –Alcé las cejas, quería hacerle sufrir un poco-.


-¿Cómo que qué tipo de cita? –Me miró y rodó los ojos-. La típica primera cita… bueno, no tan típica… pero ya me entiendes…


-¿Una cita romántica?


-Sí, eso es.


-¡Jacob! –me alejé un poco y él se asustó-. ¡El helado!


-¿Qué?


-¡Que nos falta el helado! –Jake rodó los ojos y asintió acercándose a mí rodeándome de nuevo con los brazos-. ¿No has planeado nada mejor que un paseo por la playa?


-Calma, pequeña… siempre tengo todo controlado…



Besó mi frente y tomó mi mano, llevándome de vuelta al coche, donde me quedé sorprendida. Había extendido una manta de picnic en la arena, iluminado por los faros del coche que estaba aparcado en el límite entre el bosque y la playa. Había un par de velas en cada esquina de la manta, y otro par en el centro, donde también había dos copas y una bolsa. Le miré mientras él sonreía y me ofrecía ayuda para sentarme en la manta. Apagó los faros del coche y se sentó a mi lado, mientras yo le miraba embobada, algo que me hizo sentir ligeramente ridícula. Sacó los helados y una botella de zumo, lo que me hizo reír.


-¿Zumo? Esperaba champagne, o vino…


-Ya bueno, no quería saltarme demasiadas normas…


-¿Normas?


-Tuve que suplicar para que me dejaran traerte aquí… a tu padre y a tu tía Rose no les hacía ninguna gracia que te trajera aquí de noche, mucho menos sabiendo que era una especie de cita… -alcé las cejas-. Tu madre, Alice y Esme intercedieron, incluso Emmett y Carlisle. Jasper sólo me amenazó con su don…


-¿Te amenazó?


-Bueno… -hizo un gesto que me provocó curiosidad, así que como no se arrancaba a hablar husmeé en su mente. Pude ver cómo Rose le incriminaba por querer más que la cita, ya que había pedido llevarme a su casa a dormir. Rose decía que no estaba preparada para acostarme con él, así que él tuvo que especificar que no tenía intención de robarme mi virginidad. Tío Jasper le “sugirió” que más valía que fuera así… Me sonrojé y él me miró extraño. Asentí y le mostré que ya sabía lo ocurrido-. Pues eso.


-Ya veo… -me miraba divertido, seguramente por mi sonrosado tono de piel. Sirvió un poco de helado en un bol y me lo tendió, para después acariciar mi mejilla que parecía arder-. Gracias.


-Estás preciosa, por si no te había dicho nada… -mi sonrojo aumentó y él rió delicadamente. La brisa me hizo estremecer, aunque quizá fue su mirada-. Ven…


Hizo un hueco entre sus piernas, donde me acurruqué apoyándome en su pecho, mientras comía helado y miraba las estrellas. El olor a sal mezclado con el olor a bosque, con su olor… la luz de las velas y las estrellas, el contraste de la fresca brisa con su calor, su respiración en mi pelo… aquello me resultaba mágico.


Terminé mi helado y dejé el bol, volviéndome ligeramente para verle mirándome. Acarició mi pelo y me sumergí en su pecho, abrazándole y tumbándole hacia atrás, mientras una leve risa salía de su pecho. Me incorporé levemente, apoyándome en su pecho y le miré.


-Teníamos que hablar de algo –dijo algo serio-, ¿no crees?


-Yo no tengo nada más que decir. Te quiero, pero eso ya lo sabes.


-Y tú también lo sabes, nací para hacerte feliz… y no quiero hacer otra cosa en mi vida más que eso… ¿Estás segura de que quieres eso tú también?


-Nunca he sido totalmente feliz, sólo cuando tú estabas a mi lado. Me parece una tontería el no querer estar contigo… -rodé los ojos y le miré-. No hay nadie en el mundo, ningún ser que me haga sentir como tú, que haga que mi corazón se acelere de un modo inexplicable, que me haga sonrojar sólo con una mirada… -acaricié su rostro-. Que me haga perder la noción del tiempo como lo haces tú.


-¿En serio? –Asentí enérgicamente mientras él me miraba serio-. Me gustaría que pudieras saber cómo me sentí aquel día que vi tus ojos… me cambiaste la vida para siempre… sentí que alguien había escuchado mis ruegos, que alguien me había bendecido con tu existencia… -le mostré aquella canción, From this moment on… Él me miró sonriente y asintió, escuchando la letra de la canción-. Aquí es donde pertenezco… y daré todo lo que tengo para dar, sólo por ti, porque cambiaste mi vida y fui bendecido con esa sonrisa, esos ojos... lo supe entonces y lo sé ahora. Siempre serás la única a la que puedo amar, la única que necesito a mi lado… mi corazón no late bien si tú no estás conmigo, de la manera en que sea, me da igual.


-¡Shh! –alzó las cejas y sonrió, ya que siempre me cortaba así. Me acerqué a él y besé sus labios dulcemente-. Lo sé…


Me abracé a su pecho y le comencé a tararear levemente una canción, mientras él suspiraba al ver la canción en su mente. Besé su mandíbula, mientras él me miraba sorprendido. Lamí su rostro y comencé a reír, una risa juguetona que no supe muy bien de dónde salió. Él se comenzó a reír y comenzó a hacerme cosquillas, para después lamerme toda la cara como a veces hacía al estar en su forma lobuna. Me mordió después en el cuello, de un modo dulce y cariñoso, mientras yo reía de la misma tonta manera.


-Me encanta esa risa… -dijo besando la base de mi cuello-. No quiero dejar de oírla jamás…



Me reí de nuevo y salí de debajo de sus brazos, escapándome corriendo sin sentido alguno, mientras él se quitaba la americana y corría tras de mí. Lancé mi abrigo por el camino y él se quitó los vaqueros y la camisa, mientras me veía entrar en el agua corriendo y salpicando en su dirección.



