Capítulo XL: Toda una vida.

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Las imágenes que acababa de ver pasar en mi estado de sueño profundo no paraban de pasar a cámara súper rápida por mi cabeza. Pero la última imagen me torturaba. Su cuerpo en la hierba sonriéndome, asfixiado por la ponzoña que invadía su cuerpo y que intenté quitar en vano. Pude notar las manos de mi familia acariciarme el rostro y los brazos, apretarlos de un modo que me recordaba a los consuelos que me daban cuando perdí a Allison y a mis amigos. De nuevo sufría por la pérdida de un amor, de una amistad… la pérdida de toda una vida con él, la pérdida de toda mi vida.

Podía oírles hablar de los intentos de Carlisle por salvarlo, aunque mi padre insistía en que todo lo que estaba haciendo era en vano, su corazón no latía y su mente no funcionaba, al menos él no veía nada en ella.


La idea de haberle perdido, de que hubiera dado su vida por mi causa, vida que había puesto en riesgo por mí en tantas ocasiones… era algo que debía haber previsto. Pero nunca creí que en verdad ese sueño fuera a ser real, nunca pude imaginar que algo tan horrible pudiera pasarle a él.


Comencé a pensar en todas las cosas que habíamos dejado sin hacer, tantos besos que habíamos evitado darnos, tantas cosas que habíamos guardado por hacer y decir…


Comencé a imaginar qué hubiera pasado si no hubiera tenido lugar la batalla, qué hubiera pasado si él no hubiera frenado su pasión. Mi padre gruñó levemente pero me dio igual, simplemente quería imaginar cómo hubiera sido hacer el amor con él. Cómo hubiera sido mi boda con él, nuestra luna de miel… la posibilidad incluso de tener hijos con él, de ver a un Charlie deprimido por ser bisabuelo…



Comencé a recordar sus besos, cómo mis ojos habían recorrido su cuerpo desnudo antes de que se metiera en la bañera conmigo. Lo bien que me sentía siempre rodeada por sus musculosos brazos y el ritmo de su corazón cuando me tumbaba sobre su pecho. Cómo acariciaba mi cuerpo, cómo me besaba aquella misma mañana.

No podía ser verdad, no podía creer que todo aquello que había pasado ahora nunca más volviera a repetirse, que sus brazos nunca más me rodeasen, que sus labios nunca más volvieran a besarme, que sus manos nunca más volvieran a acariciarme… odiaba el hecho de pensar que nunca podríamos disfrutar así el uno del otro, que nunca sentiría aquello que tanto adoraba Darlene, que nunca podría compartir mi amor con Jake como ella lo había compartido en más de una ocasión con Seth.



Una mano cálida tocó mi rostro, pero no tan cálida como hubiera querido. Abrí los ojos por pura cordialidad, sabiendo que viera el rostro que viera no sería el que realmente quería ver. Darlene lloraba a mares, me acariciaba mientras se arrodillaba al lado de mi cama, pudiendo ver a Seth desde la puerta de un modo que nunca había visto. Las lágrimas de Seth fluían a menor ritmo que las de Darlene, pero no por eso eran menos amargas. Parecía temeroso de acercarse, frustrado.


-Lo lamento… debí haber vigilado mejor… No llegué a ver que Adam desapareciera, acudí rápidamente al ver en la mente de Jake la emboscada de Adam, pero le mordió justo cuando yo llegaba. Toda la manada recibió una última orden antes de que él saliera de fase, debíamos acabar con él antes de que escapara, debíamos dejarle allí y atacar a Adam… -Seth resquebrajó el marco de la puerta con su puño-. ¡Me prometió que no había sido nada, que todo iría bien!



Me levanté de un salto y me aferré a él, sus brazos eran cálidos, parecidos a los que siempre me consolaban. Pero no era su olor, no era él… Darlene se unió al abrazo, quedando los tres al pie de mi cama llorando mientras papá y mamá nos observaban desde la puerta. Si mamá pudiera llorar, tenía claro que lo estaría haciendo a mares…


Unos repentinos aullidos se oyeron de fondo, Seth se incorporó y salió corriendo mientras mi padre parecía sorprendido por algo.


-No puede ser… -me incorporé y me aferré al rostro de mi padre, que me miraba con ojos desorbitados-. Ve con ellos –se limitó a decir-.



Salí corriendo, siguiendo el rastro de Seth que había salido por el estanque de la cabaña y metido de lleno por el bosque. Varios efluvios distintos se colaron en el mismo camino, todos menos el suyo, pero ahí estaba. Me quedé estática, mirando aquella mancha difusa que parecía tener su forma. Todos los lobos hicieron un semicírculo alrededor de aquella especie de espectro, doblando sus patas delanteras a modo de reverencia ante aquella extraña figura. Pude ver que hacía mención a hablar, aunque yo no podía oírle, tenía claro que los lobos sí, ya que algunos aullaron otros se lamentaron y Seth gruñó, se volvió hacia mí y se hizo a un lado, dejándome espacio entre él y Embry. Usé el don de mi padre, posando la mano sobre Seth sabiendo que el contacto físico con él mejoraría la potencia de mi poder. Su voz sonaba en la cabeza de Seth como siempre la había recordado, por lo que me dejé arrastrar por la psique de la manada.


-Seth no debería estar aquí, lo sabes. Solo vas a hacer que sufra más, sé que tu intención era que yo la viera, pero sólo puedo veros a vosotros y por vuestras posiciones, ni siquiera puedo ver que estáis en fase…


-Pero tú… estás como si estuvieras aquí realmente, eres tú… -Seth imploraba-.


-Lo sé, me lo dijeron…


-En serio… ¿en serio pretendes que crea que los ancestros te han pedido que regreses para eso? –Leah bufó-. Podríamos haberlo solucionado entre nosotros… sabemos que Sam…


-¿Es que nunca vas a dejar de hablar? –Jake parecía reír-. ¿Ni aún con tu hermano muerto intentando comunicaros algo más importante de lo que creéis?