-Lobo tonto… -negué con la cabeza, intentando enlazar mis palabras para que no se diera cuenta de cómo mis ojos recorrían su cuerpo medio desnudo-. Nunca serás tan rápido como yo…



Comencé a entrar en el agua, sin apenas notar el miedo. El agua comenzaba a mojar mi vestido, así que me lo saqué por la cabeza y se lo tiré a Jake a la cara, que alzó una ceja. Me sumergí entera y comencé a nadar de espaldas. Jake dio un par de pasos hacia detrás y miró a mi izquierda, donde había una pequeña roca. Le miré curiosa y comenzó a correr hasta allí, dando un salto con el que entró en fase y alcanzó la roca y otro más, cayendo al agua. Me quedé helada. Miré en su dirección, pero no le localizaba. Comencé a asustarme, hasta que algo me agarró por las piernas y me levantó.


-Niña tonta… -negó con la cabeza y me besó dulcemente en los labios-. Nunca llegarás a un sitio sin que yo vaya detrás –me besó de un modo que debería estar prohibido, mientras dábamos vueltas sumergidos en el agua, bañados por la luz de las estrellas-. Serás mi perdición, pequeña…


-Lo sé… -dije riendo de esa forma que le gustaba-. Mi tío te matará por hacer esto…



Jake torció el gesto. No era la primera vez que entraba en fase y acababa sin ropa, pero era distinto. Su ropa ahora estaba lejos, y yo estaba abrazándome a él en el agua, yo en ropa interior y él completamente desnudo. Si mañana sobrevivía a la batalla, no lo haría a la ira de mi familia. Me reí de nuevo y él me sonrió. Me besó de nuevo, aparentemente apenas le importaba qué ocurriría después, así que tampoco debía importarme a mí. Al parecer, no era la única que tenía impulsos extraños.



Estuvimos abrazados en el agua por largo rato, besándonos esporádicamente y sonriendo, siempre sonriendo. Comencé a sentir frío, incluso aferrada a él, así que me instó a salir del agua.


-No, estoy bien…


-Pequeña, estás temblando… -negué y él rodó los ojos-. Tu padre querrá matarme por esto, pero dudo que salgas del agua si no lo hago… -Suspiró-. Dame un minuto…



Se separó de mí, con un casto beso en la frente y comenzó a nadar hacia la orilla. Salió del agua y no podía creerlo, pero así era. Su cuerpo desnudo relucía bajo la luz de la noche, mientras andaba hacia el coche recogiendo ropas por el camino. Cuando pude reaccionar le seguí, mientras volvía con los vaqueros puestos y una toalla abierta para mí. Me tapó con ella y me abrazó, mientras caía alguna gota de agua de su pelo. Sonreíamos como tontos, mientras sus manos acariciaban mi cuerpo por encima de la toalla en un intento de secarme y calentarme.


-Será mejor que vayamos a casa, tenemos que dormir algo, no quiero que estés cansada mañana… -hizo una mueca triste-. Quiero que no te separes de mí para nada, a no ser que yo te diga lo contrario –negué con la cabeza-. Si las cosas se tuercen, te enviaré con Seth a Jenner, es el más rápido y dudo que ninguno de esos chupa sangre llegue a alcanzaros.


-No, no quiero dejaros… he venido para luchar con vosotros…


-Ness… no pienso correr ese riesgo. Vámonos a casa…



Le miré estática en el mismo sitio, mientras él apagaba las velas y recogía las mantas en el coche. Cerró el maletero y me miró apenado. Volvió a mi lado y me ayudó a caminar, metiéndome al coche. Durante el trayecto no paraba de mirarme, pero ninguno de los dos hizo mención de hablar. Aparcó frente al jardín de valla blanca, rodeando el coche para ayudarme a bajar. Me acompañó hasta mi cuarto y me besó en la frente mientras le miraba paralizada, por lo que suspiró y me besó dulcemente en los labios. Después me dejó sola en mi cuarto, como si nada hubiera pasado.


Entré a mi armario y me miré en el espejo, mi pelo estaba empapado. Me puse un conjunto rosa claro con encaje –regalo de tía Alice- y un pijama de pantalón largo en raso negro, con una camiseta de tirantes gris perla –regalo de tía Rose-. Me tumbé en mi cama, que estaba helada en comparación con el lugar en el que quería estar. Le oí desplomarse en su cama, así que me giré, mirando la puerta del balcón. Me sentía frustrada.


Tuve un impulso extraño, me levanté de mi cama y fui directa al baño. Miré mi aspecto, acomodé mi pelo ligeramente y mi escote, para después salir a mi cuarto. Me quedé parada en medio, sopesándolo. Era posiblemente la última noche que estaría con él, así que no quería pasarla durmiendo en otra habitación, no quería dormir a más de tres centímetros de él. Lo tenía claro.



Salí de mi cuarto y me paré en su puerta, la cual estaba cerrada. Escuché, quizá estaba enfadado por algo que yo hubiera hecho, o quizá simplemente estaba durmiendo… me daba igual. No iba a pasar esta noche en mi cama. Entré y le vi tendido en su cama, con los vaqueros y el torso descubierto, mirando el techo. Me miró alterado y se revolvió para ponerse de pie, hasta que noté que algo húmedo corría por mis mejillas. Me di media vuelta y me encerré en mi cuarto, pero él abrió la puerta rompiendo el pestillo y me abrazó, algo que hizo que algo en mi cambiara, otro impulso.



Le miré a los ojos profundamente, mientras el reposaba sus manos en mi cintura. Me acerqué a él despacio, besándole lentamente, saboreando sus labios. Sus manos se deslizaron por mi espalda, atrayéndome hacia él, haciendo mi beso más intenso, pero parándolo antes de que fuera a más.


-Siento si te he ofendido…


-No… -le acaricie-. No quiero que digas nada…


Volví a besarle, pero esta vez de forma más apasionada. Mi cuerpo se curvó ligeramente hacia atrás, mientras él me aferraba y besaba mi cuello y mi mandíbula. Dio tres pasos hacia delante, para parar y volverme a besar del mismo modo, haciendo que mi cabeza divagara sobre todas las posibilidades y sobre nada a la vez. Un sonido extraño salió de mi garganta, algo que provocó que Jake me cargara como lo había hecho en el aeropuerto, dejando mi rostro a unos centímetros sobre el suyo. Me miró de un modo que no podría explicar, serio. Me besó de nuevo de una manera urgente, como si necesitara de mis besos más que respirar. Me aferré a su cintura con mis piernas y mis manos sujetaron su rostro para que nuestros labios no se despegaran. Dio otros dos pasos y caímos sobre mi cama, mientras él acariciaba mi cadera y besaba ahora mi mandíbula, levantando mi cabeza mientras acariciaba mi pelo.


La sensación de notar sus labios en mi cuello, sus cálidas manos… abrí los ojos instintivamente, viendo mi habitación del revés y el cielo estrellado a través de la puerta del balcón. Él me miró divertido y se hizo a un lado mientras me besaba, pasó sus manos por mis muslos y sonrió de un modo extraño. Pasó su brazo bajo mis rodillas, para después levantarme de la cama cuidadosamente, dándome un beso rápido y tierno. Me sacó al balcón donde volvió a besarme del mismo modo que antes, haciéndome olvidar todo y emitiendo de nuevo aquel sonido extraño. Jake me tumbó en el sofá del balcón, mientras me besaba ahora más calmado.


Se sentó en el borde del silloncito mientras me miraba sonriente, besándome delicadamente cada pocos segundos. Mi corazón estaba frenético, al igual que mi respiración y la suya. Podía escuchar su corazón al mismo ritmo que el mío.



Estuvimos así durante al menos media hora, mirándonos y besándonos cada pocos segundos, dejando que nuestros corazones latieran más despacio ahora.


Se separó ligeramente de mí, acariciando mi pelo y sonriendo, siempre sonriendo. Yo observé sus ojos durante un periodo relativamente corto, pues su torso desnudo a la luz de la noche me distrajo por completo. Acaricié aquella extraña piel, oscura y bañada por una luz plateada. Él acariciaba mi rostro y mi pelo, apoyándose en el sofá con el otro brazo. Posé mis dos manos en su torso, para ascender a su cuello y acercarle a mí, pero parecía que ahora los besos que me regalaba no eran tan necesarios como antes, lo que me hizo sentir extraña.


Otro impulso. Me aferré a él, lo acerqué a mí todo lo que pude, le besé con ansia, acariciando su espalda y su pecho, buscando de nuevo esa ansia que no tardó en aparecer.


-Vas a hacer que realmente no sobreviva… -le miré medio enfadada-. Si no me muero esta noche, tu familia me matará mañana…


-¿Esta noche?


-Pequeña… -el tono de sus palabras me hizo enloquecer, y el beso que me regaló no me ayudó a centrarme en la conversación-. Haces que quiera romper todas y cada una de las normas que yo mismo me impongo…



Sus palabras me hicieron sentir pletórica, le besé de nuevo con más ansia si cabe, dejando a mi cuerpo seguir sus propios impulsos. Me senté sobre él, dejando que sus labios recorrieran mis labios y mi cuello sin rumbo fijo, de una manera completamente deliberada pero tierna.


-No me dejes sola esta noche, por favor… -le supliqué-.


-No podría…


Dicho esto, se levantó cargándome de nuevo, besándome sin parar en el trayecto del sofá a mi cama, donde volvió a tumbarme. El calor que desprendía su cuerpo era mayor del que pudiera imaginar, nuestra respiración era rápida y acompasada, a la vez, como los latidos de nuestros corazones.


Rodé y me situé sobre él, quitándome la camiseta ante su atenta mirada. Acarició mi vientre y mi cintura, y me tumbó a su lado mientras sus dedos cálidos acariciaban cada parte de mi cuerpo al descubierto, mandando pequeños escalofríos por cada zona que sus dedos rozaban. No pude evitarlo o no quise, pero le besé colocándome de nuevo sobre él, mientras él intentaba incorporarse. Le ayudé y acaricié su espalda con mis dedos, haciendo dibujos sin sentido en la cálida piel de su espalda, mientras él resoplaba besando mi clavícula. Rodé los ojos por puro instinto, otro extraño sonido salió de mi garganta, lo que hizo que él mordiera ligeramente la base de mi cuello. El extraño gruñido se acentuó, haciendo que mi espalda se arqueara bajo sus besos. Él me miró ligeramente sonriente, besando ahora el comienzo de mi escote. Sus cálidos dedos juguetearon con mi sostén, desabrochándolo finalmente mientras me tumbaba de nuevo bajo su cuerpo. No quedó un solo centímetro de piel al descubierto que él no besara.


Sus manos acariciaban mi cintura mientras besaba partes de mi cuerpo que nunca había conocido como si las conociera. Sus besos descendieron a mi vientre, lo que hizo que mi respiración enloqueciera y mi cabeza no dejara de pensar en cómo se sentía su piel contra la mía. Sus manos descendieron y con ellas el pantalón de mi pijama. Me incorporé y le tumbé bajo mi cuerpo, aprovechando la situación para intentar quitarle sus vaqueros, algo que me impidió rodando para ponerse sobre mí de nuevo. Su mano izquierda hizo una presa, sujetando mis muñecas en lo alto de mi cabeza mientras sus labios y su mano derecha se movían a su antojo por mi cuerpo. Me pareció completamente injusto, pero esa sensación no duró mucho cuando sus manos comenzaron a acariciar partes de mi cuerpo a las que nunca nadie había accedido.