-No le veo la gracia –Quil estaba furioso-. Si puedes manifestarte así, puedes volver a tu maldito cuerpo…


-No veo la razón de que ahora quieras irte –Embry tenía tono de reproche-. Siempre hemos sabido que odiabas ser el alfa, pero no hace falta que regreses como tal, simplemente regresa.


-¿Acaso no has pesado en tu hermanas? ¿En tus sobrinos? –Paul miró en mi dirección-. ¿En la propia Nessie que tiene que sostenerse sobre Seth?


-Rebeca quiere que estés ahí cuando nazca Hilda, ya ha perdido a vuestro padre y a vuestra madre… –Embry seguía con el mismo tono- ¿ahora tú?


-Hilda tendrá amigos de su edad…


-¿Es eso? –Jared parecía frustrado-.


-Jared… -Jacob suspiró-. Deberá llamarse Jonás. Pero aparte de eso, los ancestros no pueden pedirte nada más… sin embargo hay alguien que debe dar parte de su vida hasta que la manada vuelva a formarse, ésa es la razón por la que me han permitido volver…



Me quedé estática. Seth se levantó de su posición y me guió con su cabeza para que subiera a su lomo y así lo hice. Salió corriendo pudiendo oír las voces en su cabeza que le pedían que regresara, pero ninguna tan fuerte como para que se sintiera obligado a hacerlo. Llegamos a aquella casa, la casa en la que tantas veces había estado y en la que mejores momentos había vivido. Bajé de Seth y él salió de fase sin preocuparse de nada más que de sostenerme y mirarme fijamente a los ojos.


-Había una leyenda, una leyenda que mi padre me contó cuando era un crío y que nunca creí, pero que ahora he recordado y no puedo dejarla correr. Me contó algo sobre uno de nuestros ancestros, una de las veces que dos guerreros de la tribu abandonaron su cuerpo. El cuerpo del guerrero estaba en lugar sagrado, pero su espíritu estaba lejos, aparentemente desconectado por completo de su cuerpo. Pero su segunda esposa corrió al lugar sagrado ante la inminente necesidad de tenerle cerca, pues su padre había fallecido –le miré sorprendida, no entendía a dónde quería llegar con todas esas historias que solían contar en las reuniones y se lo mostré-. Ness, lo que quiero decir es que todas las historias tienen algo de verdad. Si su espíritu es visible para nosotros, es porque en parte sigue ligado a su cuerpo, pero no lo encuentra. Aquella leyenda viene a decir que la llamada de la segunda esposa hizo volver el espíritu a su cuerpo y que ése fue el último viaje que realizó, ya que los abandonó a petición de su esposa.


-Pero ningún guerrero dejó de hacer viajes por la esposa…


-Sí, claro que sí. El mismo Taha Aki dejó de viajar por su tercera esposa… -me miró haciéndome ver lo obvio. La tercera esposa era la imprimación de Taha Aki-.


-Pero si regresa… ¿dejará de convertirse?


-No lo sé, no hay forma de saberlo más que haciéndole volver. Tienes que demostrarle toda la angustia que sientes, que le necesitas contigo… ¡hazlo! Aullaré cuando el espíritu desaparezca.



Dicho esto Seth salió corriendo y entró en fase. Yo me quedé estática, pudiendo captar el efluvio de mi abuelo dentro de la casa y un olor distinto que no lograba identificar. Era un olor extraño, como el de los hospitales. Rodeé la casa y entré por la puerta principal, pudiendo ver a mi abuelo en la habitación de abajo con varios aparatos conectados y marcando el pulso cero del cuerpo sin vida de Jake. Me agarré al sofá para no caerme, mientras mi abuelo dejaba una bolsa con sangre colgando de un enganche metálico.


-No tienes que pasar por esto. Márchate.


-No abuelo… debo quedarme…


-Ness… -mi abuelo me miraba preocupado, mirando el cúmulo de bolsas de sangre que había allí-. No tienes porqué hacerte esto, él no querría que tú sufrieras mientras intento ayudarle.


-Abuelo… debo estar con él, a su lado… -pude ver que el rostro de mi abuelo se contorsionaba para formar una negativa-. Si fuera la abuela, tú querrías estar ahí a su lado, ayudando, por mucho que te doliera… déjame hacerlo.



Mi abuelo suspiró y lo meditó, simplemente se metió al cuarto desbloqueando la puerta. Entré para ver el cuerpo sin vida del hombre al que amaba, conectado a miles de cables y tubos que intentaban dar o buscar un resquicio de vida en un cuerpo que toqué y ahora estaba frío, tan frío como la mano de mi abuelo que se posó en mi hombro.


-Realmente no es necesario que estés aquí, no puedo trabajar bien si te veo sufrir…


-Yo… -toqué su rostro y desterré de mi mente a aquella dulce niña para sacar a Vanesa, a mi parte luchadora-. Dime qué tengo que hacer.


-No sé si… -miré a mi abuelo y algo en mi mirada le hizo cambiar su rostro y su tono de voz-. Debo ir a buscar más sangre. Debes asegurarte de que ese aparato –señaló uno de los tubos que entraban por su boca y acababan en una especie de acordeón- siga bombeando aire, que la bolsa de sangre no se acabe y si lo hace, tienes un par más en la nevera –señaló una especie de cofre-. He pensado en que quizá si elevo su temperatura… -puso otra manta sobre él-.


-Abuelo, yo me ocupo de todo lo que me has dicho, ¿algo más? ¿Qué más puedo hacer?


-Nada más… voy a ir en busca de más sangre y de algunos medicamentos para intentar insuflar vida a su corazón, pero ni los detectores ni mi propio oído detectan nada… no sé qué más hacer…


-Márchate. Yo me encargo…



Desaparecí y bajé con más mantas mientras mi abuelo me miraba por unos segundos. Después se marchó veloz y me tumbe al lado de aquel cuerpo frío que no mostraba resquicio alguno de lo que yo amaba. Su cuerpo seguía bello, como siempre, pero su alma no estaba en él y no me hacía sentir como siempre lo había hecho. Me rodeé por sus brazos sin sentir apenas el peso de los mismos. Ni su calor, ni la fuerza de sus abrazos, ni aquel sentimiento que me reconfortaba cuando sus brazos me rodeaban aparecieron por allí. Comencé a llorar sin poder evitarlo, presionando ese cuerpo que no olía si quiera a él, olía como una mezcla de resquicios de estúpidos mortales que ni siquiera podían imaginar para qué estaba siendo usada su sangre.