Perdí la noción del tiempo, aunque no sólo del tiempo. Nada podía importarme, excepto sus besos y sus caricias. Mi cuerpo se estremecía de maneras que nunca había hecho, y mi pecho se quedaba sin aire cada pocos segundos. Me revolví y me puse sobre él, mordiendo la base de su cuello por una razón que no logré discernir. Una acción de la cual no pude preveer consecuencias.



Jake gruñó levemente, para después levantarme con él, llevándome hasta la cómoda, donde me sentó mientras yo seguía con mi mordisco. Una mano suya estaba en mi cadera y otra en mi nuca, por lo que aproveché y desabroché su pantalón sin que se diera cuenta. Mis pies intentaron ayudar a bajarlos, pero sus manos lo impidieron. Mi mordisco fue correspondido por otro en el lóbulo de mi oreja y caricias que deberían estar prohibidas. Mis piernas le acercaron a mí, pudiendo sentir la pasión en él y un ligero gemido saliendo de su boca. Su mano derecha pasó de mi cadera a mi muslo, dibujando ese recorrido una y otra vez, para después subir a acariciar mi pecho. Cerré mis piernas a su alrededor, lo que provocó otro impulso estúpido, cerrar más mis dientes. Su dulce sangre llenó mi boca, lo que me hizo enloquecer más aún, pero no solo a mí. Cargó conmigo de nuevo a la cama, respirando de un modo anormal contra mi clavícula mientras mi cadera se movía acompasada con la suya. Sin embargo él frenó, se giró dejándome morderle, sin oponer resistencia pero sin hacer nada más. No entendía su reacción, su pasión era evidente, su respiración seguía agitada, pero ahora incluso intentaba separarme. Dejé de morderle en ese mismo instante, preocupada por haberme pasado de la raya. Su cara se mostraba descolocada.


-Yo… -le miré asustada pero él me sonreía-. Lo siento…


-Ya puedes sentirlo… -dijo con su respiración agitada rodando sobre mí y dejándome a su merced-. Tu familia va a acabar conmigo como sigas haciéndome perder el control… -su sonrisa era extraña, pícara. Sus dedos jugaban con el encaje de la parte inferior de mi ropa interior-. Será mejor que nos limitemos a dormir cada uno en su cama, no quiero más complicaciones… -le miré atónita, mientras una sonrisa se dibujaba en su cara-. Tranquila, voy a tardar un poco más en marcharme a mi cama… Feliz cumpleaños -dijo mientras besaba formando una línea directa a mi ombligo-.



Los besos no pararon en mi ombligo, si no que siguieron mientras sus manos se deshacían del encaje y el resto de tela que cubría la poca parte de mi cuerpo que quedaba cubierta. Sus besos se perdieron más abajo de mi ombligo, y yo me perdí con ellos. Mi acelerada respiración apenas me dejaba coger aire y mi cuerpo respondía retorciéndose y emitiendo unos sonidos de lo que apenas era consciente hasta que dejaban de sonar. Una locura transitoria me hizo doblarme sobre mí misma, aferrar las sábanas y gritar de un modo del que seguro más tarde me arrepentiría, pero posiblemente fuera uno de los mejores regalos de cumpleaños que jamás haya existido. Tras ese sonido, mi cuerpo se quedó calmado, completamente extenuado y respirando con dificultad, pero de modo más pausado.


Apenas fui consciente de que Jake me metía en la cama y tapaba mi cuerpo completamente desnudo, desapareciendo por la puerta. Rodé apenas consciente de mi actos para ver de nuevo las estrellas y quedarme dormida en el mismo instante en que las vi.



Abrí los ojos y la noche comenzaba a aclarar. Un pánico enorme me invadió. ¿Había sido un sueño? Me levanté de golpe, dejando caer las sábanas y viendo mi cuerpo desnudo. Me miré al espejo y la única muestra de realidad, además de mi desnudez, fue una ligera marca en mi cuello.


Cogí el pijama y me lo puse sin más, saliendo aún a medio vestir al pasillo. Su puerta estaba abierta, él tumbado en la cama con un pantalón distinto al que había visto antes. Una de las maderas del pasillo crujió cuando me retiraba, lo que hizo que se incorporase de un salto gruñendo. Me asustó.


-¡Perdona! –Hizo un gesto con las manos, aún temblando-. Pensaba que… bueno, que atacaban… ¿estás bien? –Asentí algo paralizada. Él se relajó y me sonrió-. ¿Un mal sueño?


-No… -reprimí una sonrisa-. Un mal despertar… ¿Me haces un sitio en tu cama?


-Ness… -suspiró-. ¿Acaso tienes que preguntar? –su sonrisa me hizo enloquecer y me hizo un gesto con la mano para que me tumbara. Pero otro impulso hizo que saltara hacia él, siendo recogida por los brazos del hombre más maravilloso del mundo, que ronroneaba en mi cuello-. Feliz cumpleaños. Te quiero pequeña.


-Y yo… -le miré sonriente y le besé tiernamente-. Te amo y siempre lo haré.


-Hum… -me besó tiernamente y sonriendo-. Parece que estás de buen humor… -alzó una ceja-. ¿Quieres comer algo antes de dormir?