Si eso me lo devolviera mataría a veinte humanos sólo por tenerle aquí de vuelta conmigo, aunque luego me odiara por ello, pero sabiendo que él seguía con vida no me importaría nada más.



Puse mi mano en su rostro y las imágenes que intentaba mostrar venían por su mano a mi costado, como si fluyeran a través de él como la corriente pasa por el agua. Se sentían de un modo extraño, algo que nunca había visto antes, como un sueño pero real. Comencé a mostrarle todos los recuerdos que había visto en mis sueños y se veían tan parecidos a como yo los había visto antes... Comencé a recordar la noche anterior, sus besos y sus caricias, los besos que me regaló a unos metros de donde ahora yacíamos, aquellos besos con sabor a leche que me dio, aquel maravilloso desayuno, cómo pude admirar su cuerpo mientras nos metíamos en la bañera.


-Al menos me alegro de algo… -me aferré a él-. Me alegro de haberte convencido finalmente para que te bañaras conmigo, me alegro que ese momento te pareciera tan mágico como a mí… -le mostré mis recuerdos, cómo me miraba feliz y jugaba con mi pelo-. Siempre recordaré esa imagen, el resto de mi vida estará grabado a fuego el beso que me diste al salir y decirme que era lo más precioso que había en el mundo –una gran tristeza comenzó a invadirme-. Ojala pudieras oírme ahora, me hubiera gustado decirte tantas cosas y hacer muchas más contigo…



Las lágrimas rodaban por mi rostro hasta su pecho. La congoja se apoderaba de mí y comencé a sollozar dejando fluir un estallido de imágenes hacia su cuerpo que llegaban de nuevo a mi mente como si nada y volvían a hacer el mismo recorrido una y otra vez. Me vi envuelta en un torbellino de ellas hasta tal punto que acabé exhausta. Creo que fue en ese momento en el que Carlisle me zarandeó, me había quedado dormida.


-Quiero que esperes fuera durante un rato, quiero comprobar algo…


-¿Qué ocurre?


-Su temperatura ha subido un grado. Pero no tengo claro si es por el calor que tú desprendes o porque algo de lo que le he puesto en el gotero está funcionando… -miré y había otra bolsa más acompañando a la de sangre, además de que la habitación se había llenado de nuevos aparatos. Me quedé pensando cuanto rato llevaba allí-. Espera fuera, cielo.


-Cuánto…


-Una hora. He llegado y estabas dormida, no quería despertarte, parecías dormir feliz… pero necesito que salgas un momento, por favor.



Asentí y salí del cuarto. Me dirigí a la cocina y pude ver el jarrón de flores aún allí, con la tenue luz de la noche entrando por la ventana y una ligera pena me invadió. Me senté y puse mis brazos sobre la mesa, acariciando una de las verónicas con las manos, desplomando mi cabeza sobre mi brazo. Sólo quería olerla, pero acabó rozando mi piel al girar y se sintió de un modo muy extraño, placentero, casi se sentía como cuando sus dedos rozaban mi piel. Sonreí y comencé a pasarla por mi brazo, queriendo pensar que era él y no la flor.


Comencé a relajarme y simplemente sentirme feliz, cuando unos jadeos me hicieron mirar por la ventana. En el borde del bosque aparecieron todos los lobos. Seth dio unos pasos más que los demás y emitió un aullido que me estremeció. No era un aullido cualquiera, era un aullido de dolor al cual se le sumaron muchos más. Me levanté de golpe y corrí para ver a mi abuelo desesperado mirando todos y cada uno de los aparatos y mi padre entrar a la casa gruñendo. Toqué a Jake y su temperatura seguía siendo la misma que cuando había salido de la habitación, quizá ligeramente inferior.


Por la ventana pude ver a todos saliendo de fase y acercándose a la casa. Salí por la ventana y me acerqué a ellos.


-Se ha ido, tenemos que llevárnoslo. Ha sido una orden.


-¿Qué? ¿Llevároslo? –me giré y vi a mi padre ayudando a Carlisle a quitar todos los cables de su cuerpo. La rabia fluyó pero cuando quise correr de nuevo hacia la casa estaba agarrada por al menos seis brazos distintos, todos cálidos que hacían una presa fuerte a mi alrededor-. ¡No!


-¡Nessie! ¡Nessie! –Seth se colocó frente a mí-. Son sus órdenes, quiere que lo llevemos a un lugar determinado, ha dicho que teníamos que llevar su cuerpo allí, con el resto de ancestros.


-¡No! –mis lágrimas salían a mares, igual que en el rostro de Seth y de todos los que me sujetaban-. ¡Dejadme con él! ¡Sólo esta noche!


-Antes del amanecer tiene que estar allí, son órdenes de los ancestros, no podemos –su voz se cortó dejando salir las lágrimas-. No podemos fallarle en esto, los ancestros se han manifestado y nos han ordenado que le llevemos allí.


-Sólo esta noche, por favor…


-Nessie… -Sam se puso al lado de Seth y tomó mi rostro-. Tiene que estar allí antes de que el sol comience a salir o su espíritu no descansará jamás me miró fijamente y su expresión cambio ligeramente-. Sólo podemos concederte un par de horas, pero no creo que sea bueno para ti torturarte de ese modo. Deja que nosotros lo preparemos.


-Sólo eso, sólo dos horas… por favor.


-No va a volver.


-¡Déjame intentarlo! Tengo dos horas ¿no? Pues déjame hacer con él lo que quiera durante estas dos horas…


-Sólo vas a sufrir más.


-¡Déjame despedirme de él! Por favor, Sam.



Cerró los ojos y dos lágrimas cayeron de sus ojos. Se retiró e hizo un gesto para que me soltaran. Todos parecían tan abatidos como Seth y Sam, algo que me hizo entender que verdaderamente no iba a volver, ellos no habían estado así frente a su espíritu.


Caminé desganada hacia la casa, mientras mi padre me ayudaba a entrar al cuarto.


-Haremos lo posible por devolvértelo, no descansaré, no me rendiré de nuevo. Tu abuelo cree tener la manera…


-No, papá… ellos saben que realmente se han ido. Su espíritu ya no está aquí, ellos estaban más animados cuando había posibilidades… pero ya no las hay. Sólo quiero despedirme.


-Te dejaremos sola… -mi abuelo puso una mano en el hombro de mi padre que le miró apenado y desconcertado-. Vamos Edward… No podemos hacer más.



Mi padre me abrazó y mi abuelo me besó la frente mientras se iba. Entre los brazos de mi padre pude ver su cuerpo yacer en la cama y me sentí realmente mal. Suspiré contra el pecho de mi padre y le mostré que necesitaba estar a solas con él.



Mi padre me abrazó más fuerte y besó mi pelo, saliendo derrotado y cerrando la puerta al salir. Los lobos seguían esperando desde fuera, así que cerré la ventana y las cortinas y me tumbé junto aquel helado cuerpo.


Me rodeé de nuevo con sus brazos y me aferré a él sollozando de nuevo, pensando en todas las cosas que quería decir y hacer antes de perderle para siempre, cuando me di cuenta de que ya le había perdido.

Puse una mano en su mejilla y comencé a mostrarle imágenes sin sentido.



Él y yo viajando en una moto, cuando volvíamos de Jenner. Odiaba el casco porque me apetecía sentir su calor en mi mejilla en contraste con el aire frío que se colaba por las rendijas del casco, así que yo le aferraba más fuerte. Le mostré que no quería salir de Salem, no porque quisiera conocer la ciudad, sino más por estar en esa ciudad con él, de viaje con él, con mi mejor amigo, mi amor aunque entonces no quisiera que fuera así.



Cómo me gustaba bailar con él, aunque me pisara alguna vez y no siguiera bien el ritmo –sonreí ante tal recuerdo-, simplemente me gustaba estar rodeada entre sus brazos con canciones bonitas sonando de fondo, sintiéndome especial entre sus brazos, incluso cuando era una cría.



Cómo me gustaba cogerle de la mano cuando paseábamos por cualquier centro comercial. Nunca había parado a pensar porqué lo hacía, pero en cierto modo siempre quería que todo el mundo supiera que él me pertenecía, aunque todo el mundo pensara que era un delincuente por ir de la mano de una adolescente. Aunque negara que me gustara tantas veces.



Recordé aquel día en el parque, el primer día que conocí a Mary. Todos pensaban que era mi novio y que tenía muchísima suerte porque un hombre, como ellas lo veían, se comportaba de ese modo tan dulce conmigo. Incluso cuando se burlaba de mí me miraba de manera dulce, había dicho Meg.



Y así había sido siempre, su mirada me traspasaba de la manera más dulce, como aquel día de la boda de su hermana, que me enfadé muchísimo con él por no venir a tiempo a casa. El día que me enteré de qué iba eso de la imprimación. Estaba tan guapo con el traje…


-¿Sabes que nunca había pensado en casarme? Bueno, quizá de cría… pero no ahora. Deberíamos haberlo hecho, deberíamos habernos casado, haber vivido juntos durante años…



Una congoja enorme me invadió y le golpeé preguntado al aire porqué me había abandonado. Comencé a pensar en una boda. Me imaginé vestida con un pomposo traje blanco creado por Alice, mientras él iba con un traje negro, camisa blanca y corbata gris. Lo imaginé sonriente al lado de mi madre, mientras mi padre me acompañaba aferrándome fuerte ante mi temor de caerme. Mi familia me miraba alegres y tristes a la vez, mientras mi abuelo Charlie estaba al borde de las lágrimas. Seth guiñaba un ojo a Darlene que pasaba delante de mí, mientras ella reía de un modo algo nervioso.


La ceremonia era en aquel lugar que se habían casado sus hermanas, una ceremonia bonita con un decorado inmejorable. Me imaginaba cogiendo un par de flores del ramo, tirando el ramo casi completo a Darlene a posta y regalándole una flor a Claire y otra a Leah.


Imaginé cómo abríamos el baile, sus manos temblarían en mi cintura mientras me miraba emocionado y le besaba dulcemente susurrándole bajito que lo amaría el resto de mi existencia, como aquellos votos que mi madre y mi padre nos hubieran recomendado cambiar.



Nuestra noche de bodas hubiera sido aquí, en nuestra casita, me imaginaba rodeada por sus cálidos brazos sentados en nuestro silloncito.


-¿Crees que hubiéramos podido tener hijos? Yo creo que sí, que hubiéramos tenido los niños más guapos del universo, quizá mortales… aunque hubiéramos encontrado un remedio para que siempre fueran inmortales, para que vivieran con nosotros para siempre… nunca habrían enfermado, porque su abuelo y su bisabuelo son los mejores doctores del mundo… Me hubiera gustado saber cómo hubiera sido eso…



Acaricié su pecho ahora ligeramente más cálido por el calor irradiado de mi cuerpo. Le abracé y suspiré contra su pecho, mientras las lágrimas rodaban de mi rostro a su pecho. Jugué con mis lágrimas, haciendo dibujos de corazones con ellas sobre su pecho y abrazándole finalmente, permaneciendo sollozando sobre su cuerpo.



Pasaron las dos horas y unos aullidos indicaron que era la hora de separarme por siempre de él. Abrí la ventana de par en par y abrí las puertas, dejando que la brisa de la noche recorriera toda la casa con un olor dulce que inundó toda la casa. Un desfile de hombres en pantalón corto blanco se produjo, entrando en último lugar Leah, con un fino vestido de lino blanco.