-No… -mi estomago se encogió-. Bueno, quizá sí…



Jake se echó a reír y me bajó al suelo, dándome una ligera palmada en el trasero al pasar a mi lado, algo que me dejó fuera de lugar. Seguí otro impulso más, saltando sobre su espalda y besándole en el cuello, pudiendo observar ahora la marca de mi mordisco. Me sentí mal, pero él consiguió distraerme. Saltó todo el tramo de escaleras de una sola zancada, mientras reía al ver mi cara de susto. Me sentó en la encimera y abrió la nevera, tendiéndome un zumo y sacando un bol de helado.


Fue divertido verle comer como un niño pequeño, rebosante de felicidad por comer helado, por lo que me reí de él por ese hecho.


-No es por el helado… -dijo apoyándose a mi lado-. Es por estar comiendo helado contigo, ahora, a estas horas, como si fuera un día completamente normal, como si nada importase excepto nuestras necesidades… -me besó tiernamente-. Perdona si mi felicidad te molesta…


-Para nada… -le besé del mismo modo-. Me encanta estar en la cocina del mejor hombre del universo, me encanta que siempre tenga helado y zumos…


-¿La cocina del mejor hombre del universo? –dijo pagado de sí mismo-.


-Bueno, dejémoslo en el mejor hombre de la casa…


-Me conformo con ser el único hombre de tu casa… -dijo ahora algo más serio-. Porque esta es nuestra casa, es tu casa… -le miré sorprendida, mientras él bebía a morro del cartón de la leche-. Siempre lo ha sido, así que no digas que sólo es mi casa, porque esta casa sin ti, no tendría sentido alguno…


-Jake… -le besé tiernamente, recreándome en el relieve de sus labios. Me alejé algo asqueada, y él me miró raro-. Odio la leche…


-Ya… -se puso frente a mí y me besó, obviando mis palabras-. ¿Estás segura de odiar tanto la leche? ¿Vas a rechazar mis besos por eso? –Torcí mi cabeza con una mueca de duda-. ¿En serio?


-No sé… -pasé mis brazos alrededor de su cuello, mientras él posaba sus manos en mis muslos-. Quizá… -jugué con su pelo-. ¡No!



Le besé mientras ambos reíamos, nos abrazamos durante un instante mientras me daba una cucharada de helado. Intenté besarle pero él se apartó ligeramente para darme una galleta ahora. Le miré atónita y él me indicó que me la comiera. Después de morderla me besó, lo que me hizo pensar que intentaba alimentarme por mi propio bien… como a una niña. Rodé los ojos y él se echó a reír.


Me terminé la galleta mientras él posaba sus manos en mis muslos, mirándome feliz, pletórico. Me acerqué a él y le besé de nuevo. Los besos tiernos pasaron a unos besos ligeramente más apasionados, hasta el punto en el que me subió rápidamente a su cuarto, tumbándome sobre la cama. Me besó intensamente, para luego disminuir la intensidad de los besos llegando a los tiernos de nuevo.


-Deberíamos dormir. En serio.


-Vale… -estiré la “a”, mostrando mi aversión al plan. Él me miró curioso y riendo-. ¿Qué?


-Nada… -le miré frustrada-. Que no debí haber ido antes a tu cuarto.


-¿Por? –mi cara ahora mostraba miedo, posiblemente se arrepentía de lo que había pasado o esperaba que fuera más, las dudas comenzaron a apoderarse de mí, mis nervios se descontrolaron-.


-¡Eh! –Pellizcó ligeramente mi nariz mientras me sonreía-. No me arrepiento de nada… deja de pensar todas esas cosas… -le miré dudosa-. Me ha encantado todo lo que ha pasado, me has dejado ver casi constantemente cómo te sentías, igual que ahora. Sólo que mi regalo iba a ser un desayuno en condiciones, pero ahora creo que va a ser un regalo penoso, en comparación a lo que has imaginado…


-Yo… -me sonrojé ligeramente-.


-Tranquila… -me besó dulcemente-. Tendrás tu desayuno de todas formas… -sonreía, algo que me agradó-. Pero ahora debemos dormir…



Me acomodó en su pecho, y yo me aferré a él lo máximo que pude. Si no fuera por la estúpida batalla, posiblemente sería el mejor cumpleaños de mi vida. Una cita con él, sus besos, sus caricias, dormir y despertarme con él, desayunar juntos… como si nada más importase ahora.



Desperté abrazando una almohada ligeramente cálida, impregnada con su olor. Bajé las escaleras con cuidado, pero seguro que él ya me había oído, aunque parecía no inmutarse de mi presencia mientras cocinaba. Le abracé por la espalda, aferrándome a sus hombros. Él besó mis manos.


-Buenos días, pequeña. Feliz cumpleaños.


-Gracias… -le abracé más fuerte-. Te quiero.


-Y yo a ti… -besó de nuevo mis manos-. He preparado zumo, tostadas y estoy terminando la tortilla… -miré la mesa, llena de frutas y una jarra con zumo, un plato con tostadas y mermelada de mora, mi favorita. Pero las flores, flores silvestres de varios tipos mezcladas con verónicas blancas, me hicieron sentir de un modo especial, lo cual le mostré-. Me alegro que te gusten las flores. Vamos…



Soltó mi presa cariñosamente, besándome de forma tierna y llevándome de la mano a la mesa, mientras cargaba en la otra mano los platos con la tortilla. Me fijé en el reloj de la cocina, las nueve y media de la mañana. Quedaba poco tiempo, lo que me puso ansiosa.


-¿Cuándo?


-A media tarde… hemos quedado en el taller a las doce, para estar preparados. Aún podemos dormir un poco, si quieres…


-No, dudo que pueda dormir. Me gustaría ir de caza antes… -él asintió y nos quedamos en silencio durante un rato, hasta que algo captó mi atención-. ¿No tomas leche?