Todos cargaban una verónica blanca, entrando a la habitación y destapando el cuerpo de Jake. Pusieron un jirón de tela blanca alrededor de su cadera, mientras Seth, Collin y Brady desaparecían volviendo con unas tablillas de madera a modo de camilla con el mismo tipo de tela blanca. Lo pusieron allí y salieron cargando con su cuerpo, mientras Leah me tendía su mano acompañándome detrás de ellos. Tenía claro que uno de ellos podía cargar con el peso perfectamente, pero todos cargaban con él, llevándolo por encima de sus cabezas. Leah me aferraba de la mano y cargaba en la otra todas las flores que sus hermanos le habían entregado.



Rodeamos la casa y comenzamos a andar hacia el norte, cruzando el río a pie por un puente de madera antiguo. Anduvimos unos ocho o diez kilómetros, girando hacia el noreste y andando en esa dirección un par de kilómetros. Después giramos hacia el este y seguimos caminando, ahora ligeramente más rápido por lo que creí treinta kilómetros, cruzando la carretera que llevaba a Forks en plena noche.



Tras ese recorrido, que duró aproximadamente media hora, los chicos giraron hacia el sureste recorriendo unos diez kilómetros más, introduciéndonos en pleno bosque del Parque Nacional de Olympic. Llegamos a una senda poco visible para ojos humanos, donde nos encaminamos por seis kilómetros más, acabando en una especie de templo de madera. Leah me retuvo fuera del templo, pasando ellos dentro de él y dejando a Jacob en el altar central.


Pusieron algo que me pareció una brújula sobre su cuerpo. Sam se acercó e indicó una dirección, por lo que todos le siguieron mientras Leah y yo esperábamos fuera. La miré derrotada.

-Me gustaría poder tener el mismo honor que tienen ellos, pero los ancestros no quieren que las mujeres pisen el templo. Hay que esperar a que lo saquen de allí –asentí mirando al suelo. Ella aferró mi mano, reclamando mi atención-. No quería verte sufrir más de lo debido, mi hermano ha estado a punto de perder su modo de vida por intentar hacer que él volviera… Jacob ha intercedido para que pueda seguir entrando en fase. Hemos hecho todo lo posible…


-No Leah… no habéis hecho lo posible. Si fuera así él estaría aquí ahora, estaría conmigo y no en un estúpido templo –solté su mano-. Me importa una mierda lo que los ancestros quieran o no, entiendo que tú les temas, pero a mí no me pueden robar nada más.



Entré en el templo mientras todos me observaban incrédulos y con un gesto para que me detuviera. Abracé su cuerpo y le besé, era lo único que podía hacer antes de marcharme, besar sus labios de nuevo.


-Te amo, lo haré por siempre –besé sus labios sin vida-. Volveremos a estar juntos pronto.



Me dispuse a salir cuando la tierra tembló fuertemente y paró. Los chicos me empujaron fuera y la tierra volvió a temblar, haciendo que el tejado de aquel templo se desplomara con él dentro. Grité pero no sirvió para nada, la tierra seguía temblando y el templo se hundió en una grieta enorme. Los chicos comenzaron a correr pero ninguno entró en fase, excepto Sam, que cargó conmigo y me llevó a las afueras de Forks, al lado de la cabaña. Mi familia salió furiosa, gruñendo y enseñando los dientes. Frenó y salté para evitar estamparme con el suelo mientras Sam salía de fase.


-¡Largaros de aquí! –Sam señaló a mi familia-. Ya no hay posibilidad de tregua alguna, los ancestros no os quieren aquí. Ella los ha ofendido, no tenías que haber entrado al templo, ni siquiera Leah ha entrado. Debéis marcharos y no regresar jamás, o los lobos estarán obligados a daros caza.


-¿Qué? –No podía creer que fuera verdad-. ¿Y Charlie? ¿Y vosotros? ¿Ya no queréis verme?


-Renesmee, ves a por tu coche –mi padre me miró de un modo que me hizo obedecer-. ¡Vamos!



Me encaminé llorando hacia la casa de Jake, metiéndome en mi coche y llorando. Darlene comenzó a gritar mi nombre desde la senda que llevaba al taller. La abracé y le conté lo ocurrido, que debía irme.


-No, Seth nunca permitiría eso…


-No es por Seth, yo he hecho algo que no debía hacer y él casi carga con la culpa antes… no le reproches nada… estaré en Monroe… -miré hacia la casa-. No puedo irme…


-Ness… espera… -Darlene entró a la casa y la oí subir al piso de arriba, bajó con una almohada y me la dio-. Antes de que su olor se vaya de ella, te prometo que todo estará listo para que vuelvas…


-Pero él nunca volverá.


-Pero esta es tu casa también, lo sabes… yo estaré aquí con ellos y contigo. Mañana mismo regresaré a Monroe.



Nos abrazamos y me metí en el coche, saliendo corriendo de allí. Pude ver un coche salir del camino de la casa de mis abuelos, y otros tres más siguiéndome. Pronto mi madre estaba conduciendo y yo aferrada a su cuerpo llorando. Pasamos la noche en mi casa, en mi cuarto, aferrada a cada rato a un miembro distinto de la familia y cada vez con algo que llevara su débil olor.


Darlene llegó al anochecer y se quedó a dormir conmigo esa noche y el resto del fin de semana. Mis padres me obligaron a levantarme el lunes, pudiendo ver el dolor en sus ojos. Alice apareció menos enérgica de lo habitual, al igual que tía Rose. Me ayudaron a vestirme y a arreglarme para ir al colegio. Pensé que era mi último año, así que al año siguiente podría ir a cualquier sitio, ya había visto Europa y me había gustado el ambiente de algunas ciudades. Haría todas aquellas cosas que habíamos hablado, visitaría todas esas ciudades que él quería ver… finalmente me reuniría con él para contárselo. Obvié estos pensamientos a papá, seguro que se enfurecería al conocerlos.