-No, hoy no… -sonreía ante mi observación-. Será mejor que vayamos pronto de caza, no quiero correr riesgos.



Terminamos de desayunar y me puse unos vaqueros y un jersey, no quería perder tiempo ahora en ducharme, debíamos ir de caza cuanto antes. Me alimenté mucho, quizá demasiado, pero iba a necesitarlo. Llegamos a casa antes de las once, por lo que me sentí extraña, muy nerviosa.


-Voy a llamar a mi padre… quiero saber cómo va a ir la cosa… -él asintió y me abrazó, pero le mostré que estaba demasiado nerviosa como para tenerle a mi lado mientras hablaba con mi padre-. Lo siento…


-No, no pasa nada. Iré a prepararte un baño, así quizá puedas relajarte un poco…


-Gracias…



Mi padre me explicó que Alice estaba desquiciada por no poder ver nada, pero que no debía preocuparme. Aún así, su tono no me consolaba del todo. Mi madre comenzó a preguntarme por la cita, algo que me hizo ponerme a recordar y perder el hilo de la conversación.


-Mamá… mejor no preguntes.


-¿Algo ha ido mal?


-No, al revés… -suspiré-. Estuvimos en la playa, nos bañamos… nos reímos. Volvimos a casa, nos besamos, nos besamos…


-¿Sabes? Creo que de momento no quiero saber nada más… No me apetece querer arrancarle la cabeza mientras le cubro…


-Mamá… -pude oír algunos gruñidos-. No ha roto la promesa que le hizo a papá y a Jasper, ¿vale? Así que diles que se tranquilicen… -miré a las escaleras, Jake ponía cara de “menuda se me va a venir encima”-. No quiero regalos, sólo que respetéis mis decisiones, ¿vale?


-Intentaré convencerles, cariño, lo prometo.


-Te quiero mamá…


-Y yo a ti, mi vida. Feliz cumpleaños…



Colgué y suspiré, mientras Jake estaba parado en el último escalón, con cara de circunstancia, lo que me hizo reír.


-¿Ya está mi baño? –Asintió e hizo un gesto caballeresco para que subiera por las escaleras, pero antes de que subiera el segundo escalón, me cogió por los aires-. No tendrá propina por el transporte, caballero…


-No la quiero… me sirve con el placer de llevarla… -los dos nos sonreímos y me bajó en la puerta de su baño. La bañera estaba llena de espuma y pétalos, varias velas y un aroma a bergamota delicioso-. ¿Te gusta?


-Por supuesto…


-Disfrute de su baño…


-¡Espera! -Le abracé y él me correspondió. Le miré fijamente y le besé, intentando quitar su camiseta-. Quédate…


-Ness… -tuve que usar bastante fuerza para quitarle la camiseta, pero lo conseguí-. Nessie…


-¡Shh! Báñate conmigo…


-Ness… -desabroché sus vaqueros-. Me van a matar si lo hago.


-No… -le besé y me quité la camiseta-. Porque yo quiero que te bañes conmigo… -le besé de nuevo-. Por favor…


-Pequeña… no me hagas esto… -me miró especulativo mientras me quitaba mis vaqueros sonriente, él simplemente intentó hablar, pero no pudo-.


-¡Venga! –Me aferré a su cuello-. ¿Por mi cumple? –Puse carita triste, mientras él negaba-. ¿Por favor? –Sus manos acariciaban mi espalda mientras parecía dudarlo-. ¿Sí?


-Pequeña… -suspiró y le besé-. Yo…



Parecía que iba a rendirse, así que no le di opción, cerré la puerta del baño mientras le besaba y conseguí mi objetivo. El agua estaba tibia, pero con él dentro el agua se tornó casi tan cálida como él. Sus brazos me protegían, mientras el agua se movía levemente creando un efecto relajante en mí, mientras Jake jugaba con mi pelo y me miraba feliz.


-¿Sabes? –le miré curiosa-. Me da igual que quieran matarme… no hay nada que pueda eliminar la felicidad que crea verte aquí conmigo, entre mis brazos… -me retorcí para besarle-.


-Lo sé… no cambiaría esto por nada del mundo…



Estuvimos una media hora allí, en la bañera, abrazados y besándonos cada pocos segundos. Estábamos completamente relajados, pero alguien llamó a la puerta. Jake y yo hicimos una mueca, así que me hice a un lado para dejarle salir, algo que no quería hacer, pero ver su cuerpo empapado y desnudo mereció la pena. Me mordí el labio mientras se cubría con una toalla, lo que hizo que sonriera. Se acercó a mí y me besó.


-Eres lo más precioso que hay en el mundo.


Besó de nuevo mi frente y desapareció por la puerta. Dejé que el agua fría corriera por mi piel, mientras oía a Seth reír como un bobo en el piso de abajo. Me puse mi ropa interior y el albornoz y me decidí a salir. Craso error.


Jake subía por las escaleras seguido por Seth, que me miró con la boca abierta. Me sonrojé y me escondí rápidamente en mi cuarto, odiando el momento en el que Jake decidió preparar el baño en su cuarto de baño. Entré a mi armario y busqué algo apropiado para ponerme. Unas mallas grises y una camiseta rosa, con unas deportivas que combinaban ambos colores. Recogí mi pelo en una coleta alta y me dispuse a salir, cogiendo aire antes de abrir la puerta de mi cuarto. La puerta de Jake estaba cerrada, así que resoplé y me dispuse a abrirla y escuchar los cachondeos de Seth.



Y allí estaba Seth, tumbado en la cama viendo como mi Jacob se ponía los vaqueros cortos. Jake aguantó la risa, así que Seth hizo lo mismo y levantó las cejas a punto de estallar a carcajadas.


-Feliz cumpleaños, Nessie… -Seth parecía divertido-.


-Gracias… ¿Estáis listos?


-Sí… -miró a Seth como aviso-. ¿Algo que decir o preguntar antes de irnos?


-Bueno… -me miró y algo en mi mirada le hizo cambiar de opinión-. Creo que no. Se supone que no he visto nada, ¿cierto?


-Es que no has visto nada, Seth… -alcé los ojos-. Y no creo que le haga gracia a mi padre que pienses en cómo accidentalmente me has visto por el pasillo en ropa interior… -Jake aguantó una carcajada-. Así que será mejor que lo dejes estar…


-¡Vaya! –Miró a Jake alzando las cejas-. ¡Menudo carácter!


-Será mejor que no la hagas enfadar… o posiblemente acabe mordiéndote…


-¿Cómo a ti? –Señaló la marca de Jake, no era raro que le hubiera dejado cicatriz, mis mordiscos, cuando eran profundos, dejaban marca por unos días, a veces semanas-. Será mejor que te pongas una camiseta esta vez…


-No… -Jake me miró asombrado-. No es la primera vez que le muerdo… así que no tiene más importancia, no se la des.


-Bueno, entonces estamos listos…



Salimos de casa dispersos, cada uno por un lado. Pero al pasar la valla el roce de Jake provocó una descarga por todo mi cuerpo. Inconscientemente, de camino al taller me iba acercando a él, algo que se acentuó al percibir los efluvios de mi familia y amigos dentro del taller. La manada esperaba fuera. Todos se acercaron a mí, abrazándome y felicitándome. Hicieron un círculo, aunque dudo que lo planearan así.


-Sam… -Jake se puso serio de repente-. Debéis ceñiros al plan lo máximo posible, será mejor que permanezcáis ocultos, alejados del resto. Seth, llama a tu hermana y dile que mande a Collin hacia el norte. Quiero que os pongáis en posiciones ya, mientras Brady se marcha al sur… -Brady bufó-. Tu misión va a ser mantener en conexión a toda la manada, Leah debe entrar en fase mientras está cerca de la casa de Jenner, Collin debe permanecer en la frontera sur de Oregón, y tú, Brady, en la frontera norte. Andar con cuidado, hermanos.



Seth llamó a su hermana, entrando con nosotros mientras los chicos bordeaban el taller y Brady se dirigía al sur. Todos aquellos vampiros, de ojos dorados y rojos, se volvieron ante mi llegada. Todo preparado aparentemente para una fiesta, mi fiesta de cumpleaños. Mi familia me felicitó, me abrazaron y me alentaron esperanza. Todos parecían despreocupados por la batalla, incluso Jacob. Jasper me mandó un mensaje sutil, debía relajarme. Ya habían planeado todo lo posible, no podían estar todo el tiempo pensando en lo que iba a pasar después… Carpe Diem, o algo así.



Disfruté de la comida preparada por Esme, al igual que los chicos que estaban fuera del taller. Seth puso música para aderezar la fiesta, poniéndome a mí histérica… ¿Montar una fiesta antes de una batalla? Y luego era yo la loca por venir hasta aquí con ellos… Suspiré.


-Pequeña… -sus manos se posaron en mis caderas, sus labios muy cerca de mi oído-. Han preparado todo lo que ves por ti… pero de todos modos se merecen disfrutar un poco, ¿no crees? –Miré hacia el descampado, Claire y Quil bailaban en un improvisado círculo que había formado la manada, la niña parecía feliz al acaparar toda la atención-. Ha pasado muchos días sin poder disfrutar de su lobito… al igual que su lobito de ella. Se lo merece.


-¿Tú y yo también lo merecemos? –Acaricié sus brazos cogiendo sus manos y juntándolas a la altura de mi ombligo, recordando inevitablemente las caricias que me había regalado-. No es nada justo… -giré mi cara levemente, teniendo sus labios a escasos centímetros de los míos-. Quiero disfrutar todo lo posible de mi cumpleaños.


-Lo harás después de la batalla –La voz de mi padre sonó mucho más imponente de lo que habría imaginado, haciendo que Jake se irguiese y se alejara de mí, pero sin deshacer nuestro abrazo-. No estoy para nada contento con vuestros recuerdos, aunque bien es cierto que no rompiste la promesa, poco te faltó… -su mirada amenazante me daba miedo, aunque Jake parecía estar preparado para soportar lo que fuera. Daría lo posible por poder explicarle que fue lo que yo quería-. Ya, lo sé, pero no quiero verlo así. Así, ni de ninguna manera. Evitad los recuerdos, por favor, al menos regálame eso a cambio.


-¿Qué me pierdo? –Mi madre abrazó a mi padre dulcemente, mirándome contenta-.


-Creía que estabas cubriéndole…. –la miré de modo acusador-.


-¡Oye! –Mamá me miró sorprendida-. Que llevo toda la mañana cubriéndole…


-Ya, pero has obviado a Seth… -Papá torció el gesto-. Y a tu propia hija, que tiene unos recuerdos muy… descriptivos –Jake se paralizó más aún ante la conversación, pude notar que sus manos caían a plomo y me hubiera soltado de no estar aferrándolas yo-. Simplemente evítalos, por favor.


-¿A cambio de qué? –Jake me miró confundido y yo me encogí de hombros. Mi padre bajó la cabeza y mi madre sonrió-. ¿Bells?


-Bueno, ya hace tiempo que tenéis nuestra bendición, sabes que hace mucho tiempo estuve dispuesta a entregártela… pero ahora es distinto… y él va a hacer lo posible por entenderlo. A cambio os pide eso…



Jake me miró serio y después a mi madre. Ella sonreía, aunque mi padre torcía sus labios en gesto de disgusto. Jake y mi madre intercambiaron unos guiños que no entendí, hasta que imaginé que le había quitado su “escudo” para mostrar algo a mi padre, que cambió a un gesto de sorpresa.