Darlene vino a buscarme, mientras los chicos me recibían pensando que Jake había fallecido al estrellarse con una moto. El día fue malo, pero el siguiente peor.


Comenzaron a pasar los días de modo rápido, insulso, las noches eran amargas hasta que me dormía y venían las pesadillas, y todo parecía una repetitiva rutina que variaba el fin de semana, cuando el viernes me metía en la cama y no salía de ella hasta el lunes por la mañana.


Los tres primeros meses, todos venían a casa. El primer día de fiesta que me levanté fue el primer día de año, la primera visita de Charlie desde Septiembre. Estuvo durante cuatro días, pero nada cambio. Venía un fin de semana sí y otro no, y el fin de semana que no venía Alice intentaba llevarme de compras, Jasper a conciertos o partidos, Emmett me intentaba hacer jugar a la consola, Rose me regalaba cosas, Esme me consolaba… Mis padres ya no sabían a quien recurrir.


Así pasaron los días, semanas y meses hasta las vacaciones de Pascua. Llevaba dos días sin levantarme de la cama, mi madre se sentó a mi lado y me abrazó, pero mi padre merodeaba de un lado para otro en mi habitación.


-Esto tiene que acabarse…


-Edward… -mi madre me acarició-. ¿Acaso no recuerdas el dolor que se siente?


-Lleva meses así… cariño, por favor, él odiaría verte así… esos sueños que tienes a veces no son la verdad, lo conocías mucho mejor que todo eso…


-Quizá necesites a alguien… -mi madre me miró apenada, sabía que sólo le necesitaba a él-. Tenemos que hablar con Alice… ya está preparando la mudanza para ir a Volterra… quizá deberías ir con ellos una temporada…


-Lo pensaré…



Mis padres se marcharon y lo pensé. Volterra. Después de la batalla el clan de Volterra se había diezmado. Marco era el único que había sobrevivido a la batalla, se alió con Félix y Fernando para una especie de nuevo reinado. Félix y Marta ahora estaban casados, de hecho recibí una invitación para la boda, por lo que Alice había pensado que sería “genial” que nos mudásemos a Europa por un tiempo. Marco requirió sus servicios en la nueva guardia y Jasper, conociendo las buenas intenciones de Marco, accedió. Erica, Marta, Giselle e Isabel ahora formaban parte de la guardia, al igual que algunos de los vampiros europeos que se aliaron con Vladimir y Stefan. Después de la batalla ellos intentaron hacerse con el mando, pero ninguno de sus apoyos confió en su tiranía, aunque sí apoyaron en el nuevo mandato de Marco. Cada día recibía una postal de uno de ellos, pidiéndome al menos una visita si no quería quedarme permanentemente. Sabía que Alice y Jasper permanecerían allí al menos un año, tiempo necesario para que toda la población de vampiros e híbridos conocieran las nuevas condiciones de Volterra.


Lo pensé hasta que me quedé dormida. Mi padre me zarandeó cariñosamente y me despertó mientras sonreía.


-Tienes visita…



Bajé para encontrarme a Darlene con una miedosa sonrisa. Bajé las escaleras corriendo y la abracé, sabiendo que había vuelto antes de su viaje a Forks por mí. Sólo el pensamiento de esa ciudad me dolía. Me acarició el rostro y me dio un tierno beso en la mejilla.


-Tengo una ligera sorpresa para ti… -la miré intentando mostrar una sonrisa, pero creo que mi cara dibujó algo de desilusión-. Los chicos esperan fuera, nos vamos los cuatro de viaje…


-¿Y las chicas?


-Están de vacaciones, pero nosotros hemos vuelto antes para poder ir… ¡vamos! Te ayudo a hacer las maletas…



Subimos a mi cuarto y llenamos las maletas para montar en mi coche, algo descuidado pero era el coche que él me había regalado. Había anochecido hacía un par de horas cuando llegamos a Jenner. La casa estaba llena de polvo y cada rincón que miraba era una bofetada, cuando no recordaba a Allison o a cualquiera de mis viejos amigos, me lo imaginaba intentando hacerme reír. Darlene tomó mi mano y me llevó a la playa, mientras los chicos se encargaban de la casa. Recordé cuando me sumergí en el agua con él, otra bofetada más.


Apenas cené y subí a dormir a aquella habitación que un día compartimos. Darlene pasó antes de irse a dormir y yo fingí que dormía, no me apetecía hablar. Los chicos estaban en la habitación superior, podía oírles comentar el pésimo estado en el que me encontraba. Intenté dormir y desperté gritando, con mis tres amigos en la habitación. Darlene les pidió que nos dejaran a solas.


-¿Cuál esta vez?


-Las dos a la vez. Veía cómo el templo se caía sobre él y se abría una grieta en el suelo, haciéndome caer y podía verle enfadado conmigo por haber ofendido a sus ancestros.


-No te preocupes… -Darlene me abrazó-. Todo pasará.


-¿Puedes quedarte aquí? –Darlene asintió y se tumbó a mi lado-. Gracias…


-De nada…



Un olor quemaba mi nariz. Algo cálido rozó mi rostro y Darlene se sobresaltó. Salté sobre mi espalda gruñendo y no pude creer lo que veía. Tres figuras estaban en posición de ataque ante mí, otra sosteniendo a Darlene.


-¡Calma! –Seth hizo un gesto y Leah, Brady y Collin relajaron su posición. Darlene estaba a punto de llorar-. Te voy a soltar, ¿vale?


-¡Déjame! –Darlene saltó la cama y se puso a mi lado-. Te dije que iba a estar bien, no es ningún peligro, no tenéis porqué estar aquí. No es vuestro territorio y yo he venido porque he querido, nadie a infringido normas, ahora lo estáis haciendo vosotros.


-Dar… -Seth puso sus manos en posición de rendición-. No venimos a atacar.


-¿Qué hacéis aquí? Se supone que debéis atacarme si me veis… eso me dijo mi padre. Que no podíamos volver porque si me cruzaba en el camino de cualquier lobo… moriría.