-Pero guárdame el secreto… -Jake suspiró-. Por favor


-Lo haré… ahora disfrutad de la fiesta, aún tenemos un par de horas para hacerlo…



Mi tía Alice vino hacia mí, más bien revoloteó, sería un término más apropiado. Jasper me miraba con gesto de disculpa, mientras cogía las manos de Jake sin ningún tipo de pudor y las separaba de las mías, para arrastrarme con ella hacia la sala de reuniones. Me quedé muy sorprendida al ver aquella sala, con un proyector donde podía ver la casa de Jenner. No sabría muy bien si decir que me preocupé o me alegré de ver que el grupo había aumentado. Creo que me disgusté más que otra cosa. Los chicos, Ryan y Kevin, habían decidido ir a ver a Darlene con Casandra y Wanda, pues al parecer Kevin había notado a su mejor amiga demasiado ansiosa… ¡Genial!


Lo peor de todo es que mi familia estaba de acuerdo en eso… El caso es que estaban todos, con gorritos de fiesta y matasuegras incluidos… “Felicidades” gritaron al unísono, mientras los matasuegras sonaban y parecían dispuestos realmente a una fiesta. Estuve allí, disfrutando de su compañía por video-llamada durante al menos media hora. Después salí a la estancia principal del taller, donde Marta, Giselle, Edith y Erica bailaban despreocupadas, al igual que Maggie, Siobhan, Liam y Félix.


Mi familia disfrutaba en la fiesta, algunos dentro y otros fuera con la manada. Alice seguía revoloteando de un lado a otro, aparentando una excesiva felicidad que percibí como falsa, algo que Jasper me confirmo con una ligera mueca casi imperceptible.


Mis padres charlaban animadamente con Seth y Jake, mientras los chicos hacían el gamberro ante los aplausos y risas de la pequeña Claire.


Realmente todos parecían ajenos a la proximidad de la batalla, algo que me irritaba en cierta manera y me asustaba. Mi madre se acercó a mí agitando una mano, donde llevaba el móvil, sacándome de mis cavilaciones.


-Es tu abuelo, quiere felicitarte…


-¿Abuelo?


-¡Nena! ¡Felicidades!


-Abuelo, yo… te debo una disculpa… lamento haberme ido así, pero…


-Tranquila… lo entiendo. No estoy enfadado, para nada. Sue y yo estamos pasándolo bomba… -su tono no me convencía, pero intenté creerle y esperaba fervientemente que eso fuera así-. Es como una especie de luna de miel… Sólo quería felicitarte, nada más. Te paso a Sue, quiere hablar contigo… Te quiero.


-Lo sé… y yo a ti, abuelo.


-¿Ness?


-Hola Sue…


-Hola, cariño. Espero que pases un día genial… aunque ya sé que no tan bueno como debería ser… ojala tengas un regalo estupendo que nos beneficie a todos, ya sabes… Feliz cumpleaños.


-Espero que realmente lo paséis bien en Nueva York… espero que cuides de mi abuelo, yo intentaré hacer lo mismo por el resto de la familia.


-Diles que les quiero. Aunque ya deberían saberlo…


-Lo prometo Sue, lo prometo.



Colgué el teléfono y miré a mi alrededor. Todo el mundo disfrutaba, aunque la mayor parte de ellos me miraban preocupados. Sobre todo cuatro pares de ojos que no paraban de mirarme preocupados en exceso y me hacían sentir culpable por estar sentada encima del capó de un Chevrolet, aguando la fiesta al resto. Seth me guiñó un ojo, intentando sonreír, mientras mamá y papá se miraban de un modo que no podría definir, como si ambos supieran que ésta iba a ser la última de nuestras reuniones. Pero la peor mirada era la de Jake. Esa mirada apenada, con esa sonrisa falsa… el gesto que más odiaba en su rostro.


Algo hizo contacto en mi cerebro, algo que me dio una extraña sensación de festividad. Me levanté de un salto del capó y corrí hacia él, acurrucándome en aquellos brazos tan cálidos, sin preocuparme de las miradas de los demás.


Mi madre sonreía, Seth reía a carcajadas y mi padre… bueno, no gruñó, algo con lo que me conformé. Alcé la mirada para ver los ojos del hombre que más amaba mirándome, aquella tristeza había desaparecido casi por completo, dando paso a una mirada que me hizo sentir colmada de amor.



Ese fue el comienzo de mi breve conflicto interno. No despegué mis ojos de esa mirada, pero pude notar como la fiesta se paraba casi por completo escrutando mis actos. La mano de Jake acariciaba delicadamente la curva de mi espalda, así que intenté evitar aquellos recuerdos que iban a torturar a mi padre por la eternidad. La eternidad… ¿Finalmente tendríamos esa oportunidad? Una imagen que había visto, de esas que no habían sucedido todavía… el cuerpo de Jake sin resquicio de vida. No podía dejar que mis ojos vieran tal cosa, no me lo podría perdonar. Antes moriría yo. Apenas quedaban unas horas para la batalla, pero sus ojos seguían colmándome del amor que me había regalado durante tantos años.


¿No iba a ser capaz si quiera, de regalarle un beso ahora? ¿Después de todos los que él me había regalado? ¿Después de todos los que ya nos habíamos negado? Me acerqué levemente a él, poniéndome de puntillas para rozar sus cálidos labios. El beso fue dulce y tierno, como todos los que él me regalaba. Nos separamos despacio, mirándonos y sin importarnos que la atmósfera había cambiado a una repentina tensión. Su nariz rozó la mía y suspiramos. Nunca me hubiera imaginado las consecuencias de aquel acto.