-Exacto. Pero… -Una sonrisa burlona, esa típica de Seth, se dibujó en su rostro-. Yo no veo ningún lobo por aquí…


-¿Qué? –Darlene sonreía, al igual que todos menos yo, que andaba algo perdida-. ¿En serio?


-Sí… -Leah me miró apenada-. Quizá debimos haberlo hecho antes, quizá hubiéramos solucionado algo… pero no pueden pedirnos que nos alejen de la persona que él más amaba… -sus ojos brillaron-. No puedo tener instintos asesinos contra ti, en un tiempo pasado me hubiera alegrado por ello, pero no ahora. Así que lo hablamos y algunos pensamos que estaría bien “dimitir” de nuestras obligaciones. Él lo hubiera hecho en nuestro lugar, no hay mejor manera de honrar a alguien que cumplir con sus deseos, así que podemos estar seguros de que sus deseos no eran verte alejada de nosotros y sufriendo.


-Jake merece la mejor honra del mundo, y no puede ser honrado en condiciones si no podemos ayudarte y estar junto a ti… -Collin dibujó una línea con sus labios-.


-Él siempre nos protegía con misiones de tipo “repetidor”, se merece que ahora seamos los protectores de lo que él más amaba.


-No puedo tenerte lejos Ness… -Seth me miró con ojos llorosos-. No podía vivir así, con una parte de mí queriendo asesinar a la mejor amiga de mi novia, mi mejor amiga y la novia de mi mejor amigo… hemos decidido hacerlo, aunque creo que Quil y Embry no tardarán mucho…



Me quedé helada, mientras Darlene saltaba de nuevo la cama para abrazar a su novio, que extendía otro brazo para mí. Me puse de rodillas en la cama y me aferré a él, uniéndose Leah, Collin y Brady al abrazo. Quedaban tres días para que las vacaciones terminaran, por lo que disfrutamos de esos tres días como nunca. Kevin y Ryan parecieron molestos al principio, pero luego se llevaron bastante bien con los chicos, aunque Leah era ligeramente grosera con ellos.


La última noche nos sentamos en la playa las tres y les conté el último recuerdo que tenía con Jake aquí. Comencé a sentirme mal al ver que ellas también entristecían.


-Lo siento… no debí haberlo contado…


-No, es bueno… necesitas compartir esas cosas, sentir que ha sido real, lo entiendo… -Leah tomó mi mano-. Fue una de las razones por las que mi hermano me convenció. Me hizo pensar en qué pasaría si después de todo lo que hemos vivido alguien nos dijera que todo debe desaparecer, que no hay metamorfos, ni imprimaciones que te colman de amor… creo que te mereces ver que lo que sentiste es real, que todo el amor que él te dio existió y que nosotros sabíamos lo mucho que él te quería… -ella limpió una de mis lágrimas-. Y que tú debes saber lo mucho que te queremos…


-No llores más, por favor… -Darlene me abrazó-.


-Lo siento… no puedo evitarlo…


-Es entendible… espero que pronto podamos reír de nuevo, aunque no le olvidemos.



Leah dormía ahora conmigo, así que nos marchamos a dormir. Pude notar un temblor en la habitación, mientras Leah saltaba de la cama sobresaltada. La miré extrañada y ella hizo un gesto restándole importancia, volviendo a dormir.


La luz de la ventana me daba en los ojos y una sombra se movió para cerrarla. Pude oír a Leah cerrar la puerta al salir y bajar de un salto el tramo de escaleras. Se me hizo raro despertarme así, no había ahora pesadillas, así que probé de nuevo e intenté dormir, preguntándome ahora cuando sería capaz de sonreír.



Podía oír el ruido de las cacerolas y del aceite en la cocina. Demasiado ruido. Un olor a tortitas y chocolate, a frutas recién exprimidas y a bacon llegó a mi nariz. Pero no llegó solo. Mi corazón se paró ligeramente y me levanté, encontrando una almohada de mi cuarto en casa de Jake en el suelo. Bajé corriendo esperando que todo hubiera sido un sueño muy largo, pero su olor no estaba allí, aunque sí muchos otros. Una imagen tipo “casa de la pradera” se abría ante mis ojos.


Una embarazadísima Rebeca me saludaba desde el salón con Embry a su lado, mientras Rachel y Emily hacían el desayuno. Kim, con una ligera barriguita, me saludaba desde la puerta rodeada por los brazos de Jared. Sam apareció con Ephraim colgando de sus brazos a modo de columpio, saludándome con una sonrisa.


-Te esperan fuera –se acercó a mí dejando a su hijo y me abrazó-. Lo lamento, estaba… estaba muy cabreado y cegado por la ira y por ellos… siento haberte hecho marchar así y haber tardado tanto a darme cuenta del error cometido.


-¿Vosotros también?


-De momento… no quedan metamorfos en la tribu.



Asentí y bajé las escaleras, recibiendo cordiales abrazos de todos los que estaban en la cocina. Me acerqué al sofá para ver a la que hubiera sido una de mis cuñadas, que me abrazó al igual que Embry, Kim y Jared. En la playa estaban todos los demás, los niños correteaban tras Leah y Quil ayudados por Collin y Brady, mientras Darlene y Seth reían sentados a unos pasos de las escaleras con Kevin y Ryan.



Cuando llegué a Monroe una sensación extraña me invadió y sentí cómo la rutina se abría paso de nuevo, dejando pasar dos meses más como si nada hubiera cambiado, a excepción de las visitas de mi abuelo y de Seth, que ahora acudía más frecuentemente a ver a Darlene en vez de ser ella la que se marchaba, algo que en parte me consolaba porque me distraía, pero ver cómo él aparecía cada dos viernes sin él, me dolía en lo más profundo de mi alma.



Una mañana mi tía Alice apareció revoloteando con su natural ímpetu por mi habitación. Comenzó a tirarme ropa a la cara y a reír.


-Tendremos que ir de compras…


-Alice… son las siete de la mañana, déjame dormir media hora más…


-No señorita… ¿acaso no sabes qué día es hoy?


-Sí… -miré el reloj y ella se echó a reír-. Diecinueve de junio… -lo pensé-. ¡Diecinueve de junio!


-Sí señorita, debes ponerte bien guapa, es tu último día de clase y mañana será el baile de graduación… así que esta tarde tenemos que ir de compras para comprarte el vestido más bonito del mundo… debes estar radiante…


-Alice…


-Está bien… te dejo dormir media hora más, pero esta tarde iremos de compras, no acepto un no… -me miró con cara dubitativa y apenada-. ¡Bien!


-No he dicho que sí…


-¡Pero vendrás!



“Monstruito” le mostré, mientras me tapaba la cabeza con las sábanas y tenía una sensación extraña por querer reír.


El ambiente en clase era más festivo que otra cosa, hoy teníamos que entregar el último de nuestros trabajos, el cual habían puesto sólo porque todo el mundo acudiera a clase. El día pasó rápido, en la hora de la comida todo el mundo hablaba del baile y de los vestidos.


A la salida aquel coche descapotable estaba aparcado con Seth sentado sobre el capó y sonriendo. Darlene saltó a sus brazos mientras yo bajaba con un dolor en el pecho las escaleras. Me ofrecieron ir a dar un paseo al centro comercial, pero rodé los ojos y bufé al decirles que Alice ya me iba a secuestrar para ir allí. Ambos rieron, haciéndome sentir extraña por querer sonreír también.


-No creo que se ofendiera por ver esa dulce sonrisa… -Seth alzó las cejas y me dedicó una sonrisa enorme-. Pero al menos un intento como ese es mejor que nada…


-¡Hola chicos! –Alice revoloteó hasta el capó del coche, deslizándose sobre él y parando al lado de Seth, al que revolvió el pelo-. ¡Genial! Nos vamos todos de compras…


-¿Todos?


-¡Claro! Tú vas a acompañarlas… tienes que ir decente.


-¿Yo? ¿De compras? ¡Ni de coña!


-Vamos Seth… -Alice puso la misma cara que había puesto por la mañana-. ¡Genial! –le dio un beso a Seth en la mejilla-. Eres un muchacho encantador…



No sé qué fue, si la cara de Seth, la de Alice, o la de Darlene… el hecho es que algo en mi interior explotó y una risa tonta comenzó a salir de mí, acompañándome al momento Darlene. Alice palmeó y se metió en el coche y eso me hizo reír más aún al ver a Seth reír y rodar los ojos. Estuve todo el camino hasta el centro comercial riendo con bromas tontas de Seth y Alice.



Terminamos las compras y Seth nos llevó a casa y subí directa a mi habitación ligeramente animada, algo que hizo que mis padres me siguieran. Extendí el vestido mientras ellos observaban desde las escaleras. Negro, con escote palabra de honor y lleno de volantes que combinaría con los zapatos de tacón negros que Alice me había escogido.


-Estarás preciosa… -mi madre me abrazó-. Me alegra verte un poco más…


-Normal –sentenció mi padre-. Emmett se ha sorprendido de que Alice te haya convencido, y está ofendido porque hayas ido con ella y no le hayas llamado… -mi padre sonrió viendo mi plan-. Ve a llamarle.



Bajé corriendo hacia el teléfono. Todo el mundo iba a ir acompañado y a Emmett le gustaban las fiestas tanto como a Seth… sería mejor ir con él que con nadie más… aunque sabía que había alguien al que preferiría millones de veces. Entristecí levemente pero me serené al pensar en la felicidad que supondría para Emmett. Cuando se lo dije casi estalla mi tímpano ante los gritos de emoción, podía imaginarle saltando por toda la casa. Mis padres me miraron ligeramente contentos mientras les daba un beso de buenas noches. Subí a mi cuarto y me dormí, intentando no pensar en que iba a ser la primera fiesta sin él.


Mi casa temblaba cuando me desperté. Mis padres subieron en el acto, abrazándome mientras la tierra seguía temblando. El móvil de mi padre sonó a la vez que el mío. Alice llamaba y Darlene también… algo malo ocurría, podía intuirlo.


-Ness, tu abuelo tiene que venir. No sé qué le está pasando a Seth. Está enfermo, tiene fiebre y no sé qué demonios le pasa… por favor, trae a Carlisle…


-No te preocupes, Alice ha llamado, vamos para allá –colgué y miré a mi padre que estaba bloqueado-. ¿Papá?


-Carlisle va de camino a casa de Darlene… lo llevará a su casa. Tenemos que ir allí…


-No, debo ir con ellos, debo ir a ver a Darlene…


-Está bien, te llevo.



Mi padre condujo como un loco hasta que llegamos a casa de Darlene y después hasta casa de Carlisle. Una vez allí el móvil de mi madre sonaba, Sue estaba al otro lado.


-Sí, Seth está igual… Carlisle piensa que están entrando en fase de nuevo… -mi madre me miró preocupada tras hacer una pausa-. No sé porqué, ninguno puede saberlo excepto ellos. No le haremos nada, no creemos que sea capaz de atacar… -hubo otra pausa-. Si ataca tendremos que reducirle y lo llevaremos de vuelta a Forks, haremos lo posible por no hacerle daño, lo prometo.



Mi madre colgó y miramos hacia el jardín, donde mi abuelo y mi padre cogían las manos de Seth, mientras mamá y Esme nos abrazaban a Darlene y a mí, aunque la posición era más defensiva que otra cosa.


Nos quedamos mirando el cuerpo de Seth retorcerse y convulsionar cada vez de modo más fuerte, hasta que mi padre y mi abuelo saltaron hacia atrás y estalló como lobo. Mostró sus dientes y miró en mi dirección, gruñendo de un modo extraño. Me acerqué a él y algo en su mirada cambió. Darlene tomó mi mano y el lobo aulló de un modo extraño, saliendo corriendo en dirección suroeste. Miré a mi padre que parecía confuso.


-Taha Aki los reclama.



Todos nos quedamos congelados ante esas palabras